La herencia de Sacchi y Capello
La final de Kiev en 2012 posiblemente fuera el mejor partido que hizo la selección bajo mi mandato
Primero como espectador pasivo, después como jugador, más tarde como entrenador y seleccionador y ahora, otra vez, como espectador, el fútbol italiano, tanto a nivel de clubes como de selección, siempre ha estado presente en mi vida. Los primeros recuerdos en blanco y negro pudieron ser los del Inter de Luis Suárez, que ganó dos Copas de Europa consecutivas a mediados de los años sesenta. La segunda de ellas con un once que casi todos teníamos en la memoria: Sarti; Burgnich, Guarneri, Facchetti; Bedin, Picchi; Jair, Mazzola, Peiró, Luis Suárez y Corso.
Después, ya como jugador, tengo bien presente la Eurocopa del 80, que se jugó en Italia con tan solo ocho finalistas. Nada que ver con los 24 de ahora. A España le tocó un grupo con Italia, Bélgica e Inglaterra. En el primer partido empatamos con los italianos (0-0), pero quien me impresionó entonces fue Bélgica con un fútbol total, como el que luego practicó el Milan de Sacchi. Su seleccionador era Guy Thys. Nos ganó (2-1) y mostró un futbol poderoso. A la temporada siguiente, ya con el Real Madrid, jugamos la semifinal de la Copa de Europa contra el Inter. En el Bernabéu ganamos 2-0 con goles de Juanito y Santillana y en San Siro perdimos 1-0, gol de Bini. Nos metimos en la final de París y perdimos contra el Liverpool.
En 1982 estuve presente en el Bernabéu en la final de la Copa del Mundo entre Italia y Alemania. Fue uno de los partidos más emotivos que recuerdo y una propaganda extraordinaria para el fútbol por el juego y el comportamiento de los dos equipos. Casi todas las finales los son, pero aquella especialmente. Por aquellos años tuvimos una impresión sobre el fútbol italiano de ser muy rígido, muy físico, muy táctico, pero años después dominó el fútbol europeo a través del Milan y con dos técnicos que han marcado huella por su forma de concebir el juego: Arrigo Sacchi y Fabio Capello.
Detalles de Conte
El primero fue un referente absoluto como entrenador en Italia y en Europa. Su Milan no era precisamente un equipo defensivo, no lo podía ser con Rijkaard, Gullit, Van Basten… Lo que ocurría es que su organización de juego en ese aspecto, comandada por Franco Baresi, era muy brillante. Unos años después los que trabajábamos en el Real Madrid tuvimos la suerte de tener a Fabio, un entrenador metódico, con entrenamientos novedosos y que supo imponer su carácter y disciplina en un equipo como el Real Madrid, que ese año no jugaba en Europa y al que hizo campeón de Liga. Nosotros nos beneficiamos abundantemente de sus conocimientos.
La selección italiana siempre se ha caracterizado por ser un equipo muy bien organizado tácticamente. Equipos con cuajo que eran muy difícil de superar. Lo he podido apreciar más directamente ya como seleccionador. Tengo que recordar la final de Kiev de 2012 porque entre nuestra inercia ganadora y que ellos estaban muy cansados y se les lesionó alguno sobre la marcha, posiblemente fuera el mejor partido que hizo la selección bajo mi mandato.
La actual Italia me ha sorprendido gratamente. Viene de una travesía dura y difícil que les dejó fuera del último Mundial. Tengo la impresión de que el equipo todavía tiene detalles de la época anterior con Conte, que también le dio un estilo de juego propio a la selección y que algo todavía perdura, como llevar mucho el balón a las bandas. La baja de Spinazzola puede ser fundamental, porque habían encontrado dos laterales que le daban mucha salida al equipo.
Como a España también le gusta presionar, va a ser decisivo quién lo haga mejor, quién se sacrifique más o, en su defecto, quién salga mejor de esa presión. El que lo haga tendrá mucho ganado. Por nuestra parte, pueden ser vitales los movimientos del delantero ante dos defensas veteranos. Es un día para que Morata, o el punta que juegue, intente participar lo más posible en el juego, que salga de su zona de influencia. Lo ha hecho muy bien en esos partidos. Elegir bien el espacio a su espalda y por delante. Salirse de su control. Ellos harán vigilancias, pero no suelen salir a presionar, suelen tender más a meterse atrás.
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