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Los juegos mentales de Gareth Southgate

El técnico inglés habla del “amor” que necesita el delantero, les ayuda con la visualización y se preocupa por la factura emocional

Gareth Southgate
Gareth Southgate, en el partido de octavos contra Alemania en Wembley.Frank Augstein (AP)
David Álvarez

Después de provocar una de las tardes de mayor euforia colectiva en la historia del fútbol inglés, Gareth Southgate, el seleccionador, dijo algo anticlimático: “Es un momento peligroso para nosotros”. Eliminar a Alemania en un gran torneo después de más de medio siglo de frustraciones era un objetivo, pero no era todo el objetivo. “Hemos tenido una actuación inmensa, pero con un coste emocional y físico. Tenemos que asegurarnos de que nos recuperamos bien, y de que mentalmente estamos en el espacio mental correcto”. La tarea de llevar a los jugadores a ese lugar ha sido una obsesión constante de Southgate desde que accedió al puesto de seleccionador en 2016.

La última semana la misión ha resultado especialmente intensa, desde que el torneo les cruzó con Alemania en octavos, casi en el 25 aniversario exacto de la semifinal de 1996 en la que él falló el penalti decisivo de la tanda que dejó a Inglaterra sin final de su Eurocopa. El partido del martes contra Alemania se jugó bajo la sombra de aquel fracaso que le incumbía a él, y bajo la de una colección histórica de decepciones que incumbía a todo el país. Southgate tenía clara su aproximación al problema: “Los jugadores deben entender que no necesitan sentir esa carga. Pueden jugar con una perspectiva nueva. No es importante para ellos. Pueden cambiar todo eso. Pueden jugar con la mente como si se tratara de un desafío en lugar de hacerlo con miedo. Creo que hoy aceptaron ese desafío. Y jugaron bien”, dijo después de acabar con Alemania.

El cuento no es nuevo. Meses antes del Mundial de Rusia de 2018, la federación inglesa contrató a la psicóloga Pippa Grange para ayudar al equipo en su trayecto a ese “espacio mental correcto” que mencionó el seleccionador. Después de apear a Colombia en octavos de final en los penaltis, una suerte en la que habían fracasado en las dos décadas anteriores, Southgate contó algo que ahora suena familiar: “Hablamos con los futbolistas sobre escribir sus propias historias. Esta noche demostraron que pueden crear su propia historia”, dijo una vez se quitó aquel peso de encima. Ahora quien se ocupa de esta área es el psicólogo Ian Mitchell.

En los últimos días, Southgate ha repetido diversas versiones del mismo argumento de escribir sus propias historias, una de sus referencias a la atención que presta al estado mental de sus futbolistas. Como cuando Mason Mount y Ben Chillwell tuvieron que aislarse del grupo durante 10 días después de mantener una conversación demasiado larga con el escocés Billy Gilmour, que días después dio positivo por coronavirus. Cuando iba a vencer el tiempo de retiro, Southgate explicó que antes de decidir si los alinearía enseguida, necesitaba evaluar qué efectos mentales les había provocado la cuarentena. Apenas mencionó el posible deterioro físico por la bajada de actividad.

Tampoco sus explicaciones de cómo maneja el desencanto de los que no juegan siguieron la ruta habitual: “Con los atacantes, tenemos tantas opciones tan buenas que es difícil darles todo el amor que necesitan. Como delantero necesitas sentir ese amor”, dijo, en lugar de acudir a la fórmula clásica de que lo que necesitan son minutos.

Su libreto está repleto de páginas que atienden a lo emocional y lo mental, según lo que han ido revelando sus futbolistas estos días. Como las técnicas de visualización que aplican a la preparación de las tandas de penaltis, o la meditación que ha empezado a practicar Raheem Sterling antes de acostarse cada noche. “Para estar en un buen sitio”, explicó, y lo puso en contraste con el Mundial de Rusia, cuando las críticas en las redes sociales le sacaron de quicio. Declan Rice ha borrado de su móvil la aplicación de Twitter hasta que acabe el torneo. Era algo sobre lo que Southgate lleva advirtiendo desde 2018: “No estoy seguro de que merezca la pena leer los comentarios”.

Como tampoco ha dejado de insistir en que sus futbolistas pueden escribir su historia sin necesidad de asumir la anterior: “No puedo cambiar el hecho de que los chicos que jugaban conmigo en 1996 no pudieron disputar la final, y siempre tendré que vivir con eso. Pero este grupo tiene la oportunidad de dar a una nueva generación un montón de recuerdos felices”.

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Sobre la firma

David Álvarez
Sigue la información del Real Madrid y la selección española en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de la sección de Deportes. Ha cubierto los Juegos Olímpicos, el Mundial de fútbol y la Eurocopa. Antes trabajó en ABC, El Español, ADN, Telemadrid, y La Gaceta de los Negocios. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

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