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Mbappé en el horno de Francia

El chasco de su figura mediática es el más visible de los problemas del campeón mundial, que solo ganó un partido de cuatro gracias a un gol en contra de Hummels

Diego Torres
Mbappe
Mbappé abandona el estadio de Bucarest tras la eliminación ante Suiza, el lunes.FRANCK FIFE (AFP)

Kylian Mbappé, el futbolista europeo con más condiciones atléticas y técnicas, punta de lanza de la selección más potente de la Eurocopa, abandonó el torneo después de disputar cuatro partidos completos y rematar tres veces entre los tres palos —incluyendo un penalti— sin anotar un solo gol. Si el fútbol es patrimonio de los futbolistas, no solo de entrenadores y directivos, el fracaso de Francia se refleja particularmente en la falta de contundencia del nueve, que dispuso de hasta 14 ocasiones de disparo, hizo 25 regates y perdió 62 balones, casi siempre bien asistido por un grupo de compañeros —Pogba, Kanté, Rabiot, Benzema y Griezmann— que sí estuvieron a la altura de lo que se esperaba de ellos. La eliminación en octavos deja una herencia de confusión en la Federación Francesa de Fútbol (FFF) cuando falta año y medio para la defensa del título en el Mundial en Catar.

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Fuentes próximas al organismo que gobierna el fútbol francés indican que el abandono prematuro de la Eurocopa tiene una lectura positiva. Al menos, dicen, la difícil convivencia que ha experimentado esta plantilla a lo largo del último mes no se prolongará más, evitando así el riesgo de un conflicto irresoluble. Ahora la principal incógnita recae sobre la identidad del seleccionador que se ocupará de gestionar la transición. Didier Deschamps tiene contrato hasta diciembre de 2022, coincidiendo con el final de la Copa del Mundo. Pero el técnico acarició la idea —nunca confesada en público— de dar un paso al costado este verano.

Decidido a contratar como seleccionador a Zinedine Zidane cuanto antes, el presidente de la FFF, Noël de Graët, no se mostró muy entusiasmado con la continuidad de Deschamps. “Para proseguir con una misión es necesario estar en la misma sintonía”, dijo a L’Equipe, este martes. “De momento, como no nos hemos visto [con Deschamps], no sé nada. Es necesario que pasemos una jornada juntos, que hablemos, y después decidamos”.

Si Zidane se hace cargo del banquillo, en la federación dan por supuesto que Benzema será el primer nombre en las convocatorias. Benzema, que con cuatro goles en cuatro partidos puede reclamar el derecho moral a una rellamada, es la clave del gran debate interno. Su inclusión para participar en la Eurocopa sin que se hubiera determinado su grado de responsabilidad en el caso de extorsión que denunció Valbuena en 2016 —el juicio está previsto para septiembre— desconcertó a empleados y futbolistas. Como señaló una persona que trabaja para la FFF: “La mitad de esta plantilla son amigos de Valbuena o tienen amigos que son amigos de Valbuena, y Valbuena acusó a Benzema de hacerle chantaje con un vídeo de contenido sexual”.

Estas fuentes indican que la repentina presencia de Benzema en el camerino —con galones de titular— abrió una brecha invisible. De un lado Benzema y Mbappé, unidos por una complicidad instantánea que algunos cifran en su origen argelino, y del otro los demás. Giroud comenzó la concentración quejándose públicamente de que no le pasaban balones. Mbappé le replicó ante las cámaras. Pogba ejerció de mediador junto con un Griezmann cada día más malhumorado. El mes de concentración en régimen de burbuja exasperó el disenso. El 2-2 a Suiza, anotado por Benzema a pase de Griezmann, descubrió al goleador ignorando al asistente en plena celebración. Por debajo de la apariencia profesional, el equipo nunca superó la tendencia a fragmentarse en un clima opresivo. Que Francia solo ganara un partido de cuatro —una victoria y tres empates— y que la victoria se debiera a un gol en contra de Hummels frente a Alemania, induce a pensar que la táctica fue el menor de los problemas que acorralaron a Deschamps.

Piernas largas

Frecuentemente dividida en defensa entre sus tres atacantes y el resto, Francia desechó pronto la idea de presionar en campo rival y acabó perdiendo herramientas para llevar el peso de los partidos. Retrasado en bloque, el equipo libró su suerte a las transiciones largas, un contexto que ahondó en el desgaste físico general. Su mayor periodo de dominio fueron 25 minutos contra Hungría.

Abocada al desajuste colectivo, Francia se puso en manos de sus estrellas. Destacó la figura incierta de Mbappé, afanado en abarcar competencias que excedían sus posibilidades, como bajar a gestionar el juego interior, o lanzar faltas y córners. Provisto de una cintura muy alta y unas piernas largas que le brindan potencia de carrera pero dificultan su coordinación en gestos explosivos cortos, nunca antes Mbappé había lanzado faltas en la Ligue 1. Se estrenó contra Suiza con resultados pobrísimos e inspiró suspicacias sobre el ejercicio que hacía de su poder. “Mbappé tiene un ego desmesurado. Creo que Deschamps no puede manejarlo y es problemático. ¿Él es consciente de que no tiene la clase de otros a balón parado?”, se preguntó Jérôme Rothen, exjugador del PSG y amigo de Deschamps. “Con Griezmann y Pogba hay un zurdo y un diestro. Entonces, ¿qué hace ahí?”.

A sus 22 años, Kylian Mbappé lleva meses esforzándose por volver a ser el nueve demoledor y profundo que le hizo célebre en el Mónaco. La debacle de Francia en la Eurocopa prueba que todavía no lo logra.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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