Una España con más oficio
La inclusión de Azpilicueta, Busquets y Sarabia ante Eslovaquia y mantener a Jordi Alba y a Koke perfila a una selección de piel más dura para el cruce con Croacia
“Ahora es cuando viene la competición real”, advirtió Luis Enrique al término del partido con Eslovaquia y ya con la aguerrida Croacia citada para el lunes en Copenhague. El mata-mata de los cruces, que dicen los brasileños, medirá la capacidad competitiva de la selección cuando ya no hay posibilidad de enmendar errores para seguir adelante en la Eurocopa.
Marcada por la ternura defensiva y un punto de alboroto y precipitación en ataque ante Suecia y Polonia, Luis Enrique operó en el once para jugarse el pase a los octavos de final contra Eslovaquia. El técnico y sus futbolistas estaban en el alambre, bajo la presión del batacazo que hubiera supuesto quedar eliminados en una primera fase que clasificaba a 16 de los 24 participantes en el torneo. Para enfrentarse a Eslovaquia, Luis Enrique confeccionó una alineación con más oficio y jerarquía que la presentada en los dos primeros partidos. Tres de las cuatro novedades que introdujo, Azpilicueta, Busquets y Sarabia le ofrecían más horas de vuelo que los sacrificados Marcos Llorente, Rodrigo y Dani Olmo. Tampoco rotó el técnico a Jordi Alba, Koke y Morata.
En cada línea, había al menos dos referentes. Laporte y Eric García tenían a los costados a Azpilicueta, capitán y campeón de Europa con el Chelsea, y a Jordi Alba, que a su dilatada trayectoria sumó ante Eslovaquia su 75ª internacionalidad. Pedri, más entonado con el viento a favor del marcador, jugó bajo la protección de Koke y Busquets. Arriba, Sarabia, Morata y Gerard Moreno rozan la treintena y, aunque con distintos roles de protagonismo en sus equipos, están baqueteados en la alta competición. El resultado fue una España más hecha y más imponente, pero no solo con el rival.
La jugada del penalti sobre Koke escenificó a esa España más curtida y perrera. Nada más escuchar los quejidos de Koke por la torpe patada que Hromada le propinó en un gemelo, Busquets se lanzó sobre el colegiado, el holandés Kuipers, para reclamar la infracción. El centrocampista del Atlético también hacía lo mismo señalándose la zona golpeada por el mediocentro eslovaco en su intento por despejar la pelota. Suficiente para que Azpilicueta se diera una carrera de 40 metros para rodear al colegiado y luego lo persiguiera hasta la pantalla del VAR para seguir insistiendo. El navarro no había visto de cerca la jugada, pero había escuchado a Koke gritar que el penalti era clarísimo y no paró de repetírselo al árbitro mientras este revisaba las imágenes. La presión sobre el árbitro fue un detalle muy significativo de esa España más resabiada encabezada por Busquets. “Somos un equipo joven, pero también hay jugadores con mucha experiencia en la selección y en sus equipos. Aquí hay ganadores de la Liga, de la Europa League y de la Champions. Intentamos sacar lo mejor de cada generación”, reflexionó Busquets.
El liderazgo del capitán en su regreso tras pasar la covid-19 le dio un empaque a la selección que no se le había apreciado en los dos primeros encuentros. Su presencia ofreció una tranquilidad y una naturalidad en la dirección del juego de la que emergió un plan ofensivo más fluido y clarividente que en los encuentros precedentes. Del magnetismo que ejerció el barcelonista emanó una sensación de seguridad en el resto del equipo que no se había apreciado ante suecos y polacos.
Ni siquiera el fallido penalti descompuso a la selección. En el primer gol, los reclamos de Koke a Morata cuando la pelota bajaba tras repeler el larguero el zambombazo de Sarabia fueran otra muestra de oficio. “No toques al portero”, le gritó el rojiblanco al delantero de la Juventus para evitar que el colegiado señalara falta ante cualquier posible contacto en el área pequeña, donde el reglamento dicta que los guardametas son intocables.
El resultado que dio el pelaje de equipo más curtido presentado ante los eslovacos invita a pensar que Luis Enrique lo mantendrá para medirse a Croacia. La piel dura de los croatas, que compiten inflamados por un fuerte sentimiento nacionalista, pondrá a prueba a esa mezcla de veteranos y novatos que trata de ensamblar Luis Enrique desde el primer día de concentración en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. Tras el empate con Polonia, el preparador asturiano insistió a sus jugadores en la necesidad de mostrarse como un equipo más contundente no solo en el gol, también a la hora de realizar faltas tácticas. “No pasa nada si hacemos una y nos volvemos a juntar, tenemos que ser inteligentes”, advirtió Koke en una entrevista concedida a este periódico en la previa del partido con Eslovaquia.
“Podemos jugar contra ellos, lo demostramos en el segundo partido de la Liga de Naciones, aunque ahora es un equipo completamente diferente, lleno de jugadores jóvenes”, advirtió ayer el seleccionador croata Zlatko Dalic, que confía en su vieja guardia encabezada por Modric para frenar a España.
Suscríbete aquí a nuestra newsletter especial sobre la Eurocopa 2021
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.