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Eriksen, el último gran talento danés

Avalado por Cruyff y pulido por Bergkamp, Pochettino y Conte, el medio ha convivido con las comparaciones con Laudrup hasta ganarse un nombre con Dinamarca

Eriksen, durante el duelo ante Finlandia, el pasado sábado.
Eriksen, durante el duelo ante Finlandia, el pasado sábado.Wolfgang Rattay (AP)
Jordi Quixano

Después de empatar a cero en la ida de la repesca, Dinamarca viajó a Dublín con serias dudas sobre si conseguiría el salvoconducto para participar en el Mundial de 2018. Ya se habían perdido la pasada Copa del Mundo y se dudaba de una selección con más nombres que juego. Peor se puso el asunto cuando Irlanda consiguió adelantarse en el marcador, nada más abrirse el telón. Pero Christian Eriksen (Middelfart, Dinamarca; 29 años) cogió las riendas y el balón para firmar un triplete —”mi mejor recuerdo”, apunta el futbolista— y acabar por sellar el pase de su selección (1-5). Al fin, el mediapunta que siempre había sido comparado con Michael Laudrup —su ídolo junto con Totti—, al que siempre consideraron como su sucesor desde que en juveniles se marchó al Ajax, decía la suya. Ahora, por el contrario, de nuevo con el escudo danés sobre el pecho y bajo el marco de esta Eurocopa, Eriksen se desplomó ante Finlandia y su futuro en el fútbol está en el aire.

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“Fue una situación muy dura que a muchos nos hizo recordar el episodio ocurrido con Abdelhak Nouri”, señala Ruben Jongkind, entonces director de desarrollo de talento en la Ajax Academy y ahora asesor estratégico del Volendam. Al centrocampista Nouri, en 2017, le dio un ataque cardiaco sobre el césped durante un amistoso ante el Werder Bremen, en tierras austriacas. El problema fue que se tardó mucho tiempo en reanimarle, varios minutos que marcaron la diferencia porque pasó dos años y nueve meses en coma, además de que le quedaron daños cerebrales permanentes, incapacitado ya para jugar. “Reconocemos nuestra culpa”, admitió con la voz entrecorta Edwin van der Sar, entonces gerente del Ajax. “Sí, cuando vi que a Eriksen le reanimaban de inmediato, sentí un gran alivio”, apunta Jongkind, “porque nadie se merece pasar por eso, pero menos Christian, que es mejor persona que jugador”.

Después de reventar las ligas cadetes con el equipo de Middlefart, Eriksen pasó al Odense. Un tesoro que contaba con 15 años y que se les quedaba grande, por lo que lo ofrecieron a diferentes canteras, como la del Barcelona —gustó, pero se negaron a pagar un millón de euros— y la del Chelsea, que desesperó al padre de Christian cuando le reclamaron una tercera semana de pruebas y acabó por negarse. Por entonces, el Ajax ya estaba dispuesto a invertir en un jugador que con los años —ya en 2013— se marchó al Tottenham por 13 millones.

“Cuando jugaba en Dinamarca, pensaba que era bueno, pero no lo fui hasta que crecí en el Ajax, durante mi primer año”, reconocía el jugador. Entre otras cosas, porque le pusieron tres entrenadores individuales que trabajaban con él tres días a la semana, además de las sesiones con el filial ajaccied. Wim Jonk —entonces jefe de la cantera del Ajax y ahora entrenador del Volendam— y el elegante Dennis Bergkamp —que se ganó su nombre en el Arsenal y el Inter, entre otros— se dedicaron a mejorar su fútbol en el último tercio del campo. “Le enseñaron a finalizar, a dar el pase en el momento correcto, a ganarse su espacio…”, recuerda Jongkind; “y yo trabajé con él el apartado físico porque cuando llegó apenas se movía en unas parcelas y le forzamos a ser un jugador box to box [de área a área]. Tan bien lo hizo, tan focalizado estaba en mejorar por más que apenas hablara, que en un año ya alcanzó el primer equipo”. Y, además de evidenciar que el trabajo funcionaba porque fue el quinto jugador que más kilómetros hizo en la siguiente edición de la Champions (2010-11), fue escogido el talento del año, también el futbolista más joven en el Mundial de 2010, cuando cumplió la mayoría de edad. Durante esos días Johan Cruyff, entonces asesor y gurú del Ajax, afirmó: “Eriksen tiene un talento espectacular. Es inteligente y realmente bueno. El tiempo dirá si es como Laudrup”.

Capital en el equipo holandés, el Tottenham acabó por ficharle, aunque tardó un tiempo en amoldarse a la Premier. “Era cuestión de tiempo porque hay pocos jugadores tan inteligentes como él”, expone Jongkind. Así, a base de lanzamientos de falta —gran especialista en esa suerte— con su 43 de calzado, con el pase preciso y las llegadas puntuales al área, se ganó el cariño de los Spurs y también del vestuario, que acabaron por llamarle Golazo —mote que le puso el técnico Mauricio Pochettino— por su capacidad para sorprender con el disparo y los tantos. Siete temporadas y 305 encuentros más tarde —resumidos en 69 goles y 85 asistencias—, el Inter decidió pagar 27 millones por él. Pero, de nuevo, le costó horrores asentarse en el equipo lombardo, al punto de que el director deportivo Beppe Marotta, al inicio del curso, lo situó públicamente en el mercado: “Está en la lista de transferibles. No es un insulto a su profesionalidad. Se ha dado así y es justo que vaya donde pueda jugar con más asiduidad”. Pero Eriksen no estaba conforme. “Él sabía que podía dar más, que podía encontrar su sitio también en Italia”, señala Jongkind. Y así fue, aunque por sorpresa lo encontró de mediocentro y no de enganche. “Nadie se irá”, rectificó unos meses después el técnico Antonio Conte, que ha llevado al equipo a ganar el Scudetto; “y con Christian estamos trabajando en lo táctico para encontrar una alternativa a Brozovic, que es algo que no tenemos”.

Pero eso sería al regreso de la Eurocopa, torneo que le puede haber marcado de por vida y para mal a Eriksen. Dorthe y Thomas, los padres, rezaban junto a su hermana Louise —también defiende los colores de Dinamarca— al tiempo que desde el hospital y la federación danesa informaban de que el jugador estaba estable. Queda por ver si eso no priva al aficionado de su fútbol, uno avalado por Cruyff, moldeado por Bergkamp, pulido por Pochettino y apuntalado por Conte. Uno diferente y único.

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