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El eritreo Girmay vuelve a alzar los brazos y gana su segunda etapa en el Tour de Francia

El ciclista de Intermarché se impone al ‘sprint’ para reforzar su ‘maillot’ verde en una etapa de soliloquio de Abrahamsen, que también defiende con honor los lunares

Girmay Tour de Francia
Girmay, vencedor de nuevo en una etapa del Tour.GUILLAUME HORCAJUELO (EFE)
Carlos Arribas
Colombey les Deux Églises -

En Montbard, no muy lejos de la salida, la calle principal se llama Michel Servet y uno esperaría, dado el enorme número de sabios fisiólogos por metro cuadrado en la caravana del Tour, que todos se hubieran reunido en masa en uno de los inmensos campos de centeno que rodean el apacible pueblecito para rendir homenaje al genio aragonés que, antes de arder en la hoguera por hereje, les enseñó la circulación pulmonar de la sangre, tan importante para que un fenómeno como Biniam Girmay, una bomba al sprint en cuesta, y la cruz de Lorena del pueblo del general De Gaulle, presidente francés en tiempos de descolonización de su continente, le señaló el camino, alimentara sus músculos en el esfuerzo espléndido que le llevó, 180 kilómetros más allá, a ganar su segunda etapa en el Tour.

Jonas Abrahamsen, durante su escapada en solitario en la etapa de este sábado.
Jonas Abrahamsen, durante su escapada en solitario en la etapa de este sábado.Stephane Mahe (REUTERS)

El eritreo, heraldo del ciclismo africano que quiere tener vida propia, es el primero que en este Tour repite victoria, y va lanzado a por el maillot verde. No encontró en la última recta, cinco kilómetros de toboganes y viento de cara, más que rivales traicionados por su ansia, como Arnaud de Lie, el Toro de Lescheret, un sprinter compacto de dinamita y favorito de la jornada, que gastó toda su energía rodando en cabeza por los muchos repechos y al que ni siquiera el fenomenal trabajo de Victor Campenaerts, su chico de confianza, el ciclista con cordones en las zapatillas negras, pudo lanzar más allá de un encontronazo cuando intentó pasar entre Philipsen, precipitado al iniciar el sprint, y Girmay, que remontaba.

No había fisiólogos en el desierto al mediodía Montbard bajo el chaparrón pero sí hubo, sorprendentemente, una fuga. Más bien, un monofugado, el noruego de lunares Jonas Abrahamsen, rey de las cuestas y de la combatividad, a quien el pelotón, feliz de tener un objetivo, mantuvo al baño maría hasta falta de 14 kilómetros. “No hay fugas”, explicó Girmay, “porque todos los equipos o tienen sprinter o tienen gente para la general, y no pueden derrochar a su gente”. Este hecho constatado fastidia al líder, Tadej Pogacar, a quien le gusta que el pelotón vaya ordenado, cada uno en su sitio, cada uno con su misión en él, y, ayudado también por la despreocupación con la que su UAE maneja las riendas, se encuentra siempre metido en situaciones caóticas y fuera de sitio, y solo a veces.

En la sala de prensa —ubicada bajo la inmensa cruz lorena (dos brazos horizontales) de granito en el faraónico espacio dedica por su pueblo, Colombey les Deux Églises, al general De Gaulle, que allí pasaba los veranos y los retiros, y es casi un santuario religioso a mayor gloria del teorizador de la grandeur francesa— Pogacar se calzó simbólicamente el quepis con las dos estrellas del general y sin necesidad de montarse en el Tiburón Citroën negro brillante expuesto, dio su visto bueno a la batalla de los caminos blancos del domingo, ”un obstáculo más”, dice. “Como en cualquier otra etapa, pueden pasar muchas cosas y hay que estar preparado, concentrado de principio a fin. No es tan complicado, pero puede complicarse”, subrayó, y recordó a los jóvenes Ayuso y Almeida, y sus presuntas tentaciones de organizar un Mayo del 68, quién manda en el UAE. “Tenemos un equipo muy fuerte. Tenemos a João, a Juan y también a Adam [Yates] muy cerca en la general. Tenemos muy buenas cartas”, dijo. “Y por ahora, el ambiente sigue siendo bastante bueno. Pero vamos a ver cómo será el estado de ánimo en la última semana. Es la primera vez que corro con los dos, João y Juan, juntos, y nunca corrí mucho con Juan. Creo que todo irá bien. Todos sabemos por qué estamos aquí y cuál es el objetivo principal”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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