Toda la presión para Remco Evenepoel en la contrarreloj de Valladolid
El campeón belga necesita sacar una gran ventaja a Vingegaard y Roglic para mantener sus aspiraciones de ganar de nuevo la Vuelta a España
Cuando hace 40 años por esa misma carretera Bernard Hinault ganó la contrarreloj con 10s de ventaja sobre Julián Gorospe, de amarillo, el hotel que comparten el Movistar y el Jumbo en la prolongación del paseo Zorrilla era una huerta y al lado había pinares y no un centro comercial y viviendas adosadas, Greg LeMond y Laurent Fignon eran unos chavales que debutaban en una gran vuelta y ni habían nacido aún los ingenieros que crearon las ruedas Reserve, llantas de carbono devoradoras de las turbulencias por otras generadas, que los mecánicos del equipo de Roglic y Vingegaard miman con la reverencia religiosa con las que los grandes bodegueros tratan sus mejores vinos. Son las ruedas, las bicis, el arma clave de un ciclista en una contrarreloj tan llana como la que en 25,8 kilómetros por Valladolid, Pisuerga arriba, Pisuerga abajo por el paseo Zorrilla, y un poco Pisuerga de lado a lado para subir un repecho de un kilómetro hacia el estadio, marcará el comienzo de la Vuelta verdadera, la del fin de los juegos florales, de los fuegos artificiales de los repechos y las montañitas en las que se exhibieron los Jumbos con más ripios fáciles que poesía dura. Comienza lo serio. Comienza la presión para Remco Evenepoel.
El campeón belga es fuerte en las contrarrelojes y un enigma en la alta montaña. En los dos Giros que ha comenzado se retiró antes siempre de los Dolomitas. En el Tour aún no ha debutado. La Vuelta que ganó, a los 22 años, solo tuvo en Sierra Nevada un día de gran montaña. En 2023, el fin de semana que llega tendrá el Tourmalet y el terrible encadenamiento Larrau, por el lado duro, Belagua, y también el Angliru en la tercera semana. Y los grandes rivales de 2022 fueron Enric Mas y Juan Ayuso, que siguen estando fuertes en 2023, pero también están Jonas Vingegaard, ganador de los dos últimos Tours por delante de Tadej Pogacar, quizás el mejor corredor del mundo, siempre primero en todas las carreras, y segundo en el Tour, y Primoz Roglic, ganador este mayo del Giro que Evenepoel abandonó por el covid, y siempre sembrado en la Vuelta.
Evenepoel es el favorito en Valladolid, el Hinault del siglo XXI, pero no le bastará con ganar sin más, necesitará una ventaja suficiente para moverse a la defensiva en las altas montañas. “Si puedo sacar medio minuto, estaría bien”, dijo el belga, que lucirá el arcoíris de campeón del mundo contrarreloj. “Será rápida, propicia para un especialista”. En un recorrido tan plano, pero más largo (35 kilómetros, 50,7 kilómetros por hora de media) y lluvioso, el belga sacó 17s a Roglic. En el Tour (22,4 kilómetros más duros, 41 de media), Vingegaard aventajó en 1m 38s a Pogacar.
Mientras los mecánicos trabajan las cabras, las ruedas lenticulares, los platos de 60 dientes, piñones de 11, Enric Mas, a dos metros de ellos, habla de sus previsiones, que son la de terminar entre los cinco o seis primeros sin perder mucho tiempo, un mucho que no cuantificó, aunque sí precisó: “A lo mejor mañana un desastre de crono, pero yo tengo fe y confianza en que saldré bien parado de esta. No los veo tan superiores”.
Entre las 16.46, hora a la que saldrá Ayuso, y las 17.02, cuando lo hará el líder, Sepp Kuss, partirán todos los favoritos de la plaza del Poniente separados por dos minutos: Mas (16.48), Vingegaard (16.50), Roglic (16.52) y Evenepoel (16.54).
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