El Barça se hace grande en Grecia ante el Olympiacos
El equipo azulgrana vence sobre la bocina de la prórroga (80-82) y recupera el factor campo en la eliminatoria para poner la soga al rival
El Barça hizo lo complicado, que fue llevar el envite a la prórroga y silenciar por un momento al efervescente Estadio de la Paz y la Amistad del Olympiacos. También superó lo improbable al sumar cinco puntos de carrerilla –alley-oop de Vesely y triple de Satoransky– para igualar el duelo en el tiempo extra; y hasta pudo con lo imposible, pues un triple sobre la bocina de Parker fue castigado con personal y el norteamericano sentenció desde los tiros libres para devolver al Barça el factor campo, toda vez que le vale con una victoria en dos duelos (primero en El Pireo; después en el Palau).
OLYMPIACOS, 80 - BARCELONA, 82
Olympiacos: Walkup (10), Canaan (0), Peters (8), Sikma (0) y Fall (8) –quinteto inicial–; Williams-Goss (9), Wright (16), Larentzakis (3), Petrusev (18) y Mckissic (8).
Barcelona: Ricky (0), Laprovittola (12), Kalinic (5), Parker (13) y Vesely (16) –quinteto inicial–; Da Silva (2), Brizuela (2), Satoransky (13), Hernangómez (13) y Abrines (6) y Jokubaitis (0).
Parciales: 13-13, 24-19, 14-25, 20-14; y 9-11.
Árbitros: Ilija Belosevic (Serb), Mehdi Difallah (Fra) y Milan Nedovic (Eslo). Sin eliminados.
Estadio de la Paz y la Amistad. 12.000 espectadores.
No se amedrentó de inicio el Barcelona ante el eléctrico ambiente del estadio del Olympiacos, una auténtica olla a presión, gritos hasta perder la garganta, llama del baloncesto. Pero Vesely con una de esas canastas que tanto le gustan, lanzamiento de media distancia, y Laprovittola explicando que no le sobra velocidad ni centímetros pero sí habilidad para sumar dos bandejas consecutivas, aclararon que no sería por nervios. Sucedió que el Olympiacos se refugió en Peters desde el exterior y Fall desde la botella -amén de sus rebotes- para ponerle remedio, para voltear el asunto y remarcar que no quieren ser un actor secundario de la eliminatoria sino el protagonista principal, un Oscar hacia la Final Four, empate al cerrar el prólogo (13-13).
Trataba de correr el Barça al tiempo que el Olympiacos se esmeraba en cortar las líneas de pase, ambos equipos imponiéndose en las defensas antes que sobre la canasta rival. Pero los garrotes se sucedían de aro a aro, sorbos de talento, festival entrecortado. Triple de Larentzakis; un dos más uno para Willy Hernangómez; mate de Wright; canasta en suspensión de Da Silva… Hasta que Petrusev volvió a significarse en la eliminatoria, hasta que Wright se hizo grande bajo el aro, hasta que el Olympiacos puso tierra de por medio. Bofetada sonora al entreacto, 37-32, siete puntos de diferencia y todo un mundo en un estadio que reverberaba, por más que no se vieran bengalas y láseres como habitúa [así lo pidió la directiva].
Volvió con ganas el Barça, sonrojado pero decidido a no quedar descabalgado antes de tiempo, por lo que se subrayó desde la periferia, tres triples (Satoransky, Laprovittola y Parker) para revivir y poner las dudas en el rival. Pero no el silencio en un pabellón que bullía y vibraba, que alimentaba el hambre competitivo del Olympiacos, acaso de Peters y Walkup con la réplica desde el extrarradio. Pero los azulgrana ya estaban en combustión, siempre con la muñeca de Laprovittola como amparo, también la gazuza de Hernangómez y las inspiraciones de Parker, un parcial de 14-25 para llegar al acto final con seis puntos de ventaja. Poco para el infierno de El Pireo.
Aunque Hernangómez sacó músculo, el Olympiacos conectó con su abrasiva afición, abucheos o ánimos a miles de decibelios que parecían condicionar a los colegiados -se señaló una antideportiva a Laprovittola sin sentido y se permitió el contacto más de lo lógico- del mismo modo que restaban las virtudes azulgranas para cebar la otra canasta. Intriga por resolver, pues a falta de tres minutos el luminoso marcaba 64-63. Y llegó el triple de Petrusev desde casi su campo, cuando se acababa la posesión griega, puño al aire, júbilo griego y colleja dolorosa para un Barça que perdió la muñeca cuando más lo necesitaba. No así Abrines, que dio una bola extra, que dejó el duelo en un brete -dos puntos- cuando faltaban 50 segundos. Y eso aprovechó Laprovittola, que aguantó el tipo y descorchó de nuevo su clase, canasta a aro pasado con siete segundos por disputar. No atinó William-Goss y el envite se fue a la prórroga. Donde Parker puso la guinda y el Barça se hizo grande, mayor.
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