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Así se ha metido Marta García en la final de 5.000m: sin regalar un metro y enganchada a la cuerda de la keniana Faith Kipyegon

La palentina es una de las cuatro europeas que luchará con Chebet y el resto de africanas en la final del sábado

Fernando Miñana

Marta García tenía claro el plan. La palentina quería clasificarse para la final de los 5.000 metros con el mínimo esfuerzo. Sin regalar un metro. Atada a la cuerda. Detrás de la belga Van Es, que marcaba el ritmo del pelotón a unos metros de la japonesa Hironaka, que andaba de aventura suicida al marcharse por delante en solitario. El público, entusiasmado, gritaba de pura emoción cuando su compatriota pasaba por delante. Así fueron cayendo las vueltas hasta que decayó la europea y Faith Kipyegon decidió que había llegado el momento de poner orden.

La plusmarquista mundial de los 1.500m y la milla devoró a Hironaka y liquidó a Van Es. Marta García no se azoró y siguió fiel a su plan. Daba igual quién marcara el ritmo y se clasificó con comodidad —pasaban las ocho primeras— después de entrar cuarta (14m 56,96s) en el mismo segundo que la etíope Gudaf Tsegay, la vencedora, Kipyegon, segunda, y la australiana Rose Davies, tercera.

La española se puso delante de los fotógrafos, les dedicó unos corazones y se marchó con prisas. Después, unas palabras, también apresuradas, para irse a correr. “La idea era estar siempre en la cuerda, con colchón. Cuando la belga ha decaído no he tenido dudas. Me ha venido hasta bien para tomarme un refresquillo hasta que llegaba la gente y empezaba la carrera”.

Las semifinales apearon del desenlace a casi todas las europeas. En su serie, solo avanza ella. Las pruebas femeninas de fondo mantienen la supremacía de las africanas, pese a que Nadia Battocletti, que fue subcampeona en el 10.000m, ya les ha robado algunas medallas.

La plusmarquista española asegura que no ha hecho cálculos para imaginar dónde puede estar en la final del sábado (14.29 hora de España). “Solo voy a seguir a las que pueda hasta la meta”. Marta García sale volando porque el día no ha acabado para ella. Aún le queda salir a correr unos minutos “tirando a fuerte” para limpiar lactato y ayudar en la recuperación.

Idaira Prieto no aguantó tanto. La segoviana, como la obstaculista Marta Serrano, competía en un Mundial en Tokio emulando a su padre. Antonio Prieto y Antonio Serrano, ahora padres y entrenadores de sus hijas, coincidieron los dos, casualmente, en el Campeonato del Mundo de Tokio del 91. La nueva Prieto se descolgó a partir del paso por el 3.000m y entró decimoquinta con su segunda mejor marca de siempre (15m 11,16s) en la semifinal dominada por la plusmarquista mundial, Beatrice Chebet.

Un puesto más atrás, el decimosexto, se llevó Jaël Bestué, una velocista que salió contenta con el resultado, pero que elevó las expectativas, sin quererlo, después de aquella carrera fantástica, también por la calle 9, en Vallehermoso, cuando batió el récord de España de los 200 metros (22,19s). Ese día mucha gente empezó a verla como una posible finalista, algo que ella cree excesivo. “No me quiero ir de aquí con un mal sabor de boca porque el puesto 16 se dice muy rápido y es muy difícil, tiene mucho trabajo y tiene mucho mérito. No sé para otras personas que hablaban de que podía estar en la final. Aquella marca es muy buena y me hace más ambiciosa, pero también soy realista”.

La barcelonesa, que salió a arriesgar, que hizo el primer 100m “a todo gas”, aún tiene el relevo de 4x100m por delante. El sábado serán las semifinales y el domingo, si España se ha clasificado, la final.

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Sobre la firma

Fernando Miñana
Lleva en el periodismo desde 1993. Primero en 'Las Provincias' y escribiendo para los periódicos del Grupo Vocento, y ahora en EL PAÍS. También colabora con Valencia Plaza y la revista 'Corredor'. Viaja habitualmente a los campeonatos internacionales de atletismo.
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