Ir al contenido
_
_
_
_

Bajo la lluvia, el relámpago McLaughlin se queda a 18 centésimas del récord de los 400m en la mejor carrera del Mundial

La norteamericana (47,78s) y la segunda clasificada, la dominicana Marileidy Paulino (47,98s), se convierten en las dos únicas mujeres que han bajado de 48s en los últimos 40 años

Carlos Arribas

El moño modesto con el que recoge su rizada melena, emplastado por la lluvia que cae y empapa el tartán, no le tiembla ni un segundo, una décima ni una centésima de los 47,78s que Sidney McLaughlin necesitó, flotando más que corriendo, un relámpago, para dar una vuelta completa a la pista empapada del Estadio Nacional de Tokio. Noche cerrada, temperatura fresca súbita y viento. No se le movió el moñito más que cuando nada más cruzar la línea de meta, la primera campeona del mundo, giró el cuello a la izquierda para mirar la pantalla gigante del Seiko, el cronómetro en el que aún temblaba un tiempo de 400m que comenzaba por 47s, algo que no se había visto en una pista en los últimos 40 años, y solo dos veces.

Pese a ello, pese a derrotar a la alada dominicana Marileidy Paulino, que también acabó con un tiempo inferior a los 48s (47,98s, tercera mejor marca de la historia, superando por una centésima los 47,99s de la checa Jarmila Kratochvilova en el Mundial de Helsinki 83), y que tanto la urgió; pese a sumar un nuevo título mundial a los dos que ya tenía en 400m vallas, y uno olímpico, el rostro sereno siempre hasta en el máximo esfuerzo de la atleta norteamericana se torció en una mueca de decepción, una mínima arruga en la boca que no demostró la menor alegría: no había alcanzado el verdadero y único objetivo que la ha mantenido motivada y trabajando todo el año, casi toda la vida, borrar de los libros el récord mundial más antiguo que sobrevive, los 47,60s que bordó la alemana de Rostock Marita Koch el 6 de octubre de 1985 en Canberra.

McLaughlin intentó un acercamiento equilibrado al récord, un planteamiento pensado para 47,50s que frustró el viento de cara en la contrarrecta, donde mejor viene que sople a favor. “Después de una curva inicial en 11,71s, creo que se le ha ido el récord en el tramo del 100 al 200, 11,24s, y en la curva del 200 al 300, 11,92s, analiza el técnico Valentín Rocandio. “Luego, Paulino la apretó más de lo que esperaba. En el último 100 ha tenido un primer 50, a la salida de la curva, buenísimo, pero allí alcanzó ya su pico de lactato, y se clavó en los últimos 30”.

La carrera por la victoria fue más intensa aún que la carrera por el récord. Los números hablan de ciencia, prosa sobria y exacta; la pelea es épica, prosa exaltada, emociones, el grito del público, la expectación y el suspense de las grandes ocasiones, y el ooooooohhh de desencanto, pese a la excepcional belleza de la mejor carrera del Mundial.

Correr por la calle cinco no le duele a McLaughlin, que no tiene unas piernas exageradamente largas y su tobillo la levanta e impulsa perfecta en las curvas no necesariamente muy amplias. Además, desde la calle central de la pista tiene una visión perfecta de por dónde anda sus rivales, la bahreiní Naser en el primer 100; la dominicana de fuego en los restantes 300 metros. La calle nueve, la más exterior, no beneficia a Paulino, que lamenta haber tenido que correr sin “ninguna referencia visual”. Ella se convierte sin embargo en un magnífico blanco móvil para la norteamericana, que la aventaja en 21 centésimas en el paso por los 100, y se dispone a administrar la ventaja sin romper su ritmo regular de metrónomo, sin alterarse. En el 200, Paulino le ha recortado siete centésimas, y cuatro más, hasta quedarse en 10 en la entrada de la recta final. “Me ayudó mucho tener a Marileidy en la calle exterior, donde podía verla. Bob Kersee, mi entrenador, me dijo que saliera de tacos lo más rápido posible [171 milésimas], que no me durmiera. Sabía que ella y Naser [medalla de bronce, 48,19s] me iban a presionar, pero lo importante era mantener la compostura”.

El esfuerzo hasta los 350 metros le permite aumentar su ventaja final hasta las 20 centésimas, pero le priva quizás del récord. Sus últimos 100m los corre en 12,91s. “Había mucha gente que creía que era un error pasar a los 400 lisos, pero siempre tuve fe en mí, en mi entrenamiento y en mi equipo”, dice McLaughlin, que cita a Kersee y a su mujer, la heptatleta y saltadora de longitud Jackie Joyner-Kersee, que posee desde 1988 el récord mundial de la combinada. “Solo soy una persona corriendo en la pista, pero tengo un ejército detrás de mí, cientos de personas ayudándome”.

Koch podrá disfrutar un poco más de una marca que representa por su longevidad, y, por su carácter extraterrestre, demuestra la eficacia del régimen de dopaje de la RDA, las pastillas de anabolizantes cada mañana con el desayuno desde niñas en las escuelas de deporte. Cuatro décadas de evolución de los entrenamientos, de mejora de las pistas, de la nutrición, de las zapatillas con placa que catapultan los pasos, el crecimiento de una generación que se empuja hacia lo más difícil y el nacimiento de un talento único en Nueva Jersey el 7 de agosto de 1999, solo han permitido acercarse a 18 centésimas. A rozarlo y a quemarse un poco las yemas de los dedos. Pero no durará mucho más. Eso promete también la campeona olímpica Paulino, que combina la desazón de bajar de 48s, como había anunciado, y no ganar, con la convicción de que, empujada por sus rivales, acabará batiendo ella el récord imposible.

Bronce para Yulimar Rojas

Todo en Yulimar Rojas fue espectacular bajo la lluvia salvo sus saltos. Sus voluntad de superación, extensiones felices, sus zapatillas decoradas con una versión manga de su rostro firmada por el dibujante madrileño Martín Redondo, y la leyenda I’m back y el nombre de su entrenador, Iván Pedroso, su baile boxístico, herencia genética de sus dos padres boxeadores, el biológico y el adoptivo, su actitud, tranquilos, esto es solo un ensayo, tras un primer salto de 14,76m, una nadería para una como ella que en sus tiempos buenos saltaba 15 metros casi sin querer y en el mismo estadio olímpico de Tokio en el que regresa al atletismo tras dos años parada por una rotura del tendón de Aquiles ganó el oro olímpico en el 21 y dejó el récord mundial en 15,67m. Y ahí se acabó. Fue su mejor salto en una tarde en la que, falta de competición, se diluyó bajo la lluvia, bien arropada por una sudadera. Pese al tiempo borrascoso y tirando a frío, fue una noche de esplendor caribeño. A Rojas, caribeña de Venezuela entrenada por un cubano, la superó la superaron una cubana (Leyanis Pérez, de 23 años, con 14,94m) y la campeona olímpica en su ausencia en París, Thea Lafond (14,89m) de Dominica. “Volveré más fuerte”, anunció la venezolana después de su exhibición de fuerza de voluntad y humildad: después de cuatro oros consecutivos, la última medalla es un bronce. “Pero me sabe a oro después de lo pasado”,

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_