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Saúl Craviotto: “He analizado el famoso precipicio de la retirada”

El piragüista, máximo medallista olímpico de la historia de España, presenta el documental de Informe+ que cuenta su vida mientras reflexiona sobre el final de su carrera

Saúl Craviotto
Diego Torres

“¿Se imagina haciendo esto con 60 años?”. La célebre pregunta que Dick Cavett hizo a Mick Jagger en 1972 fue seguida de una no menos célebre respuesta: “¡Fácilmente!”. Los bailarines y los poetas pueden permitirse imaginar una larga vida dedicada a la interpretación. Los héroes olímpicos, en cambio, conviven con el reloj con más ansiedad. Después de cinco olimpiadas sucesivas, el piragüista Saúl Craviotto (Lérida, 1984), el medallista más prolífico de la historia de España en los Juegos, comienza a programar su retirada, que se producirá, como mucho, dice, en Los Ángeles de 2028. El lunes pasado presentó el documental que cuenta su historia en el Espacio Movistar en la Gran Vía de Madrid, Craviotto de Informe+, que puede verse en Movistar Plus+.

Pregunta. Usted no es Mick Jagger. Practica una actividad que le pone un límite en la mitad de la vida. Se ha dedicado a algo que produce una emoción y una adrenalina adictiva y de pronto tiene que dejarlo. ¿Cómo proyecta este tránsito?

Respuesta. Nos pasa a todos los deportistas. Es el famoso precipicio de la retirada. Lo que he hecho es analizarlo. Con 18 años ya aprobé la oposición a Policía Nacional. Con 19 juré el cargo. No he puesto todas las cartas en el piragüismo. He tenido claro diferenciar entre sueño y metas. Mi sueño era ir a unos Juegos, ganar medallas, pero me he ido marcando propósitos paralelos. La Policía me ha dado una red de seguridad. Esto es como una cuerda de trapecista que te cruza de un punto A a un punto B en una línea muy delgada entre un edificio y otro. Abajo hay asfalto. Tú no puedes dedicarte únicamente a ser olímpico. Para mí la red de seguridad es ser Policía. Luego tengo muchas inquietudes. Tengo inversiones inmobiliarias, tengo participaciones en un restaurante, en empresas tecnológicas... Me he seguido formando y estudiando. No he esperado a llegar a ese precipicio para decir: “¡Ostra! ¡Mitad de vida con 40 años y no he trabajado nunca ni poniendo cafés! ¡No sé ningún oficio!”. Eso lo he tenido muy claro.

P. Repite que la clave del éxito es la visión de un propósito. ¿Cómo imagina ese horizonte cuando deje de competir?

R. A nivel deportivo estoy en una etapa en la que sé que tengo una caducidad. Lo he trabajado. Y he trabajado en otras parcelas. Siempre queremos subir un escalón más y los propósitos a veces no son ascendentes, son descendentes. Con el ritmo de vida que tengo, yo no paro. Para mí el propósito es bajar el escalón. Pasar más tiempo con mis hijas. Darme más tiempo a mí. La definición de éxito no es la misma con 40 años que con 30. Para mí el éxito es tener más espacio en el calendario de la agenda semanal en verde, donde pone familia. Ahora estoy dando conferencias. Es un mundo que me está gustando. Yo que soy tímido, si me dices hace 20 años que voy a estar dando charlas para 500 personas, o para empresas, no me lo habría creído. A mí, hablar en público me da pánico. Lo paso fatal. Pero me está apasionando. Enseño a emplear herramientas, sistemas y metodologías extrapolables al mundo empresarial, laboral, académico, que sirven para conseguir cualquier propósito. No doy consejos. Ofrezco sistemas que a mí me han ayudado. Para competir, para ganar Master Chef, para aprobar una oposición... Me satisface porque me encuentro con personas que me dan las gracias porque les he ayudado a planificarse, o a simplificar. A veces nos complicamos. Me gustan las herramientas que te ayudan a ser práctico.

P. ¿Para ganar seis medallas olímpicas en cinco Juegos sin dejar de poner su cuerpo en el umbral durante 20 años hace falta ser muy conservador o hay que romper convenciones?

R. Me considero un tío muy disciplinado que se marca una ruta. Pero estoy dispuesto a escuchar y a tener la humildad suficiente para saber dónde tengo carencias por falta de inteligencia, de tiempo, de capacidad, de lo que sea. Sé poner en mi entorno a gente que es mejor que yo. Tengo la mente abierta. Si no, no puedes ser tu mejor versión. Esto a veces va contra el ego. Si no dejas el ego de lado, no te dejas ayudar. Tú solo no puedes.

P. ¿Lo suyo es una forma de locura o es todo lo contrario?

R. Es el deseo de dominio. La capacidad de controlar las situaciones.

P. Durante el documental solo se le ve emocionado y al borde de las lágrimas cuando recuerda el Mundial de Milán de 2015, tal vez su mayor fracaso deportivo.

R. No me emocionó el fracaso. Me emocionó sentir que a mis padres les daba igual que perdiera una competición. Estaba en la habitación de mi hotel, bajé las persianas, estaba solo, y mi madre me llamó: “Bájate, bájate a tomar un helado”. Hablamos. No hablamos de piragüismo. Sentí esa paz… A mis padres les da igual que tenga seis medallas. Ellos querían que yo estuviera tranquilo. Eso es el éxito, que tus padres te quieran.

P. Usted aparenta un cuerpo perfecto. Pero cuenta que tiene una pierna más larga que la otra.

R. Soy el único con dismetría del equipo del K-4. Once milímetros. No es tanto. Pero si pones el taco al revés, como me pasó por error en los Juegos de Pekín, ya son 22. Para el día a día no hay problema. Para la piragua, el lado izquierdo de la pala me entra más lejos que el derecho. Vamos al milímetro e intentamos ajustar. Si tienes una pierna más corta pones un suplemento de madera o lo que sea. Pero claro, si lo pones al revés… Para que veas lo berzas que éramos en aquella época.

P. Su don está en la mente: imaginación, equilibrio, liderazgo, sentido del ritmo… ¿Cómo lo adquirió? ¿Es de nacimiento? ¿Es consecuencia de algún trauma que le formó el carácter?

R. Siempre he sido bastante analista. Acabo una competición en la que las cosas han ido mal y yo soy de los que en el avión, volviendo a España, no espero una semana o dos. En caliente, cojo un papel y un lápiz y anoto todo lo que ha ocurrido, cuáles han sido los posibles motivos de por qué hemos fallado. Son análisis que tienes que hacer en caliente porque pasadas dos semanas ya nadie se acuerda de los pequeños detalles de lo que ocurrió al bajar a la pista, cómo coloqué la pala, si hacía frío, si llevábamos suficiente ropa... Me gusta tener las cosas estructuradas. Eso en algunos casos puede ser un defecto: a veces si eres muy cuadriculado cuando algo te obliga a saltar el guion te descolocas.

P. ¿Eso le pasó en Milán?

R. Ahí me pasé de frenada. Pero yo soy muy analítico. Me gusta tener el propósito, pero quiero apuntar las cosas con lápiz, no con bolígrafo, porque es importante saber que vas a tener que borrar. Me gusta hacer esbozos, borradores, plasmar, escribir.

P. ¿Es esquemático pero cuestiona sus propios esquemas?

R. Tengo la capacidad de modificarlos si surgen ideas mejores. No quiero pensar en hacer una cosa y si no se hace lo dejo. La vida son experiencias y situaciones.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.
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