Dos caídas frenan el vuelo de Núria Castán en el freeride de Baqueira

“No fue mi día”, resumió Núria Castán describiendo su actuación en Baqueira en la primera prueba del Freeride World Tour. Lo hizo en su Instagram a media tarde del viernes desde el hospital de Vielha, donde había terminado por los golpes de las dos caídas que sufrió en su descenso en snowboard de la montaña y donde permanecerá en observación al menos hasta el sábado. “Me siento algo mejor o no tan mareada para escribir esto. Me di dos golpes fuertes en la cabeza en diferentes momentos de mi bajada con esta nieve tan dura y después del TAC que me han hecho, la doctora me dijo que debo quedarme esta noche en observación. Mañana me harán otro TAC”. Debajo de la foto, su rostro, su barbilla apoyada en un incómodo collarín cervical.

Una mujer nacida junto al mar no puede seguir caminos trillados en la montaña, y nada más salir, Núria Castán, una cabra montés ágil y fuerte, tan cómoda se mueve en ese espacio, su pie goofy (el pie derecho por delante) guiando su tabla, talla su propio camino hacia la izquierda, por donde nadie se había atrevido, tan estrecha es la vía, tan impresionante la altura, da unos saltitos y encuentra una avenida que desciende, y sobre nieve en polvo virgen coge velocidad, imparable. Es su línea. Única. Los especialistas la analizan con la boca abierta. Está a 2.500 metros de altura, en lo alto de la montaña que da sombra a Vielha, ahí, más de 500 metros más abajo, y una ladera Este que el mediodía ya cubre de sombras. Es un día espectacular. No hay viento. El sol brilla. Todo es claro. Luminoso.

El salto sobre un risco, espectacular, el vuelo, el aire. La nada.

La rider de Almoster no aterriza bien, no sigue deslizándose sino que la nariz de su tabla se clava en la nieve y el impulso la envía hacia adelante, y termina de descender dando vueltas de campana en las que se golpea la cabeza (protegida por el casco) varias veces contra la nieve dura. Rebota. Grogui, excitada, se levanta en un suspiro y continúa veloz, velocísima, exhibiendo su técnica maravillosa para frenarse, cabriolas de cabra feliz, que cuando llega a la zona iluminada aún por el sol, la más llana, y busca una pequeña zona rocosa para saltar de nuevo, súbitamente encuentra un obstáculo que la hace corcovear no como una cabra sino como un caballo y desequilibrarse. Cae de nuevo cuando no quedaba apenas nada para terminar su recorrido. “La nieve cambia rápidamente, pasa de una especie de polvo agradable a una corteza dura arrastrada por el viento”, explican los comentaristas de la transmisión. “Había algo debajo de la nieve que se levantó y bajó de nuevo. Fue como golpear un cable trampa en un visto y no visto”. Castán llega a meta gritando de dolor, sosteniéndose el codo y el hombro izquierdo con el brazo derecho. El mundo le da vueltas. Logró una puntuación misérrima de 10 puntos. La última de una prueba ganada por la francesa Noémie Equy.

La deportista fue trasladada al hospital de Vielha en helicóptero. Aparte de la conmoción no le apreciaron fracturas que puedan comprometer su participación en el resto del World Tour —27 de enero, Val Thorens (Francia); 7 de febrero, Kicking Horse (Canadá); 23 de febrero, Tetnuldi (Georgia); 8 de marzo, Fieberbrunn (Austria) y 22 de marzo, Verbier (Suiza)—, la Champions del freeride, en la que el año pasado terminó segunda, con dos victorias (Suiza y Georgia).