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Ingebrigtsen no perdona y se impone en la final de 5.000m del europeo de atletismo

Los españoles Thierry Ndikumwenayo y Adel Mechaal no logran medalla para España

Jakob Ingebrigtsen celebra su triunfo en la prueba de los 5.000m en el europeo de atletismo.
Jakob Ingebrigtsen celebra su triunfo en la prueba de los 5.000m en el europeo de atletismo.Kai Pfaffenbach (REUTERS)

Había cierta sorna en el atletismo porque Jakob Ingebrigtsen, el noruego que viene arrasando desde hace años en las carreras de 1.500 y 5.000, había cedido un par de títulos en los últimos años, siempre en la prueba más corta, ante dos británicos rebeldes. Primero, el inglés Jake Wightman en el Mundial de Eugene y, una temporada más tarde, casi sin tiempo para cicatrizar, el escocés Josh Kerr en el Mundial de Budapest. Así que cuando el hombre que alimentaba su fama de invencible se vio acosado en la última vuelta del Campeonato de Europa de Atletismo por el inglés George Mills, el hijo de Danny Mills, un exjugador de la selección inglesa de fútbol que disputó el Mundial de 2002, Ingebrigtsen debió pensar que hasta aquí, que ya estaba bien, que no pensaba ceder cada año ante una carta, diferente de la baraja. Así que alargó el paso y con una vuelta final en 54 segundos liquidó a Mills, al que dejó a más de un segundo, al suizo Lubalu, bronce, y a los dos españoles: Thierry Ndikumwenayo, algo torpe en una carrera táctica, y Adel Mechaal, que acabó superando a su compatriota para arrebatarle la cuarta plaza.

Jakob Ingebrigtsen, que se dejó llevar tras cruzar la meta mientras levantaba el dedo índice hacia el público que gritaba excitado en la grada azul, muy azul, de un Estadio Olímpico donde los gritos rebotan contra la cubierta y se multiplican para mayor éxtasis de atletas como Ingebrigtsen, que tiene a tiro, con solo 23 años, su tercer doblete de 1.500 y 5.000 en un Europeo. Mills, que solo había podido ser campeón de Europa sub18 en 2016, se estrena en un podio importante. El bronce cae en las manos de Dominic Lobalu, un atleta que nació en Sudán del Sur, que se mudó a Kenia para correr con un equipo de refugiados y que hace unos años, cuando iba a disputar una carrera en Suiza se escapó del equipo después de preguntar cuál era el premio de la carrera que iban a correr y ver que le respondían con evasivas.

Mechaal se daba por satisfecho con este cuarto puesto. Todo lo contrario que Ndikumwenayo, que llegaba con la mejor marca mundial del año tras su exhibición en Oslo (12m48,10s) días atrás, pero que no supo gestionar una carrera mucho más lenta (ganó el noruego con 13m20,11s), con una legión de rivales (27 atletas en la final) que parecían intimidar a un corredor que es una brizna de hierba, menos de 50 kilos y 1,60. Hace un año, en Budapest, pagó el error de ir muy atrás. Se quedó sin tiempo para reaccionar cuando se estiró la carrera y no pudo alcanzar la final. Un revés doloroso. Esta vez terminó quinto y quizá le ha pesado que aún no había podido empezar a hacer el trabajo anaeróbico porque su objetivo principal son los Juegos de París.

La única buena noticia para el atleta nacido en Burundi es que el miércoles, en la jornada de clausura, el calendario le ofrece una revancha con la final de los 10.000. Ahí llega con menos focos —tiene la cuarta mejor marca europea del año— y la rabia de la medalla perdida en la final de 5.000. Un dolor que le empujó a pasar por la zona mixta sin hacer declaraciones.

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