Un Atlético quirúrgico se impone a Osasuna
El equipo de Simeone aprovecha dos errores de los locales para imponerse en un partido en que el conjunto de Arrasate fue más ambicioso y no mereció perder
Dos errores del rival, dos goles, y mucha defensa. El Atlético se impuso en un duelo de alto voltaje en el que Osasuna pagó caro sus fallos. Fue más ambicioso el equipo de Jagoba Arrasate, que se vio castigado por los tantos de Griezmann y Riquelme. No cesaron nunca los locales en su empeño por al menos arañar un punto y pudieron conquistarlo de no haber anulado el colegiado un cabezazo franco de David García por apreciar falta previa de Aimar Oroz a Witsel.
El Atlético se puso el traje de los partidos metálicos. De pocas concesiones y pierna dura. Se encuentran cómodo los futbolistas de Simeone en El Sadar. Acuden mentalizados de que les espera un rival gremial que convierte cada pelota en un todo o nada. Lo supo pronto el habilidoso Lino, que se llevó dos recados de Areso. Cuando el Atlético se siente seguro en la defensa de los espacios acostumbra a ser quirúrgico ante cualquier regalo del contrario. Aitor Fernández jugó mal en largo con el pie, se quedó corto y la pelota le cayó a Griezmann. El francés combinó con Lino y se fue al área a buscar el centro combado del brasileño. Veneno puro, como ya sufrió el Madrid en el derbi. Morata no llegó por medio dedo y la pelota rebotó en el pecho de Aitor Fernández. Escorado y sin ángulo, Griezmann embocó con un zurdazo con bote que superó al desafortunado meta de Osasuna.
En ventaja, el Atlético aumentó la siderurgia de su fútbol. Reculó y se entregó a su pasillo de seguridad. El trivote que han consolidado Llorente, Koke y Saúl y los tres centrales, Witsel, sustituto del lesionado Savic, Giménez y Hermoso. Cemento armado para contener las escaramuzas de los guerrilleros Budimir y Mojica y lo que pudiera inventar Aimar Oroz. A la batalla no se sumaría el Chimy Ávila hasta el segundo tiempo.
Resistió el Atlético la ventaja hasta el descanso sin que Oblak pasara demasiados apuros, más allá de un disparo raso y ajustado de Torró que se fue por medio palmo. Lo mismo que los futbolistas de Simeone fracasaron con la pelota, al menos se entonaron en un ejercicio de solidaridad para corregir cualquier desacierto o descuido en la marca. La reanudación no hizo más que acrecentar la sensación de que ya solo Osasuna era el equipo dispuesto a atacar. Todo aderezado con un graderío que comenzó a acompañar las embestidas. Mal síntoma para el rival cuando su área empieza a poblarse de camisetas rojillas que emergen desde la segunda línea para tratar de cazar el torrente de centros laterales. Uno de ellos lo dirigió mal el Chimy Ávila, que fue otro en el segundo tiempo. Más activo y más desafiante ante Hermoso y Giménez.
No hubo más equipo en el segundo tiempo que Osasuna. Su carga fue continua. Torró tuvo el empate en un barullo en el área. Se le fue el control y su remate ya escorado lo sacó Oblak con el pie.
Ante el acoso que sufría su equipo, Simeone trató de aliviarlo con la entrada de Azpilicueta por Nahuel Molina, al que Mojica le estaba retratando. También dio paso el preparador argentino a Riquelme por Marcos Llorente para intentar que su equipo pudiera hacer algo potable con la pelota. No cambió demasiado el paisaje. Osasuna siguió con su zafarrancho y el Atlético jugando a la ruleta. El empate era lo más factible y llegó en un saque de esquina. David García cabeceó con contundencia en el segundo palo, pero el colegiado decretó falta de Aimar Oroz a Witsel al impactar un brazo en la cara del belga. La cuestión es si el canterano rojillo sacó el brazo en su intento por equilibrarse de un empujón de Giménez que le desplazó.
La anulación del gol incendió el duelo. La subida de temperatura se llevó por delante a Jagoba Arrasate, expulsado por protestar. Y en medio del volcán, Griezmann vio un pasillo para Lino. El centro raso de éste lo convirtió Riquelme en una obra de arte, con un amago para zafarse de Aitor Fernández y marcar a puerta vacía.
De nuevo, al menor descuido, el Atlético sacó petróleo. No había hecho méritos el equipo de Simeone, pero tiene ese punto de no perdonar un regalo. El duelo ya se volvió pendenciero y bronco. Morata y el Chimy Ávila ajustaron cuentas junto al banderín de córner y fueron expulsados.
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