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La Diamond League produce en París tres récords mundiales en menos de dos horas

La noche del viernes cayeron las plusmarcas de dos millas (Jakob Ingebrigtsen), 5.000m mujeres (Faith Kipyegon) y 3.000m obstáculos (Lamecha Girma)

Carlos Arribas
Girma, camino del récord del mundo de los 3.000m obstáculos.
Girma, camino del récord del mundo de los 3.000m obstáculos.JEFF PACHOUD (AFP)

Si una noche calurosa de primavera en París un marciano recién caído en la Tierra se pasara por el estadio de Charléty, coqueta pista azul, tribunas cubiertas y gradas muy monas, y viera lo que allí ocurría llegaría a la conclusión de que aquello que todos llaman atletismo consiste en grupos de hombres y mujeres calzados con enormes zapatillas fosforescentes echándole carreras en curioso desafío a una luz verde que les persigue y alcanza y adelanta a casi todos, salvo a algunos. Pocos le llevarían la contraria, pues el azar, que nunca deja cabos sueltos, como recuerda el atleta, y poeta, Jenaro Talens, le había guiado el viernes al mitin de atletismo más fulgurante del siglo XXI, por lo menos, y los más concienzudos estadísticos lo equiparan, en la categoría de legendario, a la Weltklasse de Zúrich de 1997. En todas las carreras de la etapa de París de la Diamond League, en las que se daba más de una vuelta a la pista de 400m, junto a las liebres humanas intervinieron luces led de colores que marcaban el ritmo solicitado por los atletas. Las verdes marcaban el récord del mundo. Tres veces perdieron las bombillas la carrera en el espacio de 110 minutos. Cayeron en los 5.000m femeninos y las dos millas y los 3.000m obstáculos masculinos ante atletas magníficos (Faith Kipyegon, Jakob Ingebrigtsen y Lamecha Girma), y zapatillas de placas de carbono, espumas ligeras hasta el absurdo, que devuelven multiplicada la fuerza de las pisadas de sus tobillos extraordinarios. A su alrededor, miles de espectadores aplauden, maravillados e inquietos. ¿Cuál es el valor de los récords? ¿Cuánto vale el factor humano, cuánto el tecnológico?

Jakob Ingebrigtsen
Jakob Ingebrigtsen, corriendo contra los led verdes.SARAH MEYSSONNIER (REUTERS)

A las 20.50, el noruego Jakob Ingebrigtsen le quitaba uno de los dos récords que le quedaban al keniano Daniel Komen, quien desde hace 26 años mantenía la mejor marca de la historia de las dos millas (una distancia, 3.218 metros, a la que la federación internacional no concede el derecho a que se considere récord mundial la mejor marca). Los 7m 54,10s (cuatro segundos inferior a la marca de Komen) del noruego, que aún no ha cumplido los 23 años y ya es campeón olímpico de 1.500m y mundial de 5.000m, equivalen a dos millas seguidas de 3m 57,05s cada una. Solo Komen y él mismo han bajado alguna vez de los ocho minutos, y ni el gran Haile Gebrselassie, que lo intentó también en 1997 pudo (m 1,08s). Y los frikis, en las redes, se pasan unos a otros detalles de los entrenamientos increíbles del fenomenal Ingebrigtsen, quien unos días antes, para probar su buena forma, corrió seis 800m seguidos, con poco descanso entre cada uno, con los siguientes tiempos: 2:00, 2:00, 1:55, 1:55, 1:49.5, 1:49.5. “Es mi primer récord mundial al aire libre”, dijo Ingebrigtsen, quien posee el de 1.500m en pista cubierta (3m 30,60s) y que con su paso en el 3.000m, cronometrado oficialmente en 7m 24s, batió también el récord europeo de la distancia. El ritmo me pareció bastante fácil dado que vengo del 1.500m, pero me sorprendió mucho el tiempo”.

Faith Kipyegon
Faith Kipyegon, tras batir su segundo récord mundial en ocho días.JEFF PACHOUD (AFP)

A las 21.40, 50 minutos después, la diminuta keniana Faith Kipyegon se agigantaba tal como se había agigantado en Florencia el 2 de junio y una semana exacta después de haberse convertido en la ciudad toscana en la primera mujer que bajaba de los 3m 50s en los 1.500m (3m 49,11s) batía en la capital francesa la plusmarca mundial de los 5.000m, 14m 5,19s, rebajando más de un segundo los 14m 6,62s con que la etíope Letesenbet Gidey inauguró a lo grande las luces led de la pista del Turia, en Valencia en mitad de la pandemia, octubre de 2020. Y, el azar no existe, fue la propia Gidey la que más tiró de Kipyegon después de las liebres oficiales en las últimas vueltas antes de quedarse seca, ver cómo la comían las luces verdes y dejar partir fulgurante a la keniana, que ya lo había advertido. “Esto no se va a quedar aquí, vendrán más récords”, dijo en Florencia Kipyegon, de 29 años, doble campeona olímpica y mundial, madre de Alyn, de cinco años, octava de nueve hermanos, que se entrena en Eldoret, en el valle del Rift con Patrick Sang, el técnico del maratoniano único Eliud Kipchoge. Tantas cosas y tan rápida como su padre, también atleta. “Ni pensé en el récord del mundo ni sé cómo fui capaz”, dijo Kipyegon. Era el primer 5.000m que corría en ocho años, el tercero de su vida. “Yo solo me concentré en que no me alcanzaran las luces verdes y en correr relajada detrás de Gidey, una mujer extraordinaria”.

Y una hora exacta después, a las 22.40, el etíope Lamecha Girma, otro atleta del año 2000, como Ingebrigtsen, batía uno de los récords más antiguos y más caros del atletismo, el de los 3.000m obstáculos, los 7m 53,63s que desde agosto de 2004 mantenía el keniano Stephen Cherono, nacionalizado qatarí con el nombre de Saif Saaeed Shaheen. Girma, tan acelerado y comprometido con el récord, tan convencido como Kipyegon de conseguirlo, que ni dejó casi actuar a la segunda liebre y no sintió nunca a su espalda la amenaza de las bombillas verdes, tan lejanas se quedaban, dejó el récord en 7m 52,12s. Al primer etíope que alcanza el récord mundial en la distancia nacional keniana (desde que Ben Jipcho, el primer keniano, lo batiera hace 50 años, en 1973, solo el sueco Anders Gärderund y el marroquí Brahim Boulami han conseguido infiltrar su nombre unos pocos años en la lista que incluye siete atletas nacidos en Kenia) ya le distinguía otro récord mundial arrebatado a un keniano (al mismo Daniel Komen que borró Ingebrigtsen, y al que solo le queda la plusmarca de los 3.000m al aire libre, 7m 20,67s), el de los 3.000m en pista cubierta que logró en febrero en Liévin (Francia), 7m 23,81s conseguidos con, en su nuca, el aliento del español Mo Katir (7m 24,68s, récord de Europa en pista cubierta desde entonces). Hace unas semanas, ante el temor de que consiguiera el récord en Marruecos, cuyo atleta más importante es el campeón olímpico y mundial de la distancia, el también altísimo Soufiane el Bakkali (y Girma es su subcampeón), los organizadores de la Diamond League de Rabat vetaron su participación.

Aunque siempre ganaron la carrera, las bombillas verdes también hicieron su magia para acelerar en los 800m mujeres a la británica Keely Hodgkinson (1m 55,77s, récord nacional) y a siete participantes en el 800m masculino que bajaron de 1m 44s en un final apretadísimo, siete en 63 centésimas, dominado por el keniano Emanuel Wanyonyi (1m 43,27s).

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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