El Málaga se descompone para reconstruirse
Después de 25 años en categorías profesionales, el Málaga CF comienza su restauración tras descender a Primera RFEF
Con el club desahuciado, sin apenas esperanzas, un gol pareció cambiarlo todo. En el minuto 87 el canterano Alex Calvo, tras una jugada pasional, marcaba el empate del Málaga CF ante un Las Palmas de camino al ascenso. Puro fútbol que significó más que un punto: de repente afición y plantilla creyeron que aquel punterazo cambiaba el rumbo, que había margen para mantener la categoría a pesar de que la salvación estaba a diez puntos. Arrancó una racha positiva digna de posiciones de altura, pero era tarde. La derrota de la semana pasada ante el Alavés puso la rúbrica definitiva para certificar el descenso de la entidad malaguista a Primera RFEF. El club arranca ahora una etapa de descomposición con el objetivo de recomponerse lo antes posible. No será fácil bajo una administración judicial, con su accionista mayoritario investigado por la Justicia, un nuevo Expediente de Regulación de Empleo (ERE) y una importante caída de ingresos.
“Hemos descendido por méritos propios. Hay que pedir perdón, asumir responsabilidades. Ha fallado todo el club”, decía esta semana el director general, Kike Pérez, antes de afrontar este sábado (1-1) el último e intrascendente partido de la temporada ante el Ibiza, utilizado por la afición para protestar contra la directiva —fuera del estadio, porque el club no permitió entrar con pancartas— y vistiendo de negro ante una “temporada terrorífica”. También entraron al estadio con 25 minutos de retraso, uno por cada año en categorías profesionales. “Ante situaciones urgentes, medidas extraordinarias”, refleja el comunicado de Fondo Sur 1904, grupo de animación malaguista que recuerda la Champions League como momento más dulce de la historia reciente. Hace un mes se cumplían diez años de la brillante participación malaguista en Europa, donde noqueó a equipos como Milán u Oporto.
Tras el encuentro con el Ibiza la Policía Nacional cargó con balas de goma contra parte de los aficionados después de que un grupo de radicales montara una barricada con contenedores junto la zona por la que salen habitualmente los jugadores con sus vehículos. La afición malaguista, que protestó contra la directiva en la previa, ha mostrado durante todo el partido sus quejas criticando tanto a los futbolistas como a la directiva. Tras el pitido final, el fondo sur se negó a abandonar La Rosaleda para pedir explicaciones a la plantilla. “Si no sale el equipo, vamos a por él”, coreaban. No lo consiguieron y después esperaron a los jugadores en un ambiente tenso.
El club lleva tres años bajo la administración judicial de José María Muñoz por orden de la jueza María de los Ángeles Ruiz, que investiga al propietario principal, el jeque Abdullah Al Thani —y a sus hijos Nasser, Nayef y Rakkan— por los presuntos delitos de apropiación indebida, blanqueo de capitales y administración desleal. La llegada del catarí fue un sueño que acabó en pesadilla, con consecuencias económicas y judiciales y episodios esperpénticos como el despido de Víctor Sánchez o la imposibilidad de inscribir a Okazaki. Ahora llegará un nuevo ERE, el tercero en cuatro años. La caída de los ingresos reducirá en diez millones un presupuesto que la próxima temporada no dará para mucho: en el escenario más pesimista rondará los siete millones —dos para jugadores— y en el más optimista, el doble. Buenos números para la nueva realidad, pero muy lejos de aquella lluvia de millones que trajo a Cazorla, Baptista e Isco.
Inestabilidad y nervios
“La inestabilidad ha marcado el día a día toda la temporada”, cuentan fuentes del entorno del club, que arrancó con el argentino Guede en el banquillo. Su proyecto duró apenas seis partidos y tres puntos. Le sustituyó Pepe Mel, con 18 puntos en 18 jornadas. Los jugadores, que llegaron a hablar de ascenso espoleados por la llegada del goleador Rubén Castro, perdieron confianza. Su nerviosismo explica que sea uno de los equipos con más expulsados de la competición —siete, solo por debajo del Racing— y que hayan jugado hasta 35 futbolistas diferentes, solo por debajo de los 37 del Ibiza, según los datos de BeSoccer Pro.
La psicóloga Patricia Ramírez ayudó, pero los resultados no llegaban. Sí lo hicieron con el tercer entrenador del año, Sergio Pellicer. Costó arrancar, pero tras el empate en Las Palmas el equipo jugó y puntuó como nunca en la temporada. En la entidad de Martiricos el optimismo ejerció siempre de mantra. En las oficinas la palabra descenso estaba prohibida. La realidad decía otra cosa: el Málaga CF ha sido el equipo que más jornadas ha estado en puestos de descenso esta temporada: 40 de 42 jornadas. Nunca se dejó de trabajar en la nefasta posibilidad y la reconstrucción ha arrancado rápido.
No será la revolución que pedía la afición, pero hay ya tres nombres sobre los que se reconstruirá el Málaga CF en Primera RFEF para reforzar la débil estructura de la que adolecía. En cabeza está Kike Pérez, director general, que llegó en febrero desde el Cádiz. Su mano derecha en los despachos será Loren Juarros, recién fichado como director deportivo. En el vestuario todo apunta a que seguirá Pellicer, abierto a continuar. “La idea de Loren es preciosa”, subrayó el técnico este viernes.
Loren y Pellicer comparten interés por el fútbol de base, pilar para la reconstrucción necesaria ante los pocos jugadores que seguirán. Plantilla con acento malagueño que se quiere conformar alrededor de una columna vertebral ambiciosa para la tercera categoría nacional: el portero Rubén Yáñez, el centrocampista marfileño Lago Junior y el delantero Rubén Castro. El canario, máximo goleador de la plantilla este año con diez goles, sigue batiendo récords —máximo goleador nacional entre Primera y Segunda, más partidos entre ambas categorías y máximo artillero de Segunda— pensaba en la retirada pero sus compañeros tratan de convencerle para que no abandone el fútbol tras un descenso. Los tres están dispuestos a quedarse, para alegría de una afición que lo necesita y que pretende emular a la del Depor con una presencia masiva en las gradas.
A largo plazo el futuro del club está pendiente de una venta. Distintos grupos han mostrado su interés por la adquisición. Hasta el propietario del PSG francés, Nasser Al-Khelafi. “Es una oportunidad que estamos estudiando”, dijo durante una videoconferencia en el Marca Sport Weekend de finales de marzo. Al Thani adquirió el club en 2010 a la familia Sanz por 36 millones de euros e insiste en Twitter que el club no se vende a pesar de la oposición de la afición y las administraciones públicas malagueñas, que pusieron alfombra roja para la llegada del catarí y ahora le piden que se vaya.
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