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‘Wonderboy’, el origen de Luka Doncic

La biografía de la estrella eslovena recorre su carrera desde sus raíces en Eslovenia hasta su éxito en la NBA

Juan Morenilla
Wonderboy de Luka Doncic
EL PAÍS

Hace unos días, horas antes del cuarto encuentro entre el Real Madrid y el Partizán en los cuartos de la Euroliga, Luka Doncic se ofreció a pagar los funerales de las víctimas del tiroteo en una escuela de Belgrado, así como la ayuda psicológica a los supervivientes. La estrella eslovena de la NBA, nacida en Liubliana hace 24 años, mostraba así su solidaridad con una tierra y un pueblo que también considera como suyos. Su padre, Sasa, es serbio, y parte de la familia es de Belgrado.

El gesto volvió a simbolizar esa fuerte unión que el baloncestista de los Dallas Mavericks siente con sus raíces a pesar de una exitosa carrera primero en el Real Madrid y ahora en Estados Unidos. Y no es un caso aislado. A menudo muestra públicamente su apoyo al conjunto blanco y sigue muy comprometido con su selección. “He dejado caer a mi equipo y a todo mi país”, se castigó tras la derrota de Eslovenia ante Polonia en cuartos del pasado Eurobasket.

Para entender ese fuerte sentimiento de pertenencia hay que viajar a los orígenes. A esa Liubliana donde se crió siendo el hijo de Sasa, jugador profesional de baloncesto, y de Mirjam, una bailarina que a los tres meses ya le llevaba a las pistas para ver a su padre. El niño que con cinco años no quería ver dibujos animados en televisión porque solo le interesaba la canasta, que a los ocho competía con chavales mucho mayores, que quemó etapas a la velocidad de la luz.

En Wonderboy, La biografía de Luka Doncic (editorial Córner), Carlos Báidez traza un recorrido por la vida y la carrera del astro, desde esa Eslovenia que encontró su orgullo en la belleza de sus paisajes naturales y en el brillo de sus deportistas (Doncic, Goran Dragic, Tadej Pogacar, Primoz Roglic, Jon Oblak) hasta el competitivo mundo de la NBA en el que se ha convertido en un cazador de récords individuales (pese a quedarse fuera de las últimas eliminatorias por el título).

De su padre heredó el amor por el balón naranja. Su madre le inculcó disciplina y la coordinación para el baile que hoy le permite danzar sobre la pista. De niño también sufrió el divorcio del matrimonio, un vacío que le hizo refugiarse todavía más en el baloncesto. Pablo Laso le subió al primer equipo del Real Madrid cuando todavía era un júnior, y pronto hizo honor a ese apodo de Niño Maravilla. Y ahí sigue, sorprendiendo. Este verano, en el Mundial, volverá a defender a su país. Otra vuelta a su origen.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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