El Chelsea se entrevista con Luis Enrique

Graham Potter todavía dirigía al Chelsea cuando la semana pasada los dueños del club comenzaron a buscar entrenador con desesperación. Todd Boehly, el presidente, cabeza visible del consorcio de empresarios norteamericanos que adquirieron el equipo en 2022, multiplicó por cinco las tarifas más caras del mercado para contratar un pelotón de intermediarios ajenos para que sondearan a los candidatos elegidos. De este modo, si las ofertas no prosperaban, el Chelsea podría esgrimir que no estaba tras ellas, evitando así el desprestigio que supone el rechazo. La medida quedó justificada. Según una persona que participó de la maniobra, entre el jueves 30 de marzo y el domingo 2 de abril, Zidane, Nagelsmann, Pochettino y Lampard, recibieron las respectivas propuestas informales. Solo cuando los emisarios regresaron con las manos vacías, el club se dispuso a llamar a Luis Enrique. El técnico, el único que se mostró abiertamente favorable a firmar, viajó a Londres este miércoles. Allí se entrevistó con representantes del Chelsea que llevaban orden de fiscalizar detenidamente su proyecto.

Los informes que maneja el Chelsea desde hace meses pormenorizan pros y contras del asturiano. En su favor, todos los prospectores consultados por Boehly coincidieron en que se trata de un gran entrenador. En su contra pesa el fracaso en la Roma, su única experiencia en un club fuera de España; y el chasco en el Mundial de Qatar. Pero lo que más preocupa a los dirigentes del Chelsea es el estrecho vínculo que existe entre Luis Enrique e Iván de la Peña, un representante de jugadores cuya influencia no deja de crecer. Desde que al amparo de José Mourinho la plantilla se saturó de futbolistas representados por su agente, Jorge Mendes, las personas que componen el círculo de asesores más leal al club de Stamford Bridge impuso una ley de hierro: no contratar entrenadores clasificados como “dependientes” de poderes fácticos ajenos a la casa, por las tensiones destructivas que esto puede generar en un vestuario.

Las grabación del programa de Twitch en el que Luis Enrique declaró públicamente que Iván de la Peña (agente de Gavi y Eric García) era su “hermano”, en vísperas del Mundial de Qatar, puso en alerta a los asesores de Boehly. Inmediatamente, colocaron al español al final de la lista de prioridades.

A Zidane, el más deseado de los candidatos, el Chelsea envió la oferta más suculenta: cinco años de contrato, potestades de director deportivo, y un cheque en blanco para su salario. Hasta este miércoles, el francés no se había tomado la molestia ni de responder. El siguiente fue Nagelsmann, al que le ofrecieron competencias en un plano de igualdad con la dirección deportiva para comprar y vender jugadores. El bávaro dio largas sin definirse. La perspectiva de no jugar la Champions la temporada que viene le resultó tan poco atractiva como la escalada por clasificar al equipo para la edición 2024-25. Respecto a Pochettino, que tampoco se decidió a aceptar la propuesta, en el Chelsea entienden que valora una oferta del Tottenham y otra del Real Madrid para final de temporada. Frank Lampard, leyenda del club de Londres, dilató su respuesta porque Boehly no le garantizó el banquillo más allá del verano, plazo en el que le proponían hacerse cargo de la dirección deportiva. El Chelsea le quiere como puente para ganar tiempo mientras se desocupan otros técnicos.

Alarma De la Peña

Cuando estos candidatos vacilaron o evitaron responder, el Chelsea activó el protocolo para negociar con Luis Enrique. Sucedió el lunes pasado, según fuentes del club, y lo primero que descubrieron las personas encargadas de establecer el primer contacto fue que Felipe Martínez, el hermano de Luis Enrique, ya no le representaba. Si querían acceder al hombre que buscaban debían pasar por la ventanilla de Iván de la Peña. La noticia provocó tal desazón en los dirigentes del Chelsea, que volvieron a sondear a Lampard y a Pochettino. Otro paso en falso hizo que finalmente llamaran a De la Peña.

El tiempo apremia. La inminencia del partido de ida de los cuartos de final de la Champions con el Madrid, el próximo miércoles en el Bernabéu, ha metido a Boehly en un callejón sin más salida que el fichaje de un entrenador de peso. Nadie en el club se fía de Bruno Saltor. El interino, que hasta el sábado ofició de mano derecha de Potter, se sentó en el banquillo en el partido de Premier con el Liverpool, este martes, y mostró las mismas querencias que su malogrado jefe.

Luis Enrique fue el único entrenador del quinteto que se mostró entusiasmado por firmar. No solo eso. Sin haber formalizado nada, se desplazó a Londres para intentar convencer a los representantes del Chelsea de la oportunidad de su contratación. Las negociaciones se prolongaron a lo largo de este miércoles. Según el Chelsea, hasta última hora de la tarde el club permanecía abierto a todas las posibilidades y no descartaba reanudar contactos con Zidane, Nagelsmann, Pochettino o Lampard si alguno decidía dar un paso al frente. Lo mollar de las conversaciones con el español, señalan, no fue el dinero sino la espinosa cuestión de la “parcelación de áreas”. El club quiere conservar el control en materia de altas y bajas y ha procurado transmitírselo a Luis Enrique del modo más sutil posible. La línea que separa la confianza de la desconfianza es muy fina y al que fuera seleccionador de España no le falta perspicacia.

Luis Enrique regresó de Londres por la tarde del miércoles. Interpelado por periodistas en el aeropuerto de Barcelona, su declaración resultó esotérica. “Vuelvo de Formentera, ¡una isla paradisíaca!”, declaró.

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