Mechaal sabe cómo ganarle a Ingebrigtsen en el Europeo de atletismo en pista cubierta

“Viéndolo por la tele, parece que le da igual todo. Qué ego, arrogancia, autoestima, confianza, no sé qué llamarlo. Es un monstruo. Inhumano”. Habla Adel Mechaal de Jakob Ingebrigtsen. Habla la gran esperanza española del atleta que asombró al mundo, y le dejó a él con la boca abierta, y a Jesús Gómez, admirado y hasta contento pese a acabar cuarto, el viernes en la final de 1.500m, del noruego que será su rival el domingo en la final de 3.000m, para la que ambos se clasificaron sin mucha bulla. “Antes de llegar a Estambul”, dice el atleta español que vive gran parte del año en la gran ciudad turca, casado con una atleta turca, e intenta controlar las emociones, “dije que vendría a ganar los 3,000m, pero después de lo que vi, de cómo hizo 3m 33s sin liebre, tirando él solo, y seguro que podría haber ido más deprisa, que tenía otro cambio, y yo he hecho 3,33m y sé lo que cuesta hacerlo, y lo he hecho con láser, con la mejor liebre del mundo, y aun así me ha costado, y él lo hizo solo, y después de ver eso, y sé que como solo piensa en hacer historia en el 3.000m saldrá a batir el récord del campeonato [7m 38,42s del turco Alí Kaya en 2015], y que tensará a todos a mil o 1.200 metros y querrá llegar solo para celebrar y que nadie le pueda remontar, y después de todo eso, mi única intención es hacer un último mil a mi estilo, en 2m 22-2m 23, y agobiarle para que tenga que esprintar en los últimos metros, para que no entre tranquilo”.

Así cala Jakob Ingebrigtsen, a los 22 años ya una leyenda que busca este domingo (18.00) el undécimo título europeo de su carrera. Así se cuela en la vida de los rivales, y cala en ellos la desesperanza, que le observan como un ser ajeno a su mundo, uno que ni siquiera come lo que comen ellos, y lo intentan analizar y disfrutar como espectadores de una película de héroes de la Marvel o niños que visitan el zoo y descubren una especie única y hermosa. “Y ganará, creo”, se rinde Mechaal quien, irónicamente, posee mejor marca en la distancia (7m 30,82s, récord de Europa hasta hace un mes) que el noruego, que apenas la visita bajo techo (7m 48,20s en 2021). “Solo nos salvaría que le entrara una flojera… he visto que no le gusta la comida del hotel y solo come plátanos… Como no le entre una diarrea...”

Anchas bandas de cinta americana envuelven las punteras de las zapatillas verdes de Enrique Llopis (7,63s, dejándose lleva los últimos metros), que acaba de pasar a las semifinales de los 60m con vallas (domingo, 8.35; la final, a las 19.05) con el segundo mejor tiempo de los 16 clasificados (entre ellos, otro español, el canario Kevin Sánchez, que pasa por tiempos y deja fuera al legendario francés Pascal Martinot Lagarde, más conocido por su marca comercial, PML) y no las lleva como elemento aerodinámico, sino protector. “Si no las protejo con esto, las destrozo en las salidas, no me duran nada”, dice el vallista de Gandía, que puede, a los 22 años, ser campeón de Europa como ya lo es su amigo ausente Asier Martínez, y amplía el mito de las zapatillas volantes como lo ha hecho unos minutos antes Marcell Jacobs, el italiano campeón mundial de los 60m que fue el más rápido en las series corriendo con sus viejas Nike, ya que las Puma, con las que firmó en enero, no le van bien.

Son los terceros Europeos en pista cubierta de Llopis, un gigante de 1,91m, prodigio juvenil como lo fue su querido Asier Martínez, que ya llegó a finalista olímpico, medallista mundial y campeón europeo de 110m vallas y al que ganaba bastante veces hasta que en Tokio 2021 el navarro subió a la nube. “Yo creo que di el salto de calidad y de confianza en el Europeo de Múnich [disputó la final de la victoria de Asier], pero para conseguir lo que ha hecho Asier, que es muchísimo, aún me falta mucho”, dice Llopis, cuyos mayores rivales serán el suizo Jason Joseph (7,61s en series) y el francés, medallista en Múnich, Just Kwaou Mathey (7,63s), y encomia la generosidad de Asier Martínez, que renunció a Estambul por unas molestias en la espalda y así pudo competir Kevin Sánchez, uno que entrena con él, a las órdenes de Toni Puig, y con él comparte siempre habitación. Y este, Kevin Sánchez, también se acuerda del navarro: “Le he mandado un mensaje esta mañana de ánimo y él me ha respondido deseándome suerte…”

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