Laia Sellés, el nuevo talento de 16 años del esquí de montaña que disfruta sufriendo
La española es la primera deportista que consigue tres oros en el Festival Olímpico de la Juventud Europea, hace malabarismos para entrenar y estudiar y sueña con los Juegos de Invierno de 2026
Una española de 16 años –que dice que no es nada fotogénica y que le encanta sufrir– consiguió a finales de enero algo que nadie había conseguido nunca: tres oros en Festival Olímpico de la Juventud Europea (FOJE) en esquí de montaña. Se llama Laia Sellés y se impuso en la prueba individual, de sprint y relevos mixtos. El skimo –esquí de montaña- será olímpico por primera vez en los Juegos de Invierno de 2026 y Sellés, pese a su juventud, presenta su candidatura. Dicen los expertos que es el mayor talento español de la disciplina.
Nacida en una familia de deportistas –sus padres se conocieron en el equipo nacional de esquí de fondo y su hermano mayor también forma parte de ello-, cuenta Mari Paz, su madre, que cuando era una bebé la llevaban con la pulka un trineo carrito atado a la cintura con un arnés. “Y se dormía allí con su chupete. Se montó en los esquís de fondo desde que sabe andar”. Su primer campeonato de España lo ganó en quinto de primaria.
Con 11 años, la madre se mudó a Granada, Laia se marchó con ella y dejó Lles de Cerdanya. Ahí empezó con el esquí de montaña y se enganchó. Así lo cuenta ella por teléfono, desde la Seu de Urgell, donde lleva dos años en el centro de tecnificación como parte del plan nacional de tecnificación deportiva. “Como en Granada no había equipo de esquí de fondo y no era lo suficientemente buena con diez años como para entrenar por mi cuenta, me pasé el esquí de montaña. Conocí allí a Kilian Jornet, que es un gran referente para mí, y dije: venga, vamos a probar. Y me enganché”.
¿Al qué exactamente? “Aparte que de pequeña siempre me ha encantado la montaña por su capacidad de hacerme sentir en paz y tranquila, es que también me encanta sufrir, me encanta el sufrimiento que da la montaña, es algo distinto a todo lo demás. No sé cómo explicarlo, pero me encanta”. Con escucharla hablar de la exigencia de los entrenamientos y de las pruebas, se entiende a que se refiere. La individual es la prueba reina, cuenta, porque es la más parecida al esquí de montaña. “Es una carrera de entre una y dos horas y tiene de todo: hay algunas que hasta tienen subidas con crampones, y haciendo zetas; bajadas o fuera o dentro de pista; normalmente lo divertido es que sean fuera. Tiene pateo, tiene absolutamente de todo”. En la mochila llevan una sonda, por si pasa algo para que transmita una señal que facilite el rescate. “En esa prueba también estamos obligados a llevar manta térmica, el DNI, un silbato, tres capas de arriba y tres abajo. Y crampones en caso de que los pidan”, explica Laia
A su edad, lo normal es que los deportistas hagan todas las modalidades de esquí de montaña y se especialicen sólo cuando pasen a la categoría senior. En España, dice, casi todos son muy buenos en sprint –carrera de unos cuatro minutos con un pateo con los esquís en la mochila y una bajada con puertas en la que a veces también le pueden poner saltos-, pero a ella es la que menos le gusta. “La que más es la individual, porque es menos artificial, es más larga y es más de cabeza. En las carreras todos entrenamos un montón, no sé si soy la que más, sí sé que lo que más me hace destacar es que sé gestionar muy bien mi cabeza: hacer que mis músculos se sientan bien. Sé estar centrada cuando lo debo estar, sé controlar lo controlable y dejar atrás lo que es incontrolable. Es muy importante”, detalla.
Hace gimnasio tres días a la semana, intenta esquiar cinco o seis días y sólo descansa uno, aunque en ese día de descanso aprovecha para ir al fisio. Lo hace compaginando las clases. Dice Jordi Martín Guillaume, responsable del plan nacional de tecnificación deportiva, que la mayor virtud de Laia es el compromiso. “Con el deporte, con ella misma y con los estudios”. ¿Cómo se las apaña para compaginarlo todo? Confiesa la joven de 16 años que no es nada fácil. “Justo antes del FOJE , estuve pasando una crisis bastante mala por eso, porque no podía más y sentía que no llegaba. Hay algunos profesores que no te ayudan mucho. Hay muchos exámenes y estaba superestresada. No tenía ganas de salir de la cama para nada, es duro compaginarlo todo. Pero bueno, ya cada uno va encontrando su método para sobrellevarlo. En mi caso, pues estoy intentando solicitar el instituto a distancia”.
Y de reojo mira el Mundial en Boi Taull que se disputa entre el 28 de febrero y el 4 de marzo y los Juegos Olímpicos de Invierno de 2026 por los que todavía no se han definido los criterios de clasificación. ¿Después de los tres oros en el FOJE siente la presión? “Yo me exijo un montón a mí misma, me gusta hacerlo y creo que sé hacerlo bien. La presión no supone ningún problema para mí porque no me gusta centrarme en lo que digan los demás o lo que me exijan. Si alguien quiere exigirme, no le voy a escuchar, porque eso va a ser dañino para mí y va a hacer que aborrezca el deporte. Prefiero pensar en que si pierdo no va a pasar nada mientras me haya entrenado bien”, contesta. Es una de las enseñanzas más valiosa que le impartió su madre quien, justo antes de la primera prueba en el Festival Olímpico de la Juventud Europea le envió este WhatsApp: “Desde muy pequeña llevas preparando esto, ahora toca disfrutar de ti y de esto. Confía en ti y disfruta porque saldrá bien”.
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