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El Barcelona femenino causa furor en el campo y en las gradas

El equipo de Jónatan Giráldez se muestra intratable esta temporada y atrae a futboleras y futboleros en todos los rincones de España

Barcelona femenino
Aitana Bonmatí celebra con sus compañeras su gol al Valencia el pasado miércoles.Ana Escobar (EFE)

Miércoles. 17.30 horas. Una hora y media antes de comenzar el Valencia-Barcelona de la Liga F empiezan a entrar poco a poco los aficionados: valencianistas y culés que forman cola a las puertas del Estadio Antonio Puchades en la Ciudad Deportiva de Paterna. Está colgado el cartel de no hay entradas. Bufandas del Valencia, banderas del Barça, pancartas y camisetas de ambos equipos comienzan a darle color a la grada central, a la que se cortó el acceso sobre las 18.15 para redirigir a los aficionados a la segunda grada.

El líder de la competición visitaba València y la expectación era máxima. Pese a ser un día laborable, con frío, mucha humedad, y a media tarde, cerca de 1.700 personas no quisieron perderse la visita del campeón. Desde el club valencianista habían habilitado la venta online de entradas para, explican, evitar las colas y asegurar a los aficionados que, en su llegada al estadio, contaran con una localidad, ya que en la temporada pasada hubo gente haciendo cola horas antes de que se abrieran las taquillas y muchos se quedaron sin poder entrar.

“Ya me habéis hecho cambiarme de sitio cuatro veces…”, protestaba una madre a sus hijas, que querían estar lo más cerca posible de sus ídolas y cambiaron la grada central, que está en alto, por la de enfrente, a ras de campo. No fueron las únicas, muchos aficionados trazaban cuál era la mejor estrategia y localización en el campo para conseguir una foto y una firma de las jugadoras tras el partido. Había familias, equipos de fútbol, personas de todas las edades…

Cuando los dos equipos salieron a calentar, dos amigas, Inés, de 12 años, y Neus, de 13 años, se quedaron apoyadas en la barandilla, sin perderse ni un detalle de los ejercicios, ni un movimiento de cada jugadora. “¡Mapi, quiero tu camiseta!”, gritaba Inés, que se aficionó al Barça femenino hace dos años cuando empezó a jugar al fútbol. “Nos hemos saltado el entrenamiento para venir… Hace dos meses ya empezábamos a hablar de este partido. Es la primera vez que veo al Barça en directo”, contó. Neus, pese a ser del Valencia, era la primera vez que pisaba el Puchades. “Fuimos al Valencia-Levante en Mestalla y disfruté mucho, porque Asun es mi jugadora favorita y marcó un hat-trick”, recordaba.

Entre la gran expectación por ver al Barcelona destacan los cerca de 600 fieles aficionados valencianistas, que ocupan la mayoría de la grada central en cada partido y que no pararon de alentar a su equipo durante los 90 minutos. Deportivamente, el análisis es claro: fue otro monólogo del Barça. La superioridad del equipo de Jonatan Giráldez es gigantesca. Como el partidazo de Núria Rábano por el lateral izquierdo. Pese a que la guardameta Sandra Paños dijo que no fue el mejor partido del equipo, el luminoso marcó un 0-4 fácil (Rölfo, m.3; Oshoala, m.15; Rölfo, m.22 y Bonmatí, m.47) que supone la victoria número 52 seguida del equipo en Liga y ante un Valencia que intentó revolverse con varias llegadas peligrosas al área, entre las que destacó una gran ocasión de Asun, que Paños evitó con una gran mano. Pero esto no es novedad. La Liga está dominada por un equipo catalán que tiene un poder de movilización muy superior al resto.

Ellas saben lo que es llenar el Camp Nou dos veces. Batieron el récord mundial al meter en marzo del año pasado a 91.553 personas en el campo, una cifra que sus compañeros del primer equipo masculino no lograron igualar. Además, llenan su estadio, el Johan Cruyff, con alrededor de 5.000 personas cada partido. Pero cuando salen fuera de Barcelona también consiguen movilizar seguidores. En Sevilla hubo grandes colas para adquirir una entrada en el encuentro contra el Real Betis; y también se han abierto grandes estadios esta temporada como el Heliodoro Rodríguez López de Tenerife, el Nuevo Colombino de Huelva o el Civitas Metropolitano del Atlético de Madrid, partido para el que se vendieron más de 20.000 entradas.

“Es súper bonito recibir el cariño de todo el mundo, que quieran venir a vernos porque saben que siempre que jugamos van a disfrutar de fútbol y es lo más importante, que se vean estos campos llenos para toda la gente que viene y que quiere apostar por nosotras, que vean que realmente esto funciona. Gracias a toda la afición, tanto la del Valencia como la nuestra, que siempre hace un esfuerzo para apoyarnos”, explica Paños. La guardameta alicantina cumplió el sueño de una de esas niñas que se acercaron al Puchades. Mientras firmaba autógrafos en papeles lanzados desde la grada central a las futbolistas de un equipo de reciente creación -llevan jugando nueve meses- la portera de este estalló a llorar. “¿Pero por qué lloras?”, le preguntó Paños. “Es que te admiro mucho y quiero ser como tú, aunque me quede muchísimo”, dijo la niña entre lágrimas. “Pues lo importante es seguir y trabajar. Ven aquí que te abrace”, le dijo la culé. Y subió a la grada para regalarle un abrazo.

“Somos unos privilegiados y privilegiadas por poder movilizar a tanta gente y que nos den apoyo. Nuestro deber y ambición es intentar jugar bien cada partido para poder seguir enganchando a la gente. Que no sea cosa de un día y demos motivos a la afición para que nos sigan acompañando y que continúe habiendo este buen ambiente de fútbol. Creo que la gente que se ha acercado al Puchades así lo ha sentido y vivido. Es lo que genera el fútbol cuando dos buenos equipos se enfrentan, si lo que sucede en el terreno de juego es atractivo les das motivos para volver a repetir. Es responsabilidad nuestra en los entrenamientos intentar seguir mejorando la versión a nivel futbolístico para seguir dándole motivos a la gente para que nos siga viendo, acompañando y llenando estadios, porque ese es el camino”, explicó el entrenador azulgrana, Jonatan Giráldez. Y este es el poder del Barcelona femenino. Proponerse -y conseguirlo tras mucho trabajo durante muchos años- ser cada día mejores y que su éxito, cada vez más reconocido, vaya más allá y traspase el terreno de juego.

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