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DE ÁREA A ÁREA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Miguel Ángel Gil desciende al fondo

En esto de las decisiones arbitrales hay para todos, sólo que algunos se recrean en los reveses hasta construir una especie de delirio persecutorio que de repente hace crisis

El consejero delegado del Atlético de Madrid, Miguel Ángel Gil Marín.
El consejero delegado del Atlético de Madrid, Miguel Ángel Gil Marín.David Fernandez (EFE)

En esto del arbitraje, cada uno se acuerda de lo que le duele. Un montón de veces le he escuchado a Tomás Roncero la historia de las manos de Felipe en el Atlético-Madrid y Militao en el Madrid-Sevilla, en la 20-21, en las cuales dos le salió cruz al Madrid. Aquella Liga la ganó el Atleti. Hubiera bastado que al Madrid le hubiese salido cara en una sola de esas jugadas para que el título lo ganaran los blancos. La anterior Liga ganada por el Atlético, en la 13-14 llegó con un 1-1 en el Camp Nou. Era época pre-VAR y a Messi le anularon un gol legal por un fuera de juego mal señalado. Con ese gol, el campeón hubiera sido el Barça.

Lejos de mi ánimo borrar en mi imaginario esos títulos del palmarés del Atlético. En esto hay para todos, sólo que algunos se recrean en los reveses hasta construir una especie de delirio persecutorio que de repente hace crisis. Esta vez ha estallado en un pronunciamiento a mi juicio excesivo de Miguel Ángel Gil por una segunda tarjeta no mostrada a Ceballos, al modo de ver de muchos causa principal de la eliminación del Atlético de la Copa, a la que se agarraba como última esperanza en una mala temporada.

Para mí debió ser tarjeta, sí. El Madrid se hubiera quedado con diez y quizá el final hubiese sido otro, eso no se sabe. Yo he visto al Madrid en el Bernabéu remontar, 9 contra 11 (expulsiones de Iturralde, por cierto) al Valencia en una Supercopa. Influencia tuvo, desde luego, en el resto del partido, porque jugó Ceballos muy bien, pero no sé si pesó más que la decisión del Cholo de sustituir a Griezmann y Correa por Kondogbia y Saúl, deteriorando el excelente equipo de la primera parte, que le había dado un meneo al Madrid. En todo caso, construir desde esa segunda no tarjeta el relato extremo de Miguel Ángel Gil me parece un desvarío. Es posible que por su mayor poder el Madrid (y el Barcelona) hayan sido algo mejor tratados por los árbitros que el Atlético, que a su vez lo habrá sido mejor que los que siguen, que son todos los demás, algunos a larga distancia, pero eso no da la medida de ese alegato tan tremebundo. Yo he visto al Atlético ganar cuatro finales, cuatro, en el Bernabéu al Madrid. Las dos primeras, consecutivas, en años de Di Stéfano, Puskas y Gento, de Peiró y Collar. Otra más tarde, con Schuster y Futre, y la última ya en tiempos de Mourinho, cuando Koke plantó la bandera en el centro del campo.

Veo en esta reacción un brindis de Miguel Ángel Gil al sector ultra del Atleti, que le tiene zarandeado con el escudo, con el hoy no animamos y con el viva el Cholo manque pierda. El club vive una incomodidad seria porque la propiedad y gran parte de la afición entienden que es hora de buscar otro entrenador y que la pintan calva, con Luis Enrique suelto (hacer falta ser muy tío para coger ahora el Atleti, y él lo es), pero el fondo, por devoción, y algún sector más de la afición, por agradecimiento, no lo ven.

Esa tensión se le escapa a Miguel Ángel Gil en comunicados. Ya en Navidades dio el cante de aquella declaración de incompatibilidad entre el Cholo y Joao Félix, en la que parcialmente culpaba al entrenador. Este, a su vez, tras el partido del Bernabéu soltó un ‘nunca pasa nada’ junto a alguna alusión al final de sus días en el club. Un mensaje de consumo interno para sus pretorianos del fondo, y también una indirecta a la directiva: ‘nunca pasa nada’, no se atreven a quejarse, estamos solos. El mismo tipo de mensaje que lanzaba Mourinho a los Ultrasur.

Y Miguel Ángel Gil ha salido con un estrépito digno de mejor causa. Bueno, quizá le venga bien para que le aprueben el escudo y dejen de gritarle que se vaya de ese bonito campo que él mismo ha construido, pero yo creo que estas pleitesías no valen de nada. Mejor que aprovechara este verano cuando, como todo parece indicar, se vaya el Cholo para limpiar esa zona del estadio como hizo Florentino cuando se fue Mourinho.

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