El Madrid tiene muchas vidas
El Real se sobrepone a un Atlético muy superior en el primer tiempo y remonta en la prórroga para clasificarse como semifinalista tras un duelo intrigante y muy copero
De un estupendo encuentro, intrigante y muy copero de principio a fin, sacó provecho el Madrid, tan dado a jugar muchos partidos en uno solo. Un Real capaz de sobreponerse a un Atlético muy superior en el primer tiempo, de arrebatarse hasta una de esas remontadas de autor y luego angustiarse frente a un rival con 10 en el último tiempo de la prórroga. Del agobio final le redimió Vinicius, que secundó como goleador a Rodrygo y Benzema en la noche en la que se graduó con nota Camavinga. Un duelo de cuartos con muchas curvas que dejó contrariado al Atlético, que tenía en la Copa su agarradera.
De entrada, el equipo de Simeone pareció haber metabolizado que la pelota no es un engorroso artefacto. Al menos, lo demostró de inicio en Chamartín, donde los rojiblancos fluyeron como casi nunca. Y siempre con el balón como sustento. El efecto Griezmann, quizá. Hoy el francés, mucho más que un delantero, es la gran divisa colchonera, su manivela. A él sumaron Koke, De Paul, Lemar y el resto del convoy del Cholo. Un equipo próspero con la pelota, paciente cuando convenía, picante si se daba la ocasión. El cuadro del Metropolitano dio por sentado que hay un campo base, que el medio no es un apeadero. Con la pelota como ventosa, el Atlético escaneaba muy bien el partido y consumía al Real.
Demasiado trajín para los mustios Kroos y Modric, de nuevo al frente. No atosigaban los volantes blancos, no sintonizaban sus centrales. Cada movimiento visitante a espaldas de Camavinga y sus socios resultaba un tormento para los blancos, que ni iban ni cerraban. Solo algún revuelo de Vinicius, limpiamente raptado entre Nahuel y Savic.
Al modo de este nuevo Atlético llegó el gol de Morata. Toque a toque, conectaron unos cuantos rojiblancos hasta que Koke enchufó a Nahuel, que rimó con el ariete visitante, y Morata marcó en la intimidad, casi bajo el larguero. Vinicius dimitió ante el lateral argentino. No quiso saber nada de su arresto. Tampoco hubo el socorro de Kroos. Gobernante del juego, al Atlético solo le sobraba fogueo cerca de Courtois. Tampoco daba avisos el conjunto local, apenas una falta lateral de Kroos que despejó Militão. En el primer acto, eso fue todo en el rancho de Oblak. A un paso del descanso cayó Mendy, lesionado. Con el Mundial en la retina, Ancelotti dio pista a Ceballos y Camavinga, a la francesa, se fue al lateral izquierdo, con Kroos como eje.
La tregua le convino al Madrid. De vuelta, un equipo más ardoroso, más abrasivo. Otro chasis. El clásico Madrid mancomunado que responde al toque de corneta del Bernabéu. El Atlético ya no encontraba refugio en la pelota, abrochada por los blancos. Otro volumen. Camavinga ventilaba como lateral. Y sin el trasteo del Atlético con el balón, Kroos y Modric tenían respiro.
Cercado el cuadro de Simeone, Valverde casi sella el empate con un taconazo tras un centro de Nacho. Y Oblak tuvo que coger vuelo ante un disparo de Benzema que no rebañó Vinicius de milagro. El suelto Atlético del primer periodo forzado a un papel de resistente, con lo que ello supone en Chamartín. Simeone retiró a Morata para abrigarse con Witsel. Por momentos, el grupo de Simeone logró sacudirse al Real, exprimido durante la media hora inicial del segundo tramo. Courtois intervino con manos de plomo ante una falta de Griezmann y Witsel casi atina con una versallesca chilena. Pero el Madrid tiene muchas vidas.
Ancelotti tiró de toda la caballería, con Rodrygo y Asensio. El partido tenía tonelaje, nadie remitía. Y menos Rodrygo, jugador de chispazos, tantas veces cometa. El brasileño, messiánico, se clavó en el balcón del área visitante, sacó la cadena a Witsel, mandó a la cuneta a Hermoso, dejó a rebufo a Savic, aguantó el tratamiento de choque de Nahuel y dio un pase a la red con el empeine exterior del pie derecho. Más que un golazo, por mucho que Oblak no fuera el mejor Oblak.
El Atlético notó la sacudida. Del Atlético que daba palique a la pelota a un Atlético precipitado, tenso. Simeone forró al equipo con mármol, con Kondogbia y Saúl, pero faltaba temple y precisión para catalizar alguna contra ante un adversario ya deshuesado en el medio, con las únicas perchas de Modric y Ceballos. Sin remedio, el duelo se fue a la prórroga. Con la entrada de Barrios por Griezmann, Simeone alteró por completo las dos líneas más avanzadas. Ni rastro de los tres volantes iniciales ni de los tres delanteros. Con menos cesto, Ancelotti no agotó los cambios, con Modric ante un maratón, hasta que ya al final crujieron Nacho y Rodrygo.
No ligaba el Atlético, no dejaba de envidar el Real, con más carrete al comienzo del tercer tiempo. Máxime tras la expulsión de Savic por segar al encomiable Camavinga tras estar amonestado por una pelotera con Vinicius. Witsel se ubicó de central y al instante casi anota Rüdiger con un cabezazo. Preludio del 2-1. Asensio se animó a centrar con su ortopédica bota derecha, no llegaron al gol Rodrygo y Vinicius, pero sí Benzema, pillo, agazapado por detrás de los camaradas brasileños. Un azote terminal para el Atlético, que se sublevó al final pese estar con 10 y airado por considerar que Ceballos mereció la misma condena de Savic. Un avance más de un Madrid que tras despeñarse en Arabia ante el Barça ha cogido la pértiga para ir solventando un mes de lo más exigente.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.