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La logística de los pilotos con movilidad reducida en el Dakar

Isidre Esteve y Albert Llovera relatan sus vivencias en el vivac del rally, que ha mejorado en cuanto a accesibilidad

Isidre Esteve Rally Dakar 2023
Isidre Esteve con el coche del equipo Repsol Toyota Rally Team antes de participar en el Rally Dakar 2023.MEDIAGÉ COMUNICACIÓN (MEDIAGÉ COMUNICACIÓN)

Isidre Esteve (Oliana, 50 años) y Albert Llovera (Andorra la Vella, 56 años) son dos de las caras más reconocidas del Dakar. Y también un ejemplo de cómo las personas con movilidad reducida encuentran cada vez menos obstáculos durante la carrera. Entre ambos acumulan 25 participaciones y un montón de experiencias. “El del vivac es el Dakar más complicado. El de competir es para todos el mismo. Estás sentado en tu vehículo como el resto de participantes”, explica Llovera a EL PAÍS antes de volver a casa.

Desafortunadamente, ha tenido que retirar su camión Ford tras sufrir un problema mecánico en la presente edición, una que le hacía especial ilusión por poder compartirla con su sobrina, Margot Llobera. A pesar del mazazo, el experimentado piloto tiene tiempo para mostrarse muy satisfecho con los avances dados por la organización en materia de accesibilidad. “Es la primera vez que ponen un lavabo para nosotros, y hay que celebrarlo. Lo peor que llevo de venir aquí es esto”, comparte.

El baño es solo una de las complicaciones que Llovera y Esteve se encuentran en el Dakar. “Desde que vinimos a Arabia Saudí, los campamentos son más adaptados. Hemos llegado a ser siete u ocho en silla de ruedas, y desde 2020 han pensado en que haya rampas en todas las puertas de acceso a cada espacio”, explica el andorrano. Para la arena abundante, tienen una rueda delantera con motor eléctrico acoplable a su silla.

Para dormir, Llovera se conforma con tienda, pero Esteve, con mayor presupuesto, se ha montado un camión-taller personalizado que puede bajar a tierra como módulo de vivienda accesible. Otras soluciones que necesitan son un volante adaptado, que ambos encargan al mismo fabricante, y un equipo de confianza. “Siempre necesitas a una persona contigo. Antes, cuando iba en moto también, pero ahora más”, dice Isidre sobre Lídia Guerrero, su esposa y fisioterapeuta durante la prueba, además de presidenta de su fundación. Para etapas maratón (sin asistencia mecánica del equipo), Esteve debe pedir un permiso especial para que le acompañen ella y su mecánico de confianza, David Pigem, quien simplemente se encarga de trasladarle el material.

Albert Llovera, en la cabina de su camión en 2019.
Albert Llovera, en la cabina de su camión en 2019. Petr Lusk

No todo han sido facilidades en la trayectoria de ambos en el Dakar. Tras su grave lesión medular en 2007, en 2009 Esteve ya estaba montado en un coche adaptado. “El problema no fue mi falta de experiencia a cuatro ruedas, sino mi falta de experiencia con la lesión”, asegura sobre su debut tras dejar las motos. Se hizo dos llagas por presión y estuvo más de un año y medio postrado en la cama para recuperarse.

Allí nació su proyecto para volver con garantías a la prueba: un cojín inteligente que vaya moviendo y activando el área durante la competición. “Necesitamos siete años para desarrollar el producto, fue fascinante”. Llovera, que lleva compitiendo con vehículos de todo tipo desde 1987, tiene un aparato similar, aunque no tan sofisticado. Después de convertirse en el deportista más joven de los Juegos Olímpicos de Sarajevo en 1984, una caída un año más tarde en la Copa de Europa de esquí le postró en silla de ruedas. Desde entonces ha desarrollado el grueso de su trayectoria en el mundo del motor. Otro asunto, más peliagudo, son los accidentes: “Debes salir en menos de seis segundos. Se puede conseguir, pero es que a cualquiera le cuesta. A mí se me han incendiado tres coches de competición. En una ocasión, fui yo quien sacó al copiloto, que tenía la clavícula rota. Abrí la puerta, lo agarré y lo iba a tirar para afuera cuando llegaron dos chavales. Les dije que le ayudaran a él y yo me senté en la barra y me dejé caer para atrás. Después ya te arrastran”.

Ambos están satisfechos por cómo avanza el mundo de la competición. “El motor es un claro ejemplo de deporte inclusivo. Aquí corremos sin diferencias con el resto, sin bonificaciones de ningún tipo”. Quedan cosas por mejorar: “Estamos en 2023 y todavía te llaman minusválido. ¿Por qué? Hay mucha gente que no hace lo que yo hago”.

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