Álex Márquez: “No tener voz en el proyecto me ha dolido”
El piloto de Cervera explica sus frustraciones sobre la Honda y desgrana sus motivos para cambiar de aires en 2023, donde probará la codiciada Ducati
A Álex Márquez siempre se le ha tratado como el “hermano de”, aunque su palmarés refleja una trayectoria cargada de méritos propios. Campeón del mundo de Moto3 y Moto2 –al igual que Marc– el piloto de Cervera, de 26 años, está pasando por uno de sus peores momentos en el Mundial. Ya lo sabía cuando se embarcó en la aventura de la categoría reina con el equipo Repsol, en 2020, justo antes del estallido de una pandemia que todavía complicó más las cosas. “Me trataron de loco por ir a Honda, la moto campeona del mundo, pero también una moto que acabó con la carrera deportiva de Jorge Lorenzo y se le atragantó a Dani Pedrosa en sus últimos años”, recuerda a EL PAÍS durante la frenética gira asiática de MotoGP.
Él confiaba en encontrar el éxito con la fábrica japonesa, pero muchas cosas se torcieron por el camino. El pequeño de la familia de campeones pretendía labrarse un nombre entre los mejores pilotos del planeta, pero una de las peores temporadas que se recuerdan de la marca de Hamamatsu le ha hecho replantearse la manera. “Llega un momento en que como piloto debes buscar nuevas motivaciones”, explica sobre su firma con Ducati, la moto más codiciada de la parrilla. “Solo quiero demostrarme a mí mismo que soy capaz de competir. Sé que es una moto que funciona, con la que muchos pilotos van rápido, y por lo tanto todo dependerá de mí y de cómo trabaje”.
Después de cosechar dos podios con el equipo oficial en su año de debut en la máxima categoría, Álex fue degradado al LCR, la estructura satélite del fabricante. No fue un problema encajar eso, sino más bien constatar que su opinión no contaba en Japón. “No tener voz en el proyecto, no sentirme escuchado, me ha dolido. He notado que el apoyo de Honda no ha sido el mismo”, asegura. “Hay decisiones que no me han gustado y, por mi carácter, tampoco he sabido aceptar”, añade. No es el único que hace las maletas en Honda. Pol Espargaró tuvo una oferta para continuar encima de la mesa, pero decidió empezar de nuevo con GASGAS. “Quiero una moto con la que sepa que puedo ser rápido, y conocer a la gente que me rodea para tener todo lo necesario para poder rendir bien” aducía el de Granollers.
Honda, y en general los fabricantes japoneses –Suzuki tira la toalla a final de curso y Yamaha vive del fenómeno Fabio Quartararo–, se ha visto superada por los europeos sin la referencia de Marc Márquez, el único piloto capaz de sacar provecho a su bestia indomable. Las cuatro operaciones del octocampeón del mundo han dejado al equipo a ciegas. Incluso habiendo estado tres meses de baja, el 93 sigue siendo el piloto de la marca con más puntos en la tabla. En su segunda prueba tras su larga convalecencia, todavía lejos de su mejor condición física, firmó una pole position el sábado y un cuarto puesto en el GP de Japón por delante de los cuatro rivales que luchan este año por el título. “El único que consigue ser regular es Marc. Estuve yo, Lorenzo, Pol, Pedrosa… todos hemos tenido los mismos problemas y la misma tendencia, y creo que eso no es casualidad”, analiza su hermano, que quedó 13º en la carrera. “Ellos saben que no pueden depender de Marc para todo, y tienen que ponerse las pilas, pero es una guerra que yo ya no libro”.
Desde dentro, cuesta decir qué se ha hecho bien o mal: “Simplemente es que los demás lo han hecho mejor. Creo que es un problema de organización, de prioridades. Lo más difícil de entender es que con menos recursos lo han hecho muchísimo mejor”. Álex visitaba el fin de semana pasado Japón por segunda vez desde que fichó por Honda. La covid-19 terminó de atrancar los procesos de la fábrica, y es que allí, todavía hoy, hay mucha precaución respecto al virus: mascarillas, protectores en los restaurantes y estrictos protocolos de entrada al país: “El vínculo Japón-Europa no es sencillo, y pienso que se ha perdido mucha información”. Aunque no ha podido visitarles tanto como querría, siente que la capacidad del gigante de la industria automotriz está escondida en algún sitio. “Tan solo deben tocar la tecla adecuada”, vaticina.
Aunque no compartirán fábrica el próximo curso, los dos hermanos seguirán compartiendo nueva vida en Madrid. “No quiero hablar por Marc, pero la rutina es la misma que antes. Va bien cambiar de aires y estoy muy a gusto aquí, pero vivimos en una zona tranquila, con poca gente, como en Cervera”, asegura. Ambos han cambiado también de mánager por el “desgaste natural de los años”, pero poco más cambiará según ellos mismos relatan. ¿Y los secretos sobre sus motos? “Ya guardábamos algunos. En casa no hablamos casi nada de motociclismo, sabemos separar bien lo familiar y lo profesional”. Aunque echan balones fuera, se especula ya con un posible aterrizaje del hermano mayor a la fábrica de Bolonia. “Ya sabe cómo va, la ve igual que yo sobre la pista”, comenta entre risas Álex por si a él le da por preguntarle.
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