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Los banquillos del tenis toman la palabra

Nueva York estrena por primera vez en un grande el ‘coaching’, que permite las instrucciones de los técnicos a los jugadores de manera controlada

Mouratoglou da instrucciones a Halep durante un partido de la primera ronda.
Mouratoglou da instrucciones a Halep durante un partido de la primera ronda.KENA BETANCUR (AFP)
Alejandro Ciriza

“¡Venga, va, cuatro puntos sólidos ahora, ¿eh? ¡Va, va, Charlie! ¡Sigue igual, activo! ¡Búscalo ahora en el peloteo! Tienes que estar duro ahora, ¿eh?”.

Juan Carlos Ferrero, exnúmero uno y campeón de Roland Garros en 2003, se desgañita desde el box mientras su jugador recibe las indicaciones; una escena que, hasta poco más de un mes, hubiera sido inimaginable y seguramente le hubiera acarreado una penalización al tenista español. No ahora. No desde julio, fecha que los rectores del circuito masculino decidieron fijar para empezar a experimentar, con Montreal, Cincinnati y este US Open como banco de pruebas. Después de muchas advertencias, sanciones y opiniones contrapuestas, el coaching ya está definitivamente aquí, para todos y por primera vez en un Grand Slam. Pero, ¿qué es esto del coaching?

En síntesis, que los entrenadores puedan dirigirse a sus tenistas y aportarles instrucciones durante los partidos. Hubo un periodo hace unos años en el que la WTA ya lo aplicó a los torneos femeninos, cuando los técnicos podían bajar durante las pausas a la silla (una vez por set) y corregir o aportar soluciones a la jugadora, con la que podían conversar con libertad; sin embargo, posteriormente se rectificó porque se generaban algunas escenas polémicas y en algunos casos se consideraba algo intrusivo, dado que las cámaras registraban a un metro toda la conversación. Se apostó entonces (marzo de 2020) por la variable del formato, aplicada a todos los torneos excepto a los cuatro grandes (dependientes de la normativa de la Federación Internacional de Tenis). Y ahora la estrenan también los hombres.

Las pruebas fueron satisfactorias, así que organismo el masculino (ATP) –en connivencia con los estamentos principales– también ha adoptado la fórmula que ahora se ensaya, condicionada por una serie de aspectos. Los preparadores deben estar sentados en sus asientos; el coaching (verbal y no verbal) solo está permitido si no interrumpe el juego ni crea molestias durante el punto al oponente; el verbal únicamente es aceptado cuando el tenista está en el mismo lado de la pista, mientras que el gestual está permitido en todo momento; los mensajes deben ser escuetos, en forma de frase corta, y en ningún caso puede llegar a haber conversación; por último, se descarta la comunicación cuando el jugador abandona la pista, sea por el motivo que sea.

Acabar con la picaresca

“Había que frenar tanta hipocresía. Llevábamos tiempo esperando este cambio”, afirmó en una entrevista concedida a Tennis Majors el francés Gilles Cervara, entrenador de Daniil Medvedev, refiriéndose a la picaresca habitual para transmitir directrices sin que las viera el árbitro. “No veo cómo puede ayudar un técnico o marcar la diferencia. Creo que si conozco al rival y entiendo el juego, no es necesario, aunque me parece bien”, asegura el número uno, que ha tenido más de un desencuentro público con Cervara.

Tim Henman aconseja a Evans en un partido.
Tim Henman aconseja a Evans en un partido.JULIAN FINNEY (AFP)

Más claro lo tiene Rafael Nadal. “Es un poco estúpido que tengas a un entrenador que viaja contigo durante toda la temporada y que entrena contigo cada día para que luego, en los momentos importantes él no te pueda decir nada”, se posicionó en su día el español. Y comparten la opinión Novak Djokovic (“es una buena idea”) y Alcaraz, cuyo banquillo le saca el máximo jugo posible a la nueva regla. “Creo que es un avance en todos los sentidos, una evolución que ya está en otros deportes”, señala el murciano.

Federer, a la inversa

En sentido opuesto, difiere con ellos el estadounidense Taylor Fritz, campeón este año en Indian Wells: “Realmente lo odio, el tenis es un deporte individual”. Le acompaña Roger Federer, más sutil. “No estoy a favor de eso”, expuso el suizo en su momento; “me parece genial que en el tenis estés ahí fuera solo. Además, no todo el mundo tiene los mismos recursos y puede permitirse un entrenador, así que no estoy seguro de que sea tan beneficioso”, razona mientras estos días se perfila un nuevo paisaje sonoro durante los partidos, en ocasiones con micros incorporados en el área técnica para potenciar las retransmisiones televisivas.

Así se percibía este jueves en Flushing Meadows, a lo largo de una jornada en la que se despidió Paula Badosa. La catalana, de 24 años, perdió contra Petra Martic por 6-7(5), 6-1 y 6-2, y selló su andadura de este año en los Grand Slams. Sí lograron progresar Garbiñe Muguruza (6-0 y 6-4 a Linda Fruhvirtova) y Carlos Alcaraz (6-2, 6-1 y 7-5 a Federico Coria); se medirán con Petra Kvitova y Jenson Brooksby respectivamente.

SERENA WILLIAMS EN LA SOMBRA

A. C. | Nueva York

Detrás de la aplicación de la norma en la WTA hay un nombre, el de Serena Williams. En 2018, durante la final que la estadounidense disputó en Nueva York contra Naomi Osaka, el juez Carlos Ramos interceptó a su entonces técnico, Patrick Mouratoglou, dándole instrucciones. El portugués actuó en consecuencia –con un warning (advertencia)– y la tenista lo negó. 

Las cámaras de televisión recogieron el instante en el que el preparador le ofrecía claramente indicaciones a su jugadora. Sin embargo, Williams se mantuvo en sus trece: “No me estaban ayudando. Si miro a mi banquillo y me dicen: ‘¡Vamos, bien hecho!’, yo no sé qué hacer”, expuso; “No sé de qué habla Patrick. No tenemos signos ni los hemos usado nunca. Le he mandado un mensaje para que me lo explique...”.

Para evitar episodios similares u otras polémicas, la WTA activó la regla en 2020 en los torneos WTA Tour; es decir, todos menos los cuatro grandes.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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