El fulgor de Lewandowski
Aquel jugador que parecía tan frío en el despiadado Bayern se gana con su expresividad al Camp Nou
No se sabía en el Camp Nou que Robert Lewandowski saludara y sonriera a los aficionados, ni que hablaba con sus compañeros cada vez que marca un gol, tampoco que fuera un delantero tan sutil como para rematar de tacón como sucedió en el 3-0 al Valladolid. Ha sorprendido incluso que se vedan tantas camisetas suyas en las tiendas del Barcelona. Al jugador polaco se le tenía por un delantero al que le salían los goles por las orejas y cuyo carácter era tan frío, distante e infalible como el despiadado Bayern de Múnich. Hasta que ha llegado al Barça.
Ha cambiado el semblante de Lewandowski y ha variado la mirada que se tenía sobre la mecánica figura de un futbolista que ahora mismo alimenta con sus goles la ilusión del barcelonismo en el inicio de Liga. Ya no es solamente un ariete que cuenta cuatro tantos en tres partidos, los mismos que Borja Iglesias del Betis, sino que se ha convertido en el icono de un Barcelona falto de liderazgo desde la partida de Messi. Lewandowski marca, juega y hace jugar y enciende el Camp Nou.
Ahora mismo lidera la clasificación de goleadores (4) y de rematadores (8) después de contar cinco tiros a portería, acertar en el 87,1% de pases y culminar tres de cinco regates frente al Valladolid. La productividad del delantero centro contrastó la última jornada con la incapacidad del Bayern para derrotar al Borussia Mönchengladbach (1-1) después de ocho paradas de Sommer. “¿No echan de menos a Lewandowski?” le preguntaron a Müller.
El ariete se despidió en silencio de Múnich después de una pretemporada muy ruidosa iniciada en la selección de Polonia. Lewandowski abandonó el estadio en su coche y bajó la ventanilla cuando un periodista le interpeló para que respondiera a tres preguntas antes de que se instalara en Barcelona. Hubo más distanciamiento que complicidad después del desencuentro del jugador con el club una vez acabada una relación muy rentable profesionalmente: 344 goles en 375 partidos.
A sus 34 años continúa siendo el punto final de la jugada al tiempo que ha ganado versatilidad y ascendente sobre un equipo necesitado de referentes que ayuden a Xavi. Lewandowski se ha hecho presente en un momento en que las cámaras miraban a Benzema y Haaland. Ha ganado madurez y no ha perdido humildad, es más elástico de lo que parecía, se mueve bien con y sin balón —arrastra y se desmarca— y no es tan egoísta como se supone en un 9.
A Xavi le gusta el timing de Lewandowski, sus recursos para interpretar el juego, y su humanidad, detalle que advierte de que no es una máquina, sino que tiene vida y es susceptible de tener buenos y malos momentos en el pasional Barça. Aunque no se sabe qué será de su carrera, el fulgor del estadio se explica sobre todo por la sorprendente expresividad y gestualidad de Lewandowski.
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