

Benzema pega duro
Dos goles terminales del capitán del Real Madrid dan la tercera victoria a un campeón que comenzó lanzado pero luego fue frenado por un Espanyol crecido y voluntarioso


Dos picotazos terminales de Benzema sellaron la victoria del Madrid, que por tercer partido consecutivo cantó tres puntos fuera del Bernabéu, al que regresará el próximo sábado frente al Betis. El campeón sudó como una regadera frente a un Espanyol que con bien poco se enganchó al partido y tuvo al Real cogido por la pechera hasta que se impuso el talento de Benzema en un encuentro con muchas curvas.


Llegaba el descanso cuando en Cornellà solo había un partido: el que le daba la gana al Madrid. Hasta el inopinado gol de Joselu a un parpadeo del descanso, el Espanyol era la nada más oscura. El partido era abrumadoramente visitante. Una cita dirigida por Modric y Kroos, con Tchouameni de brigada superior. Y, por encima de todos, Vinicius, fuera del escáner de cualquier perico. Una superioridad manifiesta del Real, asalto a asalto. Incluido el victorioso encuentro de Alaba, examinado como lateral zurdo por Carlo Ancelotti, que, intramuros, también se fía del centinela Rüdiger.
Hay variantes en este Real Madrid de Vinicius, que hace meses que conjuga a un futbolista tan desequilibrante como concreto. Antes, el brasileño iba e iba hacia vaya usted a saber dónde. Hoy, Vinicius ataja hacia el gol. Y el gol, su maldición de cadete, es ahora su bendición. Un flirteo victorioso del extremo blanco, capaz de barrer todo el frente de ataque. Fluía y fluía el Madrid de Alaba, Kroos, Modric y Tchouameni. Todos gobernantes. El duelo a los pies del Real cuando Tchouameni, la secuela de Casemiro, hizo de Kroos o Modric y filtró un pase clínico para Vinicius, que rajó a la zaga del Espanyol por el centro. Desmarque, regate y a la cazuela. Vinicius valiendo por tres. Tchouameni, al alza.
La vida seguía igual en el Madrid que dejó Casemiro. Muchos al remo. Como Alaba, campechano soporte del medio campo una y otra vez. Hasta Vinicius y Benzema tuvieron remangue defensivo en más de una jugada. Nada hacía presagiar algún apunte del cuadro de Diego Martínez, todavía en obras, con el revuelo de Raúl de Tomás y alguna expectativa en el mercado. Hay tajo en Cornellà. A la baja iba el cuadro perico cuando en un chasquido imprevisto empató Joselu. Por una vez era el Real quien no se explicaba el devenir del partido, en el que ya competía el animoso Espanyol del canterano Rubén. Nunca le faltó caladero al club periquito, que navega como puede entre la elite.
El empate sacudió al campeón. Menos control del grupo de Ancelotti, repentinamente vulnerable, consentido de un encuentro de ida y vuelta. No será el primer envite así que acepte el Real, este Madrid de Tchouameni y Camavinga, jóvenes con piernas y mucha soltura. Una amenaza para el Espanyol, pero que rimó mejor con el choque cuando el adversario le dejó campo para ir y venir. Tal era la nueva partida, que a la hora casi vence Joselu a Courtois, otro día clave en la oficina, y casi fulmina Benzema a su compatriota Lecomte, guardameta local. Un flequillo certificó el fuera de lugar del capitán madridista.
De un reto manejado a su antojo por el Madrid a un órdago aceptado por el Espanyol tras su vitamínico gol. Tan a la baja se veía Ancelotti que el Real de la carrerilla de Casemiro-Modric-Kroos acabó con Tchouameni, Camavinga y Ceballos. El Madrid lanzado de la primera media hora terminó gancho a gancho en un partido en el que el Espanyol tiró de flotador y se vino arriba. Meritorio grupo el de Diego Martínez. Hasta que Benzema cantó dos bingos. A un centro de Rodrygo respondió el galo con una maniobra de ariete puro. Luego, una tarascada de Lecomte a Ceballos derivó en la expulsión del portero y falta directa para Benzema contra un jugador-portero (Cabrera). Recursos no le faltan al Real. Lo contrario que al voluntarioso Espanyol.
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