Suecia gana por insistencia
La selección escandinava se impone contra Bélgica en el descuento y se medirá ante Inglaterra en la semifinal
Pioneras en la Eurocopa -se quedaron con la primera edición en 1983-, siempre animadoras en el fútbol femenino europeo -nueves veces entre las cuatro mejores del continente-, Suecia respetó a su historia. No lo tuvo fácil ante Bélgica. Suecia asustó a las belgas con las transiciones y se atascó cuando las diablas rojas le regalaron el balón. Pero con más insistencia que fútbol, Suecia se impuso con su arma de siempre: el balón parado. Eso sí, tuvo que esperar hasta el descuento. En el minuto 92, Sembrant firmó el 1-0 para que Suecia se mida frente a Inglaterra el próximo martes por un lugar en la final de Wembley.
El poder de Suecia no se traduce en el control del balón. No lo necesita. El de Bélgica, sí. Y la selección belga entendió, de entrada, que para controlar la potencia de las escandinavas tenía que cuidar el cuero. El equipo de Ives Serneels elevó la línea de presión para mantener a Suecia alejada de su portería y procuraba no perder la pelota. Por momentos, lo consiguió. Solo por momentos. La velocidad de las suecas en las transiciones era demasiada potencia para Bélgica.
Sin embargo, a las muchachas de Peter Gerhardsson les fallaba la puntería. Ni en las jugadas a balón parado ni en los contragolpes, Suecia lograba romper el silencio en el marcador. Y, cuando lo logró, tras un gran pase de Asllani para Blackstenius, el VAR anuló el gol de la delantera del Arsenal. El juego de Suecia giraba alrededor de la exfutbolista del Real Madrid –la próxima campaña jugará en el Milan-, siempre con la mirilla puesta en Rolfo y Kaneryd en las alas y su delantera centro, Blackstenius. El problema para Asllani es que estaba demasiado sola para brindar pausa a un equipo acostumbrado a lucirse en el vértigo.
Suecia, sin embargo, insistía e insistía. De hecho, sumó hasta 15 remates (cinco a puerta) antes de que finalice el primer tiempo. Bélgica, en cambio, prácticamente ni asomaba por el área de Lindahl. Antes del paso por los vestuarios, las belgas solo contaron un remate de la talentosa Vanhaevermaet a un paso de la medialuna que ni siquiera inquietó a la portera de Suecia. Pero Bélgica jugaba con el reloj. Un ejercicio de sufrimiento que terminó por olvidarse de su plan de partido: protegerse con el balón.
Suecia se mostraba incomodaba el ataque en estático. Sin espacios, a las escandinavas no les quedaba más remedio que apostar por bombardear con centros el área de Bélgica, siempre incisivas en las jugadas de estrategia. Entonces, aparecieron dos futbolistas inmensas para apagar cada intento del cuadro de Gerhardsson: la central De Neve y la portera Nicky Evrard, que paró hasta 10 remates de los 33 que firmó Suecia. Pero en el descuento, en el decimotercero saque de esquina, las escandinavas encontraron premio. Sembrant pescó el rebote en el área y selló el visado del equipo de Gerhardsson para la semifinal.
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