España muere de pie en la Eurocopa

A España la ilusión le llegó con pupas a la Euro. Primero, en la previa, se le cayeron sus dos referentes, Jenni Hermoso y Alexia Putellas. Y después Alemania le dio un baño de pragmatismo. Hasta que se topó con Inglaterra en Brighton. No hubo ni rastro de ese equipo irregular del debut frente Finlandia, ni el de la fragilidad en las áreas ante Alemania, mucho menos del que sorteó con más dudas que certezas a Dinamarca. Ante la anfitriona, España se miró en el espejo de España. Un espejo, en cualquier caso, que se rompió cuando el reloj ya le comenzaba a sonreír a la Roja. Los planes de partido le funcionaban a la perfección a Jorge Vilda hasta que el orgullo de Inglaterra neutralizó el gol de Esther. En la prórroga, ya cuando las emociones se burlaban del juego, The Three Lions sellaron su pase a semifinales ante una España que murió de pie.

INGInglaterra

2

Mary Earps, Rachel Daly, Lucy Bronze, Leah Williamson, Millie Bright, Fran Kirby, Georgia Stanway, Lauren Hemp, Beth Mead, Keira Walsh y Ellen White

ESP España

1

Sandra Paños, Mapi León, Ona Batlle, Irene Paredes, Olga Carmona, Teresa Abelleira, Mariona Caldentey, Patri Guijarro, Aitana Bonmatí, Marta Cardona y Esther González

Goles 0-1 min. 54: Esther González. 1-1 min. 83: Ella Toone. 2-1 min. 96: Georgia Stanway.

Árbitro Stéphanie Frappart

Tarjetas amarillas Mapi León (min. 44), Misa (min. 87) y Alex Greenwood (min. 119)

En la fase de tanteo, cuando todavía nadie se animaba a arriesgar, España no escondió su guion: la pelota era para ellas. No hubiese sido ninguna sorpresa si enfrente no hubiera estado la Inglaterra de la neerlandesa Sarina Wiegman —ayer en el banquillo tras recuperarse de la covid—, la tercera selección que más atesoraba el cuero en la Euro, después de la propia España y Francia.

El plan de Jorge Vilda, de entrada, funcionaba. No faltó, en cualquier caso, como en todo el campeonato, el baile de nombres del técnico español para acompañar a Guijarro y a Bonmatí en la medular. El nuevo episodio tuvo a una protagonista inédita en la Eurocopa, Teresa Abelleira, más tiza que músculo para la Roja.

Con el balón en sus botas, lejos de Sandra Paños, la Roja poco a poco minaba la confianza de las inglesas. Ni el aliento de la ruidosa hinchada levantaba el fútbol de The Three Lions, silenciadas en el centro del campo por el trío formado por Guijarro, Bonmatí y Abelleira, taponadas en las bandas, sobre todo en la derecha. Lucy Bronze y Hemp no decían ni pío frente a Cardona y Mariona. Entonces, la Roja no se conformó con adormecer a Inglaterra y fue un paso más allá. A falta de agresividad en ataque, estrategia. A falta de potencia en las alas, un disparo de Mariona desde la medialuna. Todas, en cualquier caso, sin riesgo para la portera Earps. De Sandra Paños, en cambio, no había ni noticias.

El aura de superioridad con el que se presentó Inglaterra se desvanecía frente a España. Pero Jorge Vilda quería más. La Roja necesitaba más vértigo en los costados y el técnico no estaba dispuesto a esperar. Tras el paso por los vestuarios, el preparador madrileño mandó al campo a Athenea. De nuevo, la pizarra le funcionaba. La extremo del Madrid no tardó en mostrar los dientes. Primero amenazó con un centro que no encontró a nadie en el área. Misma fórmula para romper a la defensa inglesa que había llegado a Brighton con la portería invicta. Esther apareció en el corazón del área para rematar cruzado y silenciar a la afición inglesa.

Reaccionó Sarina Wiegman, sin más ideas que acumular muchachas en ataque. Más vértigo que control, mientras Athenea seguía rompiendo a Daly en la banda izquierda.

Inglaterra, por entonces, ya era un manojo de nervios. Y España también parecía saber jugar con la ansiedad de las locales, sobre todo con la templanza de Aitana para esconder la pelota. Era el tercer plan de partido de Vilda. Y, como los dos anteriores, funcionaba. Hasta que apareció Toone para pescar un balón perdido tras el choque entre Paredes y Russo. Un gol —muy discutido por las españolas, que reclamaron con vehemencia una falta a la zaguera— de la vieja Inglaterra; también de la nueva, sin más argumento que el amor propio para rebelarse frente a un España que se había mostrado tan dura para morder como fina para jugar.

En la prórroga apareció el duelo que nunca quiso España, el del golpe por golpe. La velocidad de Stanway para colarse por el callejón del 10 y dibujar un disparo preciso y potente que dejó en nada la estirada de Paños. Entonces, la hinchada sí se liberó. El himno de It’s coming home! se entonó por primera vez en el duelo. España no se dejó intimidar en Brighton. Pero la gasolina ya era la que era. Se despidió la Roja de la Euro, pero pareció solo un hasta luego para volver a poner contra las cuerdas a las mejores del continente.

Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.