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Illescas, la ciudad que brilla en educación a través del ajedrez

El deporte mental es una herramienta transversal e interdisciplinar en las siete escuelas públicas de la urbe toledana

Dos alumnos de sextojuegan al ajedrez en el CEIP Clara Campoamos durante clase de educación física.
Dos alumnos de sextojuegan al ajedrez en el CEIP Clara Campoamos durante clase de educación física.ALEX ONCIU
Leontxo García

El proyecto Ajedrez en la escuela, una estrategia educativa, desarrollado en Illescas (Toledo) desde 2016, ha sido seleccionado para su presentación en el Congreso Internacional de Ciudades Educadoras de Andong (Corea del Sur). Las siete escuelas públicas de esa ciudad de 30.000 habitantes utilizan el ajedrez como herramienta transversal (inteligencia emocional y educación en valores) e interdisciplinar (en clase de matemáticas, ciencias sociales, lengua, educación física…). EL PAÍS visitó recientemente cinco de ellas y pudo comprobar que el nivel de satisfacción es altísimo, incluso en el centro Martín Chico, donde dos tercios del alumnado proceden de familias inmigrantes.

“Algunos de los niños musulmanes se negaban a jugar con niñas cuando llegaron. Les dijimos que si no cambiaban de actitud jamás jugarían al ajedrez, y en un par de meses se arregló el problema”, recuerda Félix Toribio, director de la asociación Nuestro Ajedrez en Europa, contratada por el Ayuntamiento de Illescas, durante la visita a tres aulas del Martín Chico. Y añade: “El alcalde [José Manuel Tofiño] nos advirtió de que este colegio era un gran reto, porque aquí habían fracasado otros proyectos innovadores. Pero el ajedrez es un lenguaje universal e iguala a todo el mundo. Docentes, alumnos y padres están muy contentos. Cuando el alcalde lo comprobó, dio la misión por cumplida”.

El alcalde hace gala de que el rendimiento académico en las escuelas de Illescas es uno de los mejores de Castilla-La Mancha, como han comprobado desde la Consejería de Educación del Gobierno regional. Emplea una metáfora –”En algunas familias se utilizan sábanas de lino; en otras, de esparto”– para resaltar la “gran contribución del ajedrez” a ese logro: “Necesitamos herramientas que equilibren esas diferencias sociales, que de lo contrario se traducen en deficiencias educativas. Eso es precisamente lo que nos aporta el ajedrez”, apunta Tofiño.

Paradójicamente, Castilla-La Mancha no está entre las diez comunidades autónomas que han introducido el ajedrez en horario lectivo de una manera u otra (Cataluña, Aragón, Canarias, Andalucía, Baleares, Galicia, Cantabria, Navarra, Madrid y Murcia) y han convertido a España en miembro de la vanguardia mundial en ese ámbito. Illescas es un oasis en tal contexto, y además con un método muy distinto al más habitual (formar en ajedrez elemental a los maestros para que ellos lo utilicen como prefieran): son los monitores de Nuestro Ajedrez en Europa quienes elaboran presentaciones en Power Point de las aplicaciones transversales e interdisciplinares, y dan las clases en el aula junto al docente titular, quien aporta lo que desee.

Trabajar la inteligencia abstracta

De modo que, si uno entra en cualquier aula de Primaria de esos siete centros públicos, es probable que vea cómo se recurre al ajedrez para explicar cosas tan variopintas como los principales ríos de España o de Europa, o trabajar las potencias en clase de matemáticas: por ejemplo, como la dama vale nueve puntos, cuatro damas en un tablero significan nueve elevado a la cuarta potencia. Así se trabaja la inteligencia abstracta, además de una rama concreta de las matemáticas.

O las metáforas en clase de lenguaje, o ejercitar la velocidad y los reflejos en educación física, corriendo para agarrar piezas situadas en un banquillo o en el centro de la cancha de baloncesto. Una clase de educación en valores puede tener como punto de partida esta frase del polaco Savielly Tartakower, uno de los mejores ajedrecistas del mundo hace cien años: “Si el error no existiera, habría que inventarlo”. Estimulados y moderados por el monitor y el docente, los alumnos debaten sobre la autocrítica o la necesidad de que se produzcan errores para que una partida de ajedrez sea bella, porque esos fallos de un jugador producen una combinación brillante del rival para aprovecharlos.

Es habitual que los últimos 15 o 20 minutos de una clase teórica se completen con partidas por parejas, para fomentar la cooperación. Y el método se ha consolidado tanto que Toribio imparte a veces clases multidisciplinares: muestra una ruleta con diferentes áreas (matemáticas, lenguaje, arte, historia…); el alumno elige y debe responder entonces a una pregunta conectada con el ajedrez.

Este periódico habló con una veintena de docentes de Illescas durante una visita de dos días a los siete centros. La frase más repetida fue: “Piensan y aprenden mientras juegan”. Y la siguiente: “Los alumnos están deseando que les hablemos de ajedrez para explicar lo que sea”. Toribio, que procede del ajedrez competitivo, tiene muy claro que el educativo es mucho más rico: “Integrar a todos los alumnos a través del ajedrez es más difícil que convertir a un gran talento en gran maestro”.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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