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Las lágrimas de Tiger Woods en Saint Andrews

El Tigre se despide emocionado después de no pasar el corte, Jon Rahm y Sergio García remontan y Cameron Smith es el líder con -13

Tiger Woods
Tiger Woods, cruzando el mítico puente del hoyo 18.PAUL CHILDS (REUTERS)
Juan Morenilla

Las leyendas también lloran. Tiger Woods cruzó el famoso puente de piedra de Swilcan que atraviesa el hoyo 18 de Saint Andrews, se quitó la gorra como símbolo de reconocimiento y le saltaron las lágrimas cuando la grada junto a la casa club del mítico Old Course se puso en pie para despedir al mito. Era el adiós, puede que definitivo, de un campo histórico a un jugador inmortal, el atleta que más ha revolucionado un deporte. Tiger se marchó después de no pasar el corte con nueve sobre el par, derrotado por su maltrecha carrocería. Ni siquiera un recorrido plano como el del templo escocés le permitió ser mínimamente competitivo, circunstancia que arroja una gran sombra de duda sobre su futuro a los 46 años. Si no resiste una caminata al lado de la playa, ¿cómo hacer frente a grandes que retuercen el cuerpo como el Masters y el US Open?

El hombre que en el campo se movía como un robot de acero se secó los ojos antes de su último golpe. Hoy va a cámara lenta, dolorido, como conservando cada gota de gasolina. “Y tendrías que verle cuando se entrena y no tiene que poner buena cara ante la gente”, cuenta Jon Rahm. Saint Andrews ni siquiera le concedió ese birdie que parecía suyo en el 18. Se había jurado que competiría hasta caer fulminado y así fue. La pierna derecha que se destrozó en un accidente de tráfico hace 15 meses, hoy un palillo de músculos y tornillos, no resiste la cilindrada que requiere la alta competición. Nunca tuvo opción. Cuando falló el putt para birdie en el par cinco del 5, Woods se dobló sobre sí mismo. Se sabía vencido y hasta la meta recogió el cariño de la multitud. “La ovación ha sido muy emotiva”, agradeció Tiger. “Llevo viniendo aquí desde 1995 y no sé si físicamente voy a estar en condiciones de volver. Siento que este puede haber sido mi último Open Británico en Saint Andrews”, lamentó. El grande de las islas no regresará a la casa del golf hasta 2030. Woods tendrá entonces 54 años.

El llanto del Tigre marcó una segunda jornada que disparó al australiano Cameron Smith al liderato con -13 (-8 en la ronda, el mejor inicio histórico en el Old Course tras las dos primeras rondas). Su eagle en el hoyo 14 desde casi 20 metros fue una obra de arte. Con -11 viaja Cameron Young, con -10 Rory McIlroy y Viktor Hovland, con -9 Dustin Johnson, con -8 Scottie Scheffler y Tyrrell Hatton... Un baile de gigantes. Jon Rahm y Sergio García se curaron pronto las heridas. El vasco firmó una tarjeta de -5 en el día para -4 en total y el castellonense se transformó con un -6 que le disparó hasta el -3 en la general.

El cambio de Rahm tenía truco. De medio grado, exactamente, lo que varió su putter de la ronda del jueves a la de este viernes. “Había puesto otro en juego con medio grado más porque según las estadísticas y los estudios, aquí ayudaba a que la bola rodara más. Cuando acabó la jornada lo mandé a la taquilla y ahí se queda”, explicó Rahm sobre esa nueva herramienta con la que había entrenado pero sin jugar nunca una vuelta oficial.

Con el nuevo juguete, el número tres del mundo recuperó las sensaciones de siempre. A la primera ocasión de que dispuso mandó el balón a la red. Birdie en el primer hoyo con un golpeo firme y rápido, sin un gramo de duda, birdie en el segundo, opciones de recortar en los dos siguientes y otro golpe descontado en el hoyo 5. En un suspiro el hombre de Barrika era otro. Tres bocados en cinco etapas y un putt para eagle en el 9 que no entró pero le situó con cuatro menos en la ronda al pisar el ecuador. Por el camino se quedaron otros casi en el 12 y el 13, cumplió en el par cinco del 14 y en la recta final celebró dos aciertos estratégicos. Primero un putt de siete metros y medio en el 16 para rescatar el par, y luego otro de similar distancia en el 18 para bajar la persiana con un birdie y siete putts necesitados menos que el jueves (36-29). “Esos dos golpes me dan mucho ánimo. Si pasa algo este fin de semana hablaremos otra vez del putt del 16. Lo he pasado muy bien. De tee a green ha sido un gran día”, analizó Rahm.

Pau Gasol y Sergio García, este viernes en Saint Andrews.
Pau Gasol y Sergio García, este viernes en Saint Andrews.

Y para transformación, la de Sergio García. El castellonense afirmó el jueves, después de un triple bogey en el 17, que al día siguiente completaría de manera funcionarial los 18 hoyos y se iría a casa. García desmintió a García. Con un festival de aciertos, El Niño abrochó una gran jornada (-6) que tuvo su éxtasis en un eagle desde 12 metros en el hoyo 9, y no sacó mejor nota por culpa de un bogey en el 17 y un par que supo a poco en el 18. Le esperaba una mejor noche que la anterior, cuando solo pudo dormir “tres horitas” dándole vueltas al juego. El golf puede ser una tortura psicológica porque no hay mayor rival que uno mismo. “Hay momentos buenos y otros en que lo veo más difícil y me cuesta enfocarme en lo que quiero hacer. Gestiono mis emociones peor de lo que me gustaría en el campo. Si no está bien el drive, el juego se me desmorona”, desgranó el jugador. “Estoy en ello”, respondió sobre si trabaja esa parte mental de alguna manera especial.

El cambio de chip le sirvió para esos 66 golpes que son su tercera mejor vuelta en un grande. Testigo fue Pau Gasol, asombrado por la majestuosidad del campo. El doble anillo de la NBA ya visitó el Masters de Augusta en abril. En Saint Andrews pudo admirar otro museo.

Clasificación del Open Británico.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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