Con la mejor plantilla, este ha sido el peor año de Simeone en el Atlético
El técnico del Atlético firma su segunda puntuación más baja en la Liga en el curso en el que más se le ha cuestionado | Habla de reconstrucción y de que el curso que viene pueden ser João Félix y diez más
Antes de comenzar la temporada, alguien del club puso sobre aviso a Diego Pablo Simeone. “Venís de ganar la Liga, será un año complicado”. El certero augurio, apoyado en el conocimiento de la particular psicología de la entidad por parte del agudo prestidigitador, contrastaba con el estado de optimismo desatado tras el regreso de Antoine Griezmann y los fichajes de Rodrigo de Paul y Matheus Cunha. Tres futbolistas de primer nivel que reforzaban a un plantel campeón que no había perdido efectivos. El propio Simeone no se atrevió a negar la etiqueta de mejor plantilla a sus órdenes desde que aterrizó en el Atlético en diciembre de 2011.
Diez años y medio después, el Cholo ha cerrado su peor temporada como entrenador rojiblanco. Ha cumplido con el objetivo mínimo de clasificar al equipo para la próxima Liga de Campeones, pero con el mejor elenco de futbolistas del que ha dispuesto en diez años ha registrado su segunda puntuación más baja en la Liga (71 puntos). Cayó en la segunda ronda de la Copa ante la Real Sociedad, y en semifinales de la Supercopa con el Athletic. Solo en la Champions, con el tránsito hasta los cuartos de final, se puede dar por bueno su curso. Con todo, su imagen quedó muy tocada con el ultradefensivo planteamiento ante el Manchester City en el Etihad Estadium (1-0). A sus ojos tenía dos opciones. O jugar a lo que quería Guardiola o a lo que quería él. Perdió por la mínima y dejó la eliminatoria viva, pero gran parte de la prensa europea y voces de calado como las de Arrigo Sacchi o Marco Van Basten desprestigiaron su planteamiento. Que Guardiola utilizara el vocablo prehistoria para asegurar que siempre ha sido difícil abrir a un equipo tan cerrado como lo fue el Atlético también contribuyó a erosionar su imagen en Europa.
Simeone achaca la mala temporada a una cuestión de mentalidad, a la marcha en diciembre de Trippier, que pretendió evitar sin suerte hasta que el equipo jugara la Copa ante la Real, a las lesiones de Savic y Giménez y a la recaída de Griezmann. Y también hace autocrítica. Admite que no encontró la manera de cortar la inusual sangría defensiva que descolgó a su equipo de la pelea por la Liga en diciembre. Tampoco dio con un once ni con un dibujo estables. “En los sistemas me mareé entre dos lugares (el 1-5-3-2 y el 4-4-2). He podido hacer más de lo que hecho”, ha reconocido.
La gestión de un plantel con una nómina de gallos tan grande ha sido un problema. Cuando la llegada de Griezmann era ya un secreto a voces tuvo que lidiar con la intención de João Félix de abandonar el club. El luso percibió el fichaje del francés como un ataque directo a su estatus y a su protagonismo. La dirigencia impidió su fuga de última hora al Barcelona. El inminente cierre del mercado jugó en contra de su salida. La figura de Luis Suárez también fue un punto de fricción. En la medida que los malos resultados invitaron al entrenador a volver a su libreto más genuino, el goleador charrúa comenzó a desaparecer de las alineaciones. Su físico no daba para jugar con el equipo más replegado.
Antes del batacazo en casa con el Levante (0-1), con el que el equipo tocó fondo a principios de febrero, Simeone ya había advertido en la Supercopa de Arabia que la situación tenía mala pinta. El equipo no respondía a sus estímulos. Quiso comprobar que el plantel estaba con él en una reunión privada con los cuatro capitanes (Koke, Oblak, Savic y Giménez). Percibió también el técnico que algunas tiranteces con la propiedad, principalmente por las suplencias de João Félix, habían rebajado los apoyos internos. El cónclave a tres bandas con Miguel Ángel y el director deportivo, Andrea Berta, fue decisivo para que el equipo salvara el año y las arcas del club con la clasificación para la próxima Champions recuperando, en parte, la fiabilidad defensiva. Que Reinildo haya sido el hombre de la recta final del curso no es baladí en un plantel con tanto pelotero distinguido.
La temporada ha provocado que en las últimas semanas Simeone pronuncie la palabra “reconstruir”. No se refiere a un cribado masivo en la plantilla, sino a recuperar la intensidad competitiva con más regularidad. “Tenemos un plantel importante. En casi todos los lugares tenemos jugadores que pueden generar lo que queremos. No necesitamos muchos futbolistas, pero sí algunos que refuercen a un equipo que necesita energía nueva”, explica. Por el momento, solo el regreso de Saúl y la continuidad de Griezmann son las certezas.
El Atlético busca un lateral derecho, un mediocentro —se le ha escapado Kamara del Marsella a última hora— y tiene dudas sobre si apostar por un goleador contrastado o darle galones a Cunha. Simeone piensa que Griezmann volverá a su nivel. Achaca su mala temporada a la lesión, cuando mejor estaba, y a que no se liberó del miedo tras la recaída. Y en su cabeza ronda una idea rompedora. Si mantiene el nivel exhibido en el último tercio, la temporada que viene será João Félix y diez más. Si es que este decide no volver a forzar su marcha.
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