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Los Warriors de Curry ganan a los Mavericks de Doncic jugando bien solo un cuarto

Los de San Francisco se ponen 2-0 en la final del Oeste tras remontar a los de Dallas y ganar 126-117

Luka Doncic lanza a canasta con la oposición de Andrew Wiggins en el segundo partido de la final de la Conferencia Oeste de la NBA.
Luka Doncic lanza a canasta con la oposición de Andrew Wiggins en el segundo partido de la final de la Conferencia Oeste de la NBA.Jed Jacobsohn (AP)
Miguel Jiménez

La peor noticia para los Dallas Mavericks de Luka Doncic no es que ayer perdieran contra los Golden State Warriors (126-117) de Stephen Curry. Tampoco que se pongan dos a cero abajo en la final de la Conferencia Oeste o, lo que es lo mismo, la semifinal de la NBA. Lo peor es que perdieron contra un equipo que jugó mal la mayor parte del partido, que aun así se mantuvo vivo y que cuando apretó el acelerador y sacó a relucir su mejor baloncesto le birló sin problemas a los Mavericks una victoria que casi saboreaban.

La prensa local ha estado haciendo un férreo marcaje a Luka Doncic desde que llegó a San Francisco. Dicen que la estrella de los Mavericks se tomó una cerveza antes del primer partido y que este viernes le vieron antes del segundo con unos amigos en un mexicano de San Francisco en el que pidieron tacos y burritos. Pero sobre todo, se especulaba con que había pasado enfermo y casi sin dormir la noche posterior a la primera derrota contra los Warriors. Seguramente a Doncic le enferma perder. Pero ayer saltó a la cancha dispuesto a demostrar que estaba bien sano.

El esloveno firmó un primer cuarto de exhibición, con 18 puntos de todo tipo de factura. El marcaje rival no era tan fiero como el de la prensa. Triples desde más de ocho metros, tiros a media distancia, entradas a canasta y hasta un mate en toda regla. Atrapó además tres rebotes y si solo se apuntó dos asistencias fue por ese punto injusto que tiene esa estadística: sus compañeros fallaron unos cuantos tiros en posiciones de ventaja que él les había generado.

Durante todo el primer cuarto pareció que los Mavericks sabían a lo que jugaban mientras que los Warriors se dejaban llevar por la inercia y unos cuantos destellos de Curry. Por eso, los siete puntos de ventaja (25-32) sabían a poco para los de Doncic. En el segundo cuarto, los dos entrenadores decidieron dar un descanso a sus estrellas y, sorprendentemente, la ventaja de los de Dallas no solo no se redujo, sino que creció mientras el exjugador del Real Madrid estaba en el banquillo. Un Jalen Brunson inspiradísimo desde la línea de tres castigaba a los Warriors.

Con 19 puntos abajo, Curry volvía a la pista y hacía reaccionar un poco a los suyos. Enseguida regresaba también Doncic y de nuevo el cuarto se cerraba con siete puntos de ventaja más, hasta un total de 14 (72-58), con un nuevo triple estratosférico de esloveno de 23 años como cierre.

Los Mavericks habían conseguido en la primera mitad encestar más triples, dar más asistencias y meter casi tantos puntos como en todo el primer partido. Y aunque las cosas parecían encarriladas, quedaba la sensación de que no terminaban de escaparse.

En el tercer cuarto, el bajón anotador de los Mavericks más que el acierto de los Warriors acortó las distancias. Los de Dallas, que habían anotado 40 puntos en el segundo cuarto, hicieron solo 13 en el tercero. Los de San Francisco, con otro tramo discreto, se acercaban casi sin querer.

Puro talento

Eso sí, emergía cada vez más Stephen Curry, que había sostenido a los suyos en los peores momentos en lo que parecía un duelo de tú a tú con Doncic. Curry es puro talento. Lo lleva en los genes, su padre, Dell Curry, era jugador de la NBA, un base de 1,96 metros, gran tirador. Stephen, y su hermano Seth, también jugador, se educaron en una cancha de baloncesto. Cuando ganó el anillo de campeón le regaló una camiseta a la madre de Drazen Petrovic, que le cuidó cuando el croata competía con su padre en el concurso de triples. Más bajo que su padre, tuvo que ir a la Universidad de Davidson tras ser rechazado por el Virginia Tech por no dar la talla. No solo ha sido el mejor jugador que ha pasado por Davidson, también se acaba de graduar en Sociología. Pero sobre todo es, probablemente, el mejor triplista de la historia del baloncesto.

Mientras los Mavericks fallaban una y otra vez, él se echaba el equipo encima. El tercer cuarto quedó casi igualado. Y al empezar el cuarto, los Warriors, gracias a un triple, se pusieron por primera vez por delante (86-85) tras todo un partido a remolque. No habían hecho gran cosa y ahí estaban.

En ese momento sí, como liberados, los Warriors sacaron el mejor baloncesto que llevan dentro, ese que combina poderío físico, ritmo de locos y precisión de cirujano. Desarbolaron a los Mavericks una y otra vez. Doncic batallaba impotente y acabó el partido con 42 puntos, pero ya ni él estaba tan fino ni el equipo le acompañaba. Brunson acabó con 31 puntos, pero la mayoría gracias a esa racha gloriosa de triples de la primera mitad. Y Bullock, con 21, también fue de más a menos.

Stephen Curry (que acabó el partido con 32 puntos, 8 rebotes y 5 asistencias), Jordan Poole (23 puntos) y Kevon Looney (21 puntos y 12 rebotes) se hicieron dueños del partido. Otros tres jugadores de San Francisco lograron más de 10 puntos después de un último cuarto en que los Warriors anotaron la friolera de 43 puntos.

La eliminatoria viaja ahora de vuelta a Dallas, pero mucho tienen que cambiar las cosas con el factor campo para que los Mavericks puedan darle la vuelta. Si con los Warriors jugando mal, van 2-0 abajo, más les vale que no se pongan a jugar bien.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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