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A Guardiola le gusta la prensa inglesa y prefiere Manchester

El técnico catalán se siente a gusto en un club como el City y se entiende mejor con los medios de comunicación británicos

Ramon Besa
Pep Guardiola
Pep Guardiola, durante la rueda de prensa previa al partido ante el Real Madrid.Martin Rickett (AP)

“Si no estuviera contento, me iría a casa y no entrenaría al Manchester City”, anunció Pep Guardiola cuando se le preguntó por la dureza del calendario antes de encarar el tramo final de la Premier y las semifinales de la Champions contra el Madrid. “Me iría a la liga de las Maldivas, jugaría una vez a la semana y estaría muy a gusto bajo los cocoteros”, acabó el exentrenador del Barça.

Guardiola abandonó el Barcelona por agotamiento después de una etapa triunfal de 15 títulos si se incluye el campeonato alcanzado con el filial en Tercera División (2007-2012) y tampoco encontró motivos para renovar el contrato de tres temporadas que firmó con un Bayern de Múnich que echó en falta la Champions a pesar de ganar por triplicado la Bundesliga (2013-2016). El desafío del técnico catalán con el Manchester City, en cambio, no parece tener fin desde su llegada en 2016: el Daily Mirror ha publicado que continuará hasta 2025 —el vínculo actual acaba en 2023— en el caso de que Txiki Begiristain y Ferran Soriano, el director deportivo y el director general del club inglés, respectivamente, consigan fichar a Erling Haaland.

Txiki y Soriano hacen que la vida sea más fácil para Guardiola en Mánchester. Trabaja muy a gusto en la cancha y además se muestra confiado en las salas de prensa de la Premier. Acostumbrado a jugar un partido también con los periodistas, el técnico se entiende mejor con los medios ingleses que con los de Alemania, los mismos que le reprocharon que cambiara las reglas de juego y las relaciones incluso para el Bild, y con los españoles, protagonistas en los partidos disputados por el Atlético y ahora el Real Madrid. El desencuentro mediático se inició a partir de la figura de José Mourinho y siguió con Diego Simeone. El mensaje de Guardiola, corto o largo, con segundas o directo, gestual o hablado, es escrutado siempre en Madrid y en Barcelona.

“Inglaterra es el mejor país para ser entrenador y futbolista”, proclamó Guardiola en vísperas del City-Liverpool del 10 de abril. “A todos nos critican o elogian dependiendo de si perdemos o ganamos”, relata la crónica de Pol Ballús para El Periódico. El técnico defiende el respeto que la prensa tiene hacia los técnicos y los jugadores —”incomparable con los países en los que he estado”— y asegura que “honestamente” es imposible contrastar la rivalidad Barça-Madrid con la del Liverpool-City. “Aquí es más tranquilo”, precisó. “En España, la gente está más involucrada. Hay más ruido desde fuera. Si esto fuera en Barcelona, antes de un City-Liverpool habría cámaras, fotógrafos por todas partes tratando de buscar algo en los entrenamientos, las radios todo el día…”, acabó Guardiola.

No estuvo tan locuaz el técnico ante el micrófono del periodista Ricardo Sierra después del City-Madrid: 4-3. Las respuestas fueron calificadas de monosilábicas, ariscas y cortantes por diferentes comentaristas españoles, que destacaron sobre todo su cara “tensa” y “de mosqueo”, “incómodo” por una actitud defensiva que obedecía a la manera en que se interpretaron sus manifestaciones en la rueda de prensa posterior al encuentro de ida que enfrentó al City con el Atlético (1-0). “En la prehistoria, hoy y en 100.000 años, atacar a dos líneas de cinco es muy difícil”, afirmó el entrenador del City. El debate sobre el estilo sirvió como munición para la vuelta y se asociaron las palabras de Guardiola como un menosprecio al juego del Atlético.

“A veces los que tienen un gran léxico te alaban con un desprecio”, respondió Simeone después de que su equipo compitiera mucho mejor que el City en el Metropolitano (0-0). Así se explica que Guardiola midiera sus palabras antes y después del partido de ida contra el Madrid. Nadie ha olvidado aquella conferencia de prensa previa al Madrid-Barça de las semifinales de la Champions de 2010 cuando Guardiola habló del “puto amo” en alusión a Mourinho y de la “central lechera” en referencia a los periodistas amables con el presidente Florentino Pérez. El portugués, que no paró de buscarle las vueltas a Guardiola, replicó después de perder por 0-2 con una acusación hacia el Barça por su presunta complicidad con los árbitros y la UEFA.

La entidad azulgrana siempre sostuvo que Mourinho fue fichado por el Madrid para acabar con la obra de Guardiola. Aunque la polémica sobre su currículo, ideología y manera de entender el fútbol se mantiene, el técnico del City no tuvo en cambio ningún desencuentro después con Zinedine Zidane ni con Carlo Ancelotti. A Guardiola, al fin y al cabo, se le da bien el Bernabéu. Ha ganado seis partidos —cinco con el Barça y uno con el City—, empatado dos y perdido uno, el que disputó en semifinales de la temporada 2013-2014 con el Bayern de Múnich y cedió por 1-0, gol de Benzema. A la vuelta, el Madrid ganaría por 0-4 y Guardiola afirmó: “Me he equivocado. He cometido la mayor cagada de mi vida”, en referencia a la alineación que dispuso en el Allianz.

Aquel partido patentó entre sus detractores la palabra guardiolada para definir las alineaciones sorprendentes que a veces dispone el técnico del City. La propia prensa inglesa ha coincidido en que a veces le da demasiadas vueltas a los partidos y su equipo pierde naturalidad, una circunstancia que depende sobre todo de los jugadores disponibles, preocupado como está ahora con los laterales desde las lesiones de Walker y Stones. La recuperación de Rúben Dias ha sido en cambio una noticia excelente para un entrenador obsesionado con los centrales y la salida de balón desde los tiempos del Barça. Al portugués procedente del Benfica le ha alcanzado con una temporada para ser el capitán y el líder del equipo del carismático Fernandinho.

Guardiola piensa en la formación que dispondrá contra el Madrid y también en diseñar el City de la próxima temporada, nada que ver con las Maldivas ni con tomarse un año sabático, el paso previo a su objetivo de dirigir a una selección para poder vivir como técnico una Copa del Mundo. Hoy se siente bien en Mánchester. Nada que ver con el Bayern, cuando entendió que el poder de los exfubolistas y ahora dirigentes siempre estaría por encima suyo, ni con el Barcelona, sobre todo porque su relación con el presidente Sandro Rosell era muy diferente a la que había tenido con Joan Laporta, el mismo que tuvo como secretario técnico a Txiki Begiristain y acabó distanciado con Ferran Soriano.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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