Badosa y Madrid, un antes y un después
La española (6-3 y 6-0 a Kudermetova) regresa al escenario en el que despegó definitivamente: “Me empujó mucho, me dio ese extra para acabar de creer en mí”
Fue Madrid, la Caja Mágica y ese beso a la arena de la central el origen de todo. Un antes y un después. No olvida Paula Badosa. “Me dio un empujón y muchísima confianza. A partir de ahí, mi carrera fue hacia arriba”, recuerda la catalana, que el año pasado despegó definitivamente a su paso por el barrio de San Fermín. Entonces venía de batir a la número uno (Ashleigh Barty) en Charleston, y en la capital española alcanzó las semifinales y se reafirmó con grandes actuaciones: ahora sí, estaba preparada para medirse con cualquiera.
“Ese torneo me empujó mucho, me dio ese extra de confianza y de acabar de creer en mí. Venir aquí y hacerlo tan bien en casa, donde al final tienes más presión…”, subraya la de Begur, hoy día a un solo paso de la cúspide, dos del mundo y respetada. Da fe de ello Veronika Kudermetova, la rusa a la que apeó este jueves (6-3 y 6-0, en 1h 05m) en un estreno que se adivinaba puñetero y fue de menos a más, porque Madrid estimula y estresa a la vez. Perfectamente resuelto.
“Tenía muchos nervios y no quería defraudar. Lo he gestionado bien, he estado a un buen nivel”, analizaba la tenista, exigente consigo misma a más no poder. “Me hubiera gustado venir un poco antes aquí para adaptarme a la altura”, dice. “Pero está entrenándose muy bien”, cuentan desde su equipo. Ahora, el cuadro le empareja con Simona Halep, otra –ninguna como Maria Sharapova– que en su día era una referente para ella. Pese a las lesiones y la línea descendente del último año, la rumana es una rival de gran envergadura, y más para una segunda ronda.
“Sí, Halep… ¡Manda huevos!”, bromea Badosa, que inició este 2022 con el título de Sídney y mantiene una dinámica notable en las últimas fechas: semifinales de Indian Wells y Stuttgart, cuartos de Miami y Charleston.
“Quería estar entre las mejores del mundo, ese era mi sueño y mi objetivo, y siempre he creído que una pequeña parte de mí podía conseguirlo. Está claro que he pasado por procesos muy duros y que en ese momento no veía nada, pero siempre he soñado a lo grande y eso me ha ayudado mucho; me ha hecho ser la tenista que soy, una jugadora valiente a la que le da igual la rival porque siempre va a competir”, prosigue, más expuesta que nunca dada su condición de número dos.
De los calambres a la ilusión
Todo ha cambiado. Se le reclama y se le señala. La exigencia es superior. “Pero ya lo decía Serena Williams: eso es un privilegio”, matiza. Y apunta al deseo: “Quería estar entre las mejores del mundo, ese era mi sueño y mi objetivo, y siempre he creído que una pequeña parte de mí podía conseguirlo. Está claro que he pasado por procesos muy duros [sufrió una depresión de dos años] y que en ese momento no veía nada, pero siempre he soñado a lo grande y eso me ha ayudado mucho; me ha hecho ser la tenista que soy, una jugadora valiente a la que le da igual la rival porque siempre va a competir”.
Ahora, la española tiene entre ceja y ceja triunfar en el barrio de San Fermín, allí donde en otros tiempos se marchaba abatida, acalambrada y consumida por los nervios; un escenario que le genera una gran ilusión y donde ahora se le observa como una de las favoritas: “De Madrid al cielo, ¿no? Es donde mi carrera empezó a ir para arriba, jugar con un público como el madrileño es muy especial. Mi sueño es ganar aquí”.
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