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Tommy Robredo, el adiós de un pretoriano

El catalán, ganador de tres Copas Davis y en su día cinco del mundo, se despide a los 39 años después de un intenso viaje: “El tenis ha sido un aprendizaje de vida”

Tommy Robredo
Alejandro Ciriza

Tommy Robredo pertenece ya a ese privilegiado grupo de personas que deciden el cómo, el cuándo y el dónde; en su caso, ante su gente, en casa y una vez que las circunstancias han permitido que las gradas del Real Club de Tennis Barcelona vuelvan a estar pobladas. Así sucedió este lunes, fecha del punto final como profesional del catalán, que a punto de cumplir 40 años –lo hará el 1 de mayo– y después de una recta final de carrera marcada por las lesiones colgó la raqueta. Pretendía hacerlo, cuenta, antes de que aterrizara la pandemia; sin embargo, no quería irse entre el silencio que ha predominado en los dos últimos años y esperó: “No hay mejor manera de terminar”.

Se va Robredo cómo, cuándo y donde quiere, ante los ojos de Patricia (su mujer) y Alexia (su hija de dos años). El valenciano Bernabé Zapata fijó el límite en la primera ronda del Godó (doble 6-1, en 1h 02m) y Robredo se fue al centro de la pista. “Crecí con mis amigos y acabo aquí mi carrera con ellos, con mi familia y con toda la afición que me ha seguido”, expresó en la sala de conferencias, con emoción pero sin lágrimas porque tenía el final más que asumido –”hoy he dormido bien, solo he tenido nervios al llegar a la pista”– y desde hace tiempo, el cuerpo le pedía otra cosa tras 23 años en la élite: “En la pandemia me cambió la mentalidad. Vi otras cosas de la vida estando en casa”.

El adiós de Robredo supone el de uno de los pretorianos de la etapa más lustrosa del tenis español. A sus espaldas, 1.226 encuentros, con 533 victorias y 12 títulos en el palmarés; entre ellos, el Godó de 2004. Lo deja como un tenista respetado y reconocido que logró permanecer una década en el top-10 del circuito y que ascendió hasta el quinto peldaño del ranking (28 de agosto de 2006); triunfos contra Roger Federer (US Open 2013) y Novak Djokovic (París 2005 y Cincinnati 2014), solo se le resistió Rafael Nadal; y en las vitrinas, relucientes como ningún otro trofeo, tres réplicas de la Ensaladera de la Copa Davis (2004, 2008 y 2009).

“Mi carrera podía haber sido mejor, pero también peor”, decía tras caer ante Zapata. “Este deporte es una maravilla y he tenido la suerte de tener batallas muy fuertes que me han motivado para seguir jugando”, añadía. “No puedo escoger un momento de mi carrera con el que quedarme. Me acordaré de todo lo que he hecho y de lo que me ha pasado, ya sea bueno o malo”, prolongaba el de Hostalric (Girona), testigo directo de cómo ha ido renovándose un deporte “más físico” y con partidos cada vez “menos tácticos”, y en el que, “por suerte, hoy muchos más tenistas que antes pueden ganarse la vida con esto”.

Lesiones y ‘challengers’

Además del triunfo en el Godó de 2004, su hoja de servicios refleja otro trofeo de postín como el Masters 1000 de Hamburgo (2006) y los cuartos como tope en el territorio de los Grand Slams; también accedió a la Copa de Maestros de 2006. Alcanzada la treintena, las lesiones le pusieron freno –operación del codo derecho, dos intervenciones en los pies; llegó a estar más de un año inactivo– y en las últimas temporadas de su trazado guerreó en los challengers, dándose cuenta de que no recuperaría su mejor nivel.

“Cuando ves a toda la grada animándote y coreando tu nombre te produce una gran satisfacción. En ese momento sabes que has hecho algo bueno”, agradeció. “Me gustaría tomarme un tiempo para descansar. Quiero seguir en el mundo del tenis, pero de momento voy a parar un poco”, anticipó. “Ha sido un aprendizaje de vida: cogí la raqueta con 2 años y la dejo con 40, así que no puedo pedir más”, selló este lunes, fecha de un hermoso cierre; de hecho, perfecto para él: en casa y ante los suyos.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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