Capitana y líder
El libro ‘Capitana’ refleja una época de progreso y de reconocimiento en la que Vicky Losada ha ejercido como pionera también en la pelea por la igualdad y el movimiento LGTBI
La historia de Vicky Losada es la de tantas infancias que crecieron con un sueño: ser futbolistas. Sintió muy pronto el peculiar influjo que ejerce la pelota. Pateaba cualquier objeto esférico que encontrara por la calle. Salía de casa con un balón amarrado a una correa. Dormía con él. Perfeccionaba su técnica —seguramente sin ser consciente de ello— jugando en la calle, repitiendo una y otra vez el gesto de lanzar la pelota contra una pared o el bordillo de una acera. Se convirtió en una especialista en rescatar balones de debajo de los coches.
Y, de repente, unas botas y un campo de fútbol. Jugar en el Sabadell. Fichar por el Barcelona. Formar parte del Western New York Flash. Del Arsenal. Llegar al Manchester City. Todo ello con una responsabilidad extra a cuestas: la de recoger el testigo del liderazgo para que, en el fútbol, como en la vida, las mujeres sigan conquistando los derechos que les pertenecen.
Para liderar, es necesario que acompañen el talento y la personalidad. La esencia de Losada se puede apreciar en su debut en la liga de Estados Unidos. Aquel día marcó dos goles. El primero fue un disparo desde fuera del área que se coló por la escuadra —o al menos eso se intuye, porque la cámara va más lenta que el balón—. Al cerciorarse de que ha entrado, a Losada le sale un acto reflejo: llevarse las manos a la cabeza. ¿He sido yo? Parece pensar. Unas décimas de segundo después se cerciora de que sí, ha sido ella. Y las compañeras la rodean en un abrazo cargado de cariño y admiración.
Capitana (Oberon) es el libro escrito por el periodista Andrés Corpas en el que repasa la trayectoria de la futbolista, nacida hace 31 años en Terrasa. Un texto que va mucho más allá de lo futbolístico, reflejando una época de progreso y de reconocimiento en la que Losada ha ejercido como pionera —también en el aspecto social, como referente en la pelea por la igualdad y del movimiento LGTBI—. Todo ello resumido en un instante: aquel día en el que, a la salida de la ciudad deportiva del Barcelona, una niña le tocó en la espalda y le preguntó si, por favor, podía firmarle un autógrafo.
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