La triste fábula ‘blue’ de Lukaku
El delantero, jugador que más dinero ha movido en traspasos, ha perdido la confianza de Tuchel, el técnico que en verano apostó por él para el Chelsea
Era la segunda jornada de la Premier y el nuevo estreno con el Chelsea de Romelu Lukaku (Antwerp, Bélgica; 28 años), que apenas tardó 15 minutos en descascarillar a un Arsenal incapaz de dar con el antídoto para detener o rebajar su fortaleza y pegada, tampoco su puntería. Un suspiro para marcar la primera diana y llevarse la ovación de una hinchada que hasta entonces siempre lo miró con recelo, pues Lukaku iniciaba la tercera etapa con el escudo de Stamford Bridge -lo hizo con 18 y 20 años tras ser fichado del Anderlecht y romperla en el WBA-, travesías anónimas sin un gol que festejar en 15 duelos. Desde el banquillo, Tomas Tuchel sonreía con picardía, orgulloso de su elección. Pasados los meses, sin embargo, el príncipe heredero que llegó del Inter por 115 millones -la cifra nunca pagada por el Chelsea- no ha pasado de ser una sombra, atrapado Lukaku en su triste fábula blue.
Después de conquistar la pasada Champions con el Chelsea, equipo de defensa imperial y ataque eléctrico, Tuchel citó a la directora ejecutiva del club, Marina Granovskaiay, al área deportiva, además de al dueño Abramóvich. La expectación era máxima porque disponían de 200 millones para fichar a un ariete, la punta de la lanza, la guinda del pastel. “Lukaku”, resolvió el entrenador alemán para decepción del resto, que apuntaban a Halaand, Mbappé o Kane, reacios a ponerle límite a la ambición. Y aunque hubo un tira y afloja que se prolongó durante el verano, nadie le pudo negar a Tuchel su capricho porque por algo había llegado al éxito. Pasados los meses, sin embargo, la revelación de Tuchel ha sido un fiasco, al punto de que Lukaku es carne de banquillo, el suplente más caro de la historia, pues Kepa y Havertz se quedaron en 80 millones. Una situación que podría repetirse este miércoles en la vuelta de los octavos de final de la Champions ante el Lille en territorio francés (2 a 0 venció el Chelsea en la ida).
Como apuesta de Tuchel, Lukaku siempre partía de inicio en los encuentros por más que no respondiera con goles -suma cinco en la Premier cuando en los dos cursos anteriores firmó 23 y 24, 10 si se escoge su peor temporada, la 2014-15 con el Everton- ni con asistencias porque todavía está por estrenarse en el apartado. Pero sufrió una torcedura de tobillo y pasó por el proceso covid para alejarse del once. “Creo que el míster me podría poner un poco más, pero tengo que respetar sus decisiones”, declaró al llegar enero un Lukaku que inmediatamente después soltó la bomba: “Tengo al Inter en el corazón y espero volver a jugar allí. Quiero desde el fondo de mi corazón volver al Inter. No lo quiero hacer al final de mi carrera, sino cuando todavía esté al máximo nivel”. La afición cargó con ira sobre él y Tuchel le apartó antes del siguiente partido ante el Liverpool. Superado el mal trago –”se ha disculpado y sabe que se equivocó”, le exculpó el míster-, Lukaku regresó al once, titular en los siguientes siete encuentros con un único gol celebrado, ante el débil Chesterfield en la tercera ronda de la FA Cup.
Llegó el Mundial de Clubes y Lukaku recuperó el color y la forma, pues marcó en los dos encuentros (Al-Hilal y Palmeiras) para maquillar su raquítica vitrina si se tiene en cuenta que es el futbolista que más dinero ha movido en traspasos (328 millones), por delante de Neymar (310), Cristiano Ronaldo (230) y Álvaro Morata (189). Más que nada porque hasta entonces contaba con una liga belga y con un scudetto, también con una Champions (2012) con el Chelsea que él mismo descartó –”la ganó mi equipo, pero no yo”-, negada hace unas semanas la Copa de la Liga al caer en los penaltis frente al Liverpool. Finalizado el Mundial de Clubes, sin embargo, también se acabó Lukaku porque al siguiente duelo, ante el Crystal Palace, solo tocó la pelota en siete ocasiones. Momento en el que se acabó la paciencia de Tuchel, que desde entonces ha apostado por Havertz y Pulisic como falsos nueves antes que una boya como Lukaku, suplente en cinco de los últimos seis envites -titular ante un rival menor como el Luton en la FA Cup- y sin goles que añadir a su ramplón currículo blue.
No es tiempo para la lírica en el Chelsea con Abramóvich inhabilitado por sus relaciones con Putin, sancionado el club por el Gobierno inglés y hasta por la Premier a no comprar ni renovar jugadores. Y no son los días para Lukaku y su triste fábula en Stamford Bridge, por más que el equipo responda en competición, tercero en la Premier y con un pie en cuartos de final de la Champions tras batir en la ida al Lille. No será gracias a Lukaku, el fichaje más caro y el que cobra 12,5 millones por año, ese que quiso Tuchel a toda costa.
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