La leyenda Brady
El pasado 1 de febrero anunciaba su retirada el mejor jugador de fútbol americano de la historia y la persona que ha llevado un paso más allá la ya de por sí venerada figura del ‘quarterback’
El mariscal de campo (quarterback en inglés) es una figura clave en los equipos. Toma la decisión que marca el éxito o el fracaso de una jugada. Lo hace desde una perspectiva en la que abarca todo el terreno de juego. Tiene que convivir en dos ámbitos al mismo tiempo —el del pensamiento y el real— para calcular la dirección, la distancia y la velocidad exactas que deben acompañar a su lanzamiento. Un ejemplo de precisión. También de gestión de la presión, ya que en esos instantes con el ovoide en sus manos, todos los ojos se fijan en ese único jugador. Y luego están los extras que rodean la figura del quarterback. El cine ha convertido una posición de fútbol americano en un anhelo universal. El tipo más popular del instituto o de la universidad. Guapo, alto, carismático, listo para los recados, buena persona, deportista, seguro de sí mismo, con tribulaciones menores. Incluso en los andares se percibe liderazgo.
Pero, como tantas otras veces, la realidad camina por delante. El pasado 1 de febrero anunciaba su retirada Tom Brady, posiblemente el mejor jugador de fútbol americano de la historia y la persona que ha llevado un paso (o dos, o tres) más allá la ya de por sí venerada figura del quarterback. En 22 años de trayectoria —tiene 44— consiguió ganar siete finales de la Super Bowl. En El partido más largo (Córner), Rubén Ibeas y Marco Álvarez ofrecen una completa historia de la leyenda Brady. Desde sus inicios —con una familia que recuerda a la televisiva tribu homónima—; desde aquella vez en la que, con cuatro años y subido en los hombros de su padre, presenció el mítico pase de Joe Montana a Dwight Clark; hasta 2021, cuando regresó como visitante a la que había sido su casa dos décadas y en la que los sentimientos parecieron imponerse en un hombre que, una vez en el terreno de juego, parecía ajeno a ellos. Además del relato biográfico, los autores proponen un interesante ejercicio de empatía con los capítulos. “En la cabeza de Tom Brady”, en los que el lector con conocimientos de fútbol americano podrá situarse en el complejo escenario de toma de decisiones del deportista que, durante los segundos que tiene el ovoide en sus manos, encarna a la perfección el sueño americano.
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