El calvario de Ansu Fati
El canterano del Barça, lesionado 389 días en las últimas dos temporadas, afronta otro obstáculo en una corta carrera marcada por las grandes expectativas
Ansu Fati siempre se ha aferrado a la resiliencia. Así lo hizo cuando dejó Guinea con seis años para llegar a España, conocer a su padre y adaptarse a una nueva vida en Herrera (Sevilla). También para ganarse el respeto de la Masia, y para superar una lesión de tibia y peroné cuando jugaba en el cadete B que le dejó cerca de un año sin competir. Ahora, a los 19 años, el canterano del Barça se adentra en un momento crucial de su corta pero atrayente carrera: superar la lesión en el bíceps femoral de la pierna izquierda. Este lunes, el delantero, junto a su entorno próximo, se reunió con los médicos del club en la Ciudad Deportiva. No había demasiadas alternativas. El jugador tenía que decidir si se opera o no. “Necesito pensarlo”, resolvió. Una respuesta que se alarga después de pasar 389 días en la enfermería en las últimas dos temporadas.
El primero en llegar a las instalaciones fue Ansu Fati. Después se sumaron su padre, Bori, y su hermano Braima. La familia Fati estuvo acompañada por el representante del jugador, el portugués Jorge Mendes. Las posturas ya estaban claras. El club quiere que el jugador se opere (mínimo cuatro meses de baja), mientras que el entorno del futbolista apuesta por un tratamiento conservador (dos meses). “Pero la decisión es de Ansu”, explica un médico del Barcelona.
Tras romperse la noche del jueves pasado en San Mamés, Ansu Fati tuvo una reunión el sábado con el médico Ricard Pruna y con Xavi. Los representantes del club le aconsejaron que la mejor opción es pasar por el quirófano. Le explicaron la experiencia de Sergi Roberto, que sufría una lesión similar y tras seguir diferentes tratamientos conservadores sin éxito, finalmente optó por operarse. Dembélé, por ejemplo, también decidió viajar a Finlandia para entregarse al doctor Sakari Orava en 2017 cuando se rompió el tendón del bíceps femoral de la pierna izquierda, y a su discípulo Lasse Lempainen cuando padeció la misma lesión pero en la pierna derecha. “La lesión puede ser recurrente”, explicó Lempainen a EL PAÍS tras operar al francés en febrero de 2020.
En el entorno de Fati no dejan de pensar en la situación de Dembélé. Pero esencialmente tienen en la cabeza el calvario que vivió el jugador cuando se rompió el menisco de la rodilla izquierda en noviembre de 2020 en un partido ante el Betis. Ansu pasó por cuatro intervenciones. Y una lesión que le iba a alejar del Camp Nou aproximadamente cuatro meses lo tuvo 290 días sin realizar un entrenamiento completo junto a sus compañeros. Se perdió la Eurocopa con la selección de Luis Enrique y tardó 344 días hasta que volvió a ser titular con el primer equipo azulgrana. Ansu se trató de la lesión de rodilla con el doctor Cugat y recibió los consejos de doctor Bertrand Sonnery-Cottet en Lyon y del doctor Antonio Maestro (médico de confianza de Mateu Alemany, director de fútbol), hasta que finalmente se entregó a Jorge Mendes. Su representante lo llevó al galeno de la selección portuguesa, José Carlos Pinto Noronha. Y la rehabilitación la completó en Madrid con el fisioterapeuta de confianza de Cristiano, Joaquín Juan.
El 10 de Messi
El peso de Mendes no es menor en la familia Fati. El portugués fue clave en la última renovación de contrato, hasta 2027, como también en la transición que pasó Ansu después de romper con su anterior representante, Rodrigo Messi, hermano de Leo Messi. En el Camp Nou se preguntaban cómo iba a lidiar Fati con la posible incomodidad de despachar al hermano del rosarino. “Tiene mucha personalidad”, asegura un empleado del club. La misma que le permitió hacerse cargo del dorsal 10 después de que lo rechazaran Sergio Agüero y Coutinho —ninguno de los dos está ya en el Barcelona—, además de Memphis Depay. “Para mí no es ninguna presión porque nadie va a igualar lo que ha hecho Leo”, dijo Fati.
Pero la mochila tiene mucho más peso que heredar el dorsal de Messi. En un club agobiado por la crisis económica que atraviesa, sin dinero para fichar estrellas y angustiado por los malos resultados, el joven Fati parecía llamado a exorcizar el Camp Nou. El día que saltó a calentar frente al Levante, el estadio enloqueció. Fati tardó nueve minutos en corresponder a la hinchada con un gol. “Ansu es un chico especial”, celebró Alfred Schreuder, entonces segundo entrenador. Aquella tarde de septiembre, nadie se sorprendió en el Barça. El idilio de Ansu con el gol es conocido en la Ciudad Deportiva —los vídeos subidos por el club en el primer año del canterano tenían que ser editados porque en los entrenamientos marcaba más dianas que Messi, Luis Suárez y Griezmann— y Fati simbolizaba la esperanza. Sin embargo, tardó un mes en resentirse de la rodilla, hasta que los problemas pasaron a ser musculares. El 6 de noviembre, el club anunció que Fati sufría una lesión muscular en el bíceps femoral del muslo izquierdo.
Xavi intentó no arriesgar con Ansu por mucho que desde los despachos lo presionaran para que se apurase con su retorno. Fati volvió contra el Madrid (también marcó) en la Supercopa y se rompió ante el Athletic en la Copa. Al técnico catalán le duró 11 días la perla de la cantera. “¡Por desgracia me está tocando vivir la peor parte del fútbol, pero nunca me rendiré!”, publicó Fati en las redes sociales. Es optimista. Está acostumbrado a resistir.
Dembélé vuelve a entrenarse tras la indisposición del domingo
Ousmane Dembélé volvió ayer a entrenarse. El extremo francés, de 24 años, sí se presentó esta vez a la sesión de trabajo después del partido que el Barcelona disputó en Vitoria (0-1 para los azulgrana) tras haberse ausentado el día anterior. El futbolista, a quien Xavi había dejado fuera de la lista de convocados para jugar contra el Alavés, pese a estar en buena forma física, alegó una indisposición gástrica para no presentarse al entrenamiento matinal del domingo, según explicó el club.
El trasfondo de esas ausencias se explica por la negociación en la que están inmersos el club y el delantero a cuenta de la renovación del contrato del jugador, que expira el 30 de junio. Las partes no se ponen de acuerdo y las posturas de ambas parecen cada día más distantes. El futbolista se muestra disgustado al tiempo que intransigente, mientras el Barcelona —es el club el que está detrás de la exclusión de Dembélé de las convocatorias para los partidos— insiste en que las cantidades y las condiciones que ya se le ofertaron no van a cambiar y le insta a marcharse en este mercado invernal.
El director de fútbol del Barça, Mateu Alemany, y el representante del jugador, Moussa Sisoko, deberán tratar de resolver la situación en las próximas horas.
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