_
_
_
_
TENIS | OPEN DE AUSTRALIA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La inagotable fábrica del tenis español

Pasan los años y seguimos produciendo talento de primer nivel mundial. Nunca debemos dejar de valorarlo

Paula Badosa golpea la pelota durante un partido de esta semana en Melbourne.
Paula Badosa golpea la pelota durante un partido de esta semana en Melbourne.AFP7 vía Europa Press (Europa Press)

El Open de Australia siempre ha sido un torneo muy especial. La competición pone a prueba a los jugadores como pocas veces a lo largo del año. Es uno de los torneos más complicados de controlar, donde tu cuerpo aterriza tras el peaje de la pretemporada, muchos rivales comienzan con la mente más despejada y la ilusión de rendir en un Grand Slam eclipsa cualquier otro detalle.

Hemos llegado al primer fin de semana y el circuito ya nos ha mostrado la realidad que está viviendo. Hay muchos jugadores jóvenes con ganar de comerse el mundo, están cada vez más preparados para dar el relevo y eso es un atractivo especial para el deporte. Por otra parte, en una disciplina con carreras cada vez más largas, los veteranos van a competir para mantener su sitio en el vestuario.

Una de las situaciones más comentadas en este primer grande ha sido la situación vivida por Novak Djokovic. Al margen del debate sobre lo ocurrido, queda la ausencia del número uno. Como competidor intentas evadirte de estas situaciones, muchos ni siquiera miran más allá en el cuadro, pero es un factor con una incidencia clara en esta edición. Novak ha dominado el torneo con mucha autoridad y queda una oportunidad abierta.

Otro de los aspectos destacados estos días ha sido la evolución de Carlos Alcaraz. A su desparpajo y juventud le ha sumado un visible trabajo físico. Su preparación para esta temporada es digna de admirar, no ha competido en los torneos previos a Melbourne y ha llegado allí siendo uno de los jóvenes más respetados. Es un jugador especial, es consciente de ello, ha ganado tres partidos y su eliminación ha tenido un aroma de presentación para el futuro.

Ha sido el jugador más joven del cuadro y uno de los más reconocidos. Como deportista, uno de los méritos más valorados es ganarte el respeto de tus rivales con tu trabajo. Con apenas 18 años, cuando la mayoría apenas se asoma al circuito, Carlos ha conseguido tenerlo por parte de jugadores del top-10. Es muy pronto para pedirle resultados, pero creo que no me equivocaría al decir que se ve con opciones de llegar a las rondas finales en estos torneos.

Tenemos que valorar siempre el gran trabajo que hacen Pablo Carreño y Roberto Bautista. Es complicado encontrar un grande en el que no sumen varias victorias, un resultado que no siempre valoramos como se merece. Aunque suelan quedar en un segundo plano ante el camino de Rafa Nadal, son dos de los mejores atletas que ha dado el deporte español en los últimos años y han cimentado la posición del tenis nacional en el circuito.

Nadal suele competir ante la historia y en esta ocasión no es diferente. En Melbourne tiene la oportunidad de convertirse en el jugador masculino con más grandes de todos los tiempos. Si lograse el 21º rompería el empate histórico que mantiene con Djokovic y Roger Federer.

Pese a los problemas físicos que ha sufrido en estos últimos meses, nos ha vuelto a demostrar su capacidad de superación. Mientras no le impidan competir, Rafa sigue siendo uno de los grandes candidatos al título. Quizá en un momento donde jugadores como Daniil Medvedev y Alexander Zverev lleguen con más ritmo, su competitividad es siempre un aval especial.

Mención especial merece Paula Badosa, que ha asumido con valentía su llegada a la élite. Está demostrando que lo logrado el año pasado es fruto de un trabajo intenso, y sobre todo de una gran madurez personal y deportiva. Tiene el juego y los golpes para competir por cualquier torneo y ante cualquier rival, una frase que pueden decir muy pocas tenistas. Tenemos la suerte de poder vivirlo en primer plano.

Pasan los años y el tenis español sigue produciendo talento de primer nivel mundial. Nunca debemos dejar de valorarlo.

Puedes seguir a EL PAÍS DEPORTES en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_