Pogacar y Ayuso, dos egos desencadenados
El mejor ciclista del mundo y la figura que espera el pelotón español tejen una relación de piques y respeto en el UAE
Al final del entrenamiento, cinco horas y media después de salir, Juan Ayuso y Tadej Pogacar llegan al pie del puerto del Coll de Rates, en la sierra del Carrascal, el corazón de Alicante.
Desde donde se miran a la cara y charlan, y se desafían, hasta allí arriba, hasta las antenas que marcan la cima de uno de los puertos que más ciclistas del mundo escalan para probarse en invierno, hay 650 metros de desnivel que deben superar ascendiendo por una carretera de casi 10 kilómetros, casi un 7% de pendiente media. Allí mismo arranca Pogacar. Es el mejor ciclista del mundo, el más joven ganador de dos Tours, el nuevo Merckx santificado por El Caníbal en persona, uno de los campeones que aparece por el ciclismo cada 40 años, y después de Merckx solo se le compara con Coppi porque gana monumentos y porque gana carreras por etapas. Porque lo gana todo.
Arranca a tope Pogacar, 23 años, y a su rueda se agarra Ayuso, 19 años, la figura única que espera el pelotón español, el juvenil que ya está en el WorldTour, en la Champions del ciclismo, y no quiere ser un figurante. Al ritmo desencadenado de Pogacar, el mismo que destrozó a todos en los Alpes y en los Pirineos el pasado Tour, Ayuso le responde vivo. Resiste, resiste el chaval nacido en Barcelona, criado entre Atlanta y Jávea, habitante de Andorra ahora.
Les siguen en el coche del UAE Team Emirates, su equipo, su director, Joxean Matxin, y el entrenador de ambos, Íñigo San Millán. Los ven como una llamarada que acelera y se emocionan los dos. Qué bárbaros. Sacan los relojes y miden. Y recuerdan que antes de Rates han subido ya otro puerto. Están soltando todo lo que llevan dentro. Es domingo 9 de enero.
Cuando la carretera se inclina un poco más, cuando las rampas del 14%, Pogacar acelera un pelín más y ya Ayuso se suelta. En pocas pedaladas, el esloveno logra una ventaja de 14-15s. Pero eso es todo. Tadej a tope. Ayuso a morir. La ventaja ni se acorta ni se alarga.
Pocas horas después, ambos ciclistas publican en Strava los datos de la subida y el mundillo ciclista se admira y grita, y hace sus cálculos, y las redes multiplican sus conocimientos: Pogacar ha batido el récord de la subida, 24m 50s; 25m 4s para Ayuso. Ambos han movido durante ese tiempo una potencia de unos 6,5 vatios por kilo. A más de 23 kilómetros por hora. En enero, a dos o tres meses de sus grandes objetivos. Tremendo.
Este es el sacramento del ciclismo que viene. “Estos de ahora son así”, dice San Millán. “Estos van a saco desde la primera carrera”, afirma, y se queda corto el científico vasco que enseña en la Universidad de Colorado. Esto es ya un estrés mental, y su alimento espiritual, no desde la primera carrera del año, tampoco desde la primera salida del entrenamiento en la que los jóvenes intentan impresionar a los viejos (como hizo Contador con el anciano Armstrong que regresaba al ciclismo en 2009). Esto empieza ya, dentro de la concentración, en la misma prueba de esfuerzo a la que les somete San Millán la víspera, el sábado, en el laboratorio con las bicis estáticas para fijar sus áreas de entrenamiento y su potencia a diferentes niveles, que se convierte en un duelo. “Les puse a los dos a la vez para que se picaran, para que Tadej vea que no se puede relajar porque llega Ayuso fuerte, y el otro para que vea que se acerca al mejor. Picados los dos. No hago Vo2max. Lactatos y umbral de potencia. En el coll de Rates su intensidad de entrenamiento fue similar a la de una etapa del Tour. Si esto lo hace Ayuso en una carrera en la que no esté Tadej...”.
“El equipo me pide ganar, y yo a mí mismo me pido ganar”, dice Ayuso, que solo tiene una fe, un solo credo, y unos cuantos nombres de carreras a los que ha puesto una cruz: la Vuelta a Valencia, que veía de niño, no hace tanto, pasar por delante de la puerta de su colegio, la Volta, Romandía, Dauphiné... “Para ganar es para lo que me entreno. Es mi motivación, es a lo que aspiro. Quiero que cuando esté en una línea de salida solo sea para disputar. Como soy una persona tan ambiciosa, soy el primero que me exige”.
Estas palabras altas como proclamaciones de una religión se las dice Ayuso a la prensa al día siguiente. Antes, Pogacar ha hablado del jovencito español que en la primera concentración que han compartido se le ha acercado y le ha dicho cuánto le admira, y también que él es muy ambicioso, que lo quiere ganar todo, que quiere ser el mejor. “Juan y yo hemos hecho entrenamientos juntos. Justo el domingo, fue uno de los días más duros de esta concentración y nos probamos, vimos cómo estábamos de forma, en el Coll de Rates y en otra subida”, dice el esloveno, mucho más discreto de boca, pero más ambicioso aún, y este año se ha fijado como objetivo ganar su tercer Tour y su primera Vuelta y añadir un tercer monumento, la Milán-San Remo, a los dos que ya tiene, Lieja y Lombardía. “Me siento muy bien. La forma está donde quiero que esté. Creo que Ayuso va a estar superfuerte este año ya, está supermotivado, pensando en sus grandes objetivos. Así que este año tendrá una oportunidad. La podrá superar y demostrar lo bueno que es”.
“Tengo muy buena relación con Tadej. Tengo la suerte de tener al mejor del mundo en el equipo, una referencia... Saber que está ahí y poder seguir un poco sus pasos es una suerte que tengo que aprovechar, como el domingo: salir con él, entrenar con él, seguir aprendiendo de él”, dice Ayuso. “Ya le he dicho que se lo agradezco mucho que al fin y al cabo me ayude y me dé confianza. Creo que cuando le hablo de mis ambiciones, él se ve un poco, salvando distancias, sí que se ve reflejado en mí cuando tenía mi edad. Evidentemente, él está ahora a un nivel mucho más alto, pero como se ve reflejado en mí por eso nos llevamos tan bien. Nos lo pasamos muy bien entrenando. Todas estas horas hacerlas solo son un trabajo muy duro, en grupo se hace muy ameno”.
”De otro planeta”
”Ayuso dice lo que piensa, pero sabe que este año los galones los tiene Tadej”, dice San Millán, encantado de guiar los entrenamientos de los dos grandes diamantes del pelotón. “Pero, claro, él piensa que Tadej no es su techo, que su techo es ser mejor que Tadej. Grandes ambiciones. Sueña en grande. ¿Por qué va a ser imposible ganar a Tadej? Ahí va. Y es muy profesional. Los cracks son gente de otro planeta, animales de competición, están hechos para esto. No saben vivir sin la ambición de ganar, de ser el mejor del mundo Una adicción”.
La pregunta siempre, la duda, y el mundillo que le alaba también se la hace, es cuánto tiempo puede mantener este tipo de mentalidad. Y la resistencia a la frustración. Tiene 19 años, pero parece que él no quiere tener 19. “Que otros me exijan a mí no me llega a preocupar tanto. Y aunque yo sea ambicioso y quiera sacar resultados, esto no deja de ser un deporte, y hay más cosas en esta vida. Está mal que lo diga yo mismo, pero creo que de momento, de momento, he sabido también lidiar con el fracaso. Creo que sí sé superar la frustración”, responde Ayuso.
Y el equipo le cree. Y el entrenador mental que ha fichado el grupo para trabajar la cabeza de los ciclistas, el cántabro Pablo Enríquez, le cree. Y siguen trabajándolo. “Esperamos mucho de Ayuso, pero quiere tanta perfección que le hace falta desconectar. Tadej sabe desconectar”, resume San Millán. Y quizás para conseguirlo más que seguir fomentando los desafíos entre ambos, el siguiente paso que debería dar el equipo sería hacerles compartir habitación en las carreras, y que Ayuso comprobara la calma del mejor del mundo, y quisiera también superarla, por supuesto.
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