Un Athletic varado en el barro
El equipo de Marcelino desperdicia media docena de ocasiones claras ante un Sevilla que aprovecha la suya
El Athletic es un barco varado en el barro. Empujan sus marineros para desencallarlo, el esfuerzo es sobrehumano, pero apenas se mueve unos centímetros. Cuando parece que avanza, se hunde más. Da la sensación de que hasta que la marea favorable no ponga a flote la nave, esta no se va a mover. La marea favorable para cualquier equipo de fútbol son los goles y, si hay equipos a los que se le caen de los bolsillos, el conjunto bilbaíno intenta buscarlos por las esquinas y no los encuentra. Al Sevilla le bastó con rebañar uno, en una de sus escasas aproximaciones hasta la portería de Unai Simón, para llevarse los tres puntos. Eso y ordenarse mejor en la segunda parte después de que en la primera dejara demasiados agujeros, aunque no le sirviera de nada al Athletic.
Este partido ya lo habían visto los seguidores bilbaínos. El Sevilla fue el Real Madrid y el Athletic fue el Athletic. La primera parte del choque de San Mamés se pareció como una gota de agua a otra al que el equipo bilbaíno jugó hace semana y media en el Bernabéu. Mandó, jugó, encerró atrás a su rival, desperdició media docena de ocasiones y concedió un gol en la única llegada sevillista del último cuarto de hora.
El Athletic está teniendo una relación tóxica con la portería contraria y, además, a Marcelino no le gusta que se lo recuerden. Lo mismo perpetra un partido sin disparar a puerta que encadena ocasiones en el área contraria, pero el balance final suele ser idéntico: el casillero a cero. Aunque fue el Sevilla, que partió de inicio con mucha bajas, el que golpeó primero con un remate de cabeza de Rafa Mir que desvió Lekue y casi se cuela, los rojiblancos intentaron, aunque no lo consiguieron, aprovechar los errores defensivos de los hombres del Sevilla, que sumaron unos cuantos. La primera llegó en una pelota que robó Vencedor al borde del área, la jugó con Iñaki Williams, que disparó fuera por muy poquito. Luego fue Dani García el que estrelló el balón en el poste tras la asistencia de Nico Williams, que poco después se animó a disparar una vez había burlado a su par. Otra vez el punto de mira estaba ligeramente desviado.
Vencedor, al palo
No cejaba el Athletic, que trataba de ponerle ritmo al partido para agotar al Sevilla, que llegaba de jugar y perder en Europa, pero no hubo manera de que el balón atravesara la línea. Un resbalón doble de Óscar y Diego Carlos permitió que Raúl García se quedara frente a Bono, al que no consiguió superar. Y tres minutos más tarde, marcó el Sevilla. Jugó Papu por la derecha, centró al área pequeña, desvió Balenziaga y, tras el penúltimo toque de Montiel, Delaney enchufó el disparo desde fuera del área que se coló por la escuadra. Otro motivo de frustración de la parroquia rojiblanca, que pese a todo siguió animando mientras sus futbolistas desperdiciaban intentos uno tras otro. El penúltimo de la primera parte, en un toque de Williams que Muniain, a dos pasos de la portería, envió fuera con la inestimable colaboración de Kounde, que metió la pierna con cierto riesgo. El último, después de un mal despeje de la defensa que le cayó a Vencedor y su disparo se estrelló otra vez en el palo.
Lopetegui ordenó mejor a sus hombres después del descanso y el Athletic no encontró tantas facilidades como en los 45 minutos de inicio, aunque Muniain tuvo otra de esas que es más complicado fallar que meter. Se la puso Iñaki Williams al borde del área pequeña y su remate tuvo demasiado ímpetu para encontrar la portería. El Athletic sigue varado en el barro.
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