Alexia Putellas, una gran compañera de viaje
A ella solo le puedo desear lo mejor a partir de ahora. Que siga tranquila, con sencillez, que no se lo crea demasiado y que sirva de ejemplo para otras que vienen detrás
El mundo del fútbol y de los premios plantea estas situaciones sorprendentes. Desde 1960, cuando me lo dieron a mí, ningún otro jugador español, a pesar de los méritos contraídos, había conseguido ganar un Balón de Oro. Ahora Alexia lo gana en la primera vez que es nominada y con todo merecimiento, porque además de ganarlo todo con el Barcelona en el aspecto individual es un espectáculo verla jugar. Es interior, como yo era, y le gusta estar en el meollo del juego y marcar goles, como me pasaba a mí. Dice que se divierte jugando. Eso es lo importante, que le guste, que le salga natural, que, aunque sea su profesión, disfrute en el campo y quiera siempre tener el balón.
Lo que no se podía entender es cómo durante todo este tiempo el fútbol español, con los jugadores que ha tenido y con la cantidad de títulos que nuestros clubes han ganado, que siempre suman mucho a la hora de conceder estos galardones, no lo hubiera ganado antes. Eso sí que era extraño. Que lo haya ganado Alexia debe ser una alegría para todos precisamente por la dificultad que entraña conseguirlo y que nuestros futbolistas han vivido directamente.
Durante todos estos años siempre he dicho que la gente solo se acordaba de mí cuando llegaba el Balón de Oro. Más incluso que el día de mi cumpleaños, y me alegro, de verdad, porque seguro que Alexia va a ser una buena compañera de viaje. Ya no soy el único y ahora también la llamarán a ella cuando lleguen las próximas ediciones. Lo que también espero y deseo es que tarde o temprano también lo ganen otros futbolistas. Es una satisfacción ver cómo se reconoce internacionalmente a tus compatriotas. Siempre he mantenido que fue una injusticia que Xavi o Iniesta no lo ganaran cuando estaban en su plenitud, sobre todo el año del Mundial, que lo merecieron más que nadie.
Me gustaría conocer a Alexia un día y hablar con ella de fútbol. Parece que tenemos algunos puntos en común, y es algo que también me agrada. Además de jugar en la misma posición, es muy del Barça, tiene buena técnica, y los dos lo hemos ganado relativamente jóvenes: yo tenía 25 años y ella 27. Lo que tengo claro es que para ganar el Balón de Oro tiene que ser una jugadoraza porque ha competido contra las mejores del mundo y entre ellas había jugadoras más experimentadas, que juegan en países con mayor tradición en el fútbol femenino que en España.
Solo le puedo desear lo mejor a partir de ahora. Que siga tranquila, con sencillez, que no se lo crea demasiado y que sirva de ejemplo para otras que vienen detrás de ella. Tiene que darse cuenta de que ha ganado algo maravilloso y con un gran valor en el mundo del fútbol. Ahora tiene la responsabilidad de tirar del carro, como se suele decir. Ha tenido la suerte, además, de que el premio se lo han dado en una gran fiesta al lado del resto de los ganadores.
A mí, como siempre recuerdo, me dieron el trofeo, que entonces era muy pequeñito, nada que ver con el de ahora, al borde del campo antes de empezar un partido y medio en secreto. Lo levanté y se lo di deprisa y corriendo al masajista, como cuando te dan un banderín, para que lo dejara en el vestuario. La gente lo que quería era que comenzara el partido y no verme a mí con ese trofeín.
En mi época yo diría que era todo demasiado familiar. Con la importancia que ya tenía el premio correspondía que se hiciera algo un poquito más cara al aficionado y al propio premiado. Recuerdo que cuando le dieron el Balón de Oro a Luis Figo (2000), que jugaba en el Real Madrid, la organización y el club nos invitó a otros ganadores anteriores al estadio Bernabéu para acompañarle en la entrega. Además de sus compañeros Zidane y Ronaldo, estábamos Kopa, Eusebio, Bobby Charlton, Di Stéfano y yo. Y Alfredo me decía que, a nosotros, cuando nos lo dieron, no nos invitaron ni a comer y en ese momento ya se organizaban grandes fiestas y reconocimientos públicos. Ahora, incluso, es mucho más que en esa época. Y todo lo que se organiza está más acorde a la importancia que tiene el trofeo.
Luis Suárez ganó el Balón de Oro en 1960. Fue Balón de Plata en 1961 y 1964 y Balón de Bronce en 1965.
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