La burguesía del City arrolla a la aristocracia del PSG
El juego colaborativo del equipo de Guardiola supera con claridad (2-1) al grupo que lideran Messi, Neymar y Mbappé
Ganó el equipo más solidario en Manchester. Ganó el City, que consolidó su clasificación como líder del grupo A a costa de un Paris Saint-Germain que es la apoteosis de todo lo contrario, una construcción hasta el momento artificial, demasiado dependiente de tres figuras que parecen ensimismadas en su propia epopeya. Perdió el PSG, tan abatido en el marcador como en la cancha, aunque la derrota moral y numérica no le impidió lograr la clasificación automática para octavos de la Champions. Se la brindó el Leipzig, autor de un 0-5 en Brujas.
El PSG vive en la era del bronce. El City ingresó hace tiempo en la época de la revolución burguesa. El poder del equipo inglés reside en las movilizaciones igualitarias. Allí donde Neymar, Messi y Mbappé se comportan como aristócratas en busca de la gloria que produce su singularidad, entre la masa uniforme de sus rivales es difícil distinguir categorías funcionales radicales. Prevalece una idea central de colaboración. En el equipo de Guardiola nadie trasciende sin antes equiparar su esfuerzo al más humilde, y lo mismo presionan Bernardo Silva —el más brillante de los funcionarios— que Joao Cancelo —el más esforzado de los peones—.
Sin Verratti, el mago que tiende puentes, las distancias se amplían. Entre los ocho que desempeñan tareas de mantenimiento y los tres que esperan que les lleven la pelota en bandeja de plata, el PSG se expone a la desarticulación. Durante la primera parte, el City lo sometió a un asedio. Por momentos embarazoso. Asfixiados en su campo por el pressing, Kimpembe, Marquinhos y Keylor debieron encadenar prodigios del bloqueo para evitar la goleada. Un cabezazo de Rodri, un tiro de Silva, otro disparo de Zinchenko, otro de Mahrez, y un bombazo de Gündogan al palo, empujaron a los visitantes del Etihad al borde del derrumbadero bajo la mirada impertérrita de Messi, caminante ceñudo en la noche de Manchester.
Allí donde Silva, Gündogan, Sterling y Mahrez encontraban líneas de pase, sus contrapartes perdían la pelota, víctimas de la falta de apoyos suficientes. Durante media hora dio la impresión de que Messi, Neymar y Mbappé consagraban el ocaso de un modo de jugar, superado por la nueva ola asociativa. Blanco como un marmolillo, Pochettino observó el panorama preocupado cuando Daniele Orsato pitó el descanso. Fue la mejor noticia para el PSG.
La segunda parte comenzó con un arrebato del patriciado. Herido en su orgullo, Messi armó una jugada por la izquierda y centró un balón que rebotó en un central antes de que Mbappé lo interceptara. Desatendido por Cancelo, el francés definió entre las piernas de Ederson. El 0-1 paralizó al City durante unos minutos, al tiempo que excitó a su hinchada. La entrada de Di María por Gueye —un cóctel explosivo— añadió revoluciones a un partido que dejó de ser unidireccional pero nunca dejó de discurrir por los caminos que dictaron Rodri y sus compañeros. Cinco minutos después del 0-1, Sterling estiró el pie para meter el 1-1 en un avance coral.
El gol que decidió la victoria del City fue un canto al toque. Sobre todo, al toque de Silva, que controló un centro de Mahrez desde 30 metros y durmió el balón para que Gabriel Jesús gozara de toda la ventaja ante Keylor.
Ajax, cinco de cinco
El Ajax, mientras, redondeó en el grupo C un camino triunfal al lograr el 1-2 ante el Besiktas, su quinta victoria en cinco partidos. Sébastian Haller, delantero francomarfileño de 27 años, igualó a Lewandowski y Cristiano como los únicos que han marcado en todos los partidos europeos este curso, y con sus dos tantos se convirtió en el jugador que menos partidos ha necesitado (cinco) para sumar nueve dianas en la historia de la competición.
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