Joselu hunde al Levante en el descuento
Dos goles del delantero del Alavés, uno de ellos de penalti, dan el triunfo a los vitorianos en un mal partido
El fútbol es un tobogán de emociones. Que se lo digan a De Frutos, que marcó un golazo en la primera parte, que le daba vida y esperanza a su equipo, el Levante, y que cuando el partido transcurría anodino, sin sustancia, camino de la irrelevancia, fue el autor de un penalti absurdo que convirtió Joselu y dio alas al Alavés. El equipo de Calleja acabó ganando en el descuento, después de un cabezazo impecable del delantero gallego, que había visto asustado cómo el lanzamiento de la pena máxima golpeaba en un poste y se paseaba por la línea antes de decidirse a cruzar hacia el otro lado.
Que sea un tobogán de emociones no convierte a un partido como el de Mendizorroza en un espectáculo, que no lo fue, más bien lo contrario. Entre parón e interrupción, el Alavés y el Levante marcaron tres goles, y poco más, en un duelo trabado, con escaso fútbol. Si quieren espectáculo que vayan al circo, debieron de pensar los protagonistas, apurados por la situación clasificatoria. Hasta que marcó el Levante, antes del cuarto de hora, casi no había pasado nada, salvo una incursión de Rioja que acabó sin remate. Cuando De Frutos remató de cabeza, ante la salida de Pacheco, un centro magnífico de Malsa, sólo cambió el marcador, que no la actitud de los protagonistas, empeñados en maltratar la pelota, sin acercarse a las áreas, de choque en choque, de escaramuza en escaramuza, y los porteros inéditos.
Todo seguía igual en la segunda parte. El Levante, con una renta sustanciosa, y convencido de que el Alavés que tenía enfrente era un equipo inofensivo, trataba de dejar pasar el tiempo. Los vitorianos, que tenían la pelota, pero no sabían qué hacer con ella, se desesperaban al llegar a los tres cuartos de campo. Hasta que en un balón que parecía insulso, De Frutos se dio la vuelta para despejar el centro y golpeó el pecho de Duarte, que pasaba por allí. Penalti, gol, empate y a remar. Al Levante se le desmontaba el chiringuito y al Alavés se le abrían las puertas de la gloria, así que se fue hacia arriba. Llegaron entonces los minutos más entretenidos del partido, porque los vitorianos dejaron espacios y el Levante pudo correr. En el minuto 82, Dani Gómez enfiló hacia el área local y su disparo lo desvió Pacheco, en la mejor ocasión de su equipo después del gol.
Pero el destino tenía otros planes, y con Guidetti en el campo, más madera, el sueco recibió de espaldas, ya en el descuento, abrió a la banda, desde donde Martín Aguirregabiria centró perfecto para que Joselu conectara un remate de cabeza de los que se enseñan en las escuelas de fútbol para poner la pelota en la escuadra. En Vitoria ya llueve menos, porque el Alavés sale de la zona peligrosa; en Valencia diluvia en el Ciutat.
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