Griezmann libera a Francia
El delantero anota los goles ante Finlandia (2-0) y cierra una racha de cinco partidos sin ganar. Depay convierte un triplete en el 6-1 de Países Bajos a Turquía
La mejor selección del mundo era un equipo inhibido, atormentado, continuamente agitado fuera del campo y fastidioso en la competición. Francia sumaba cinco partidos sin ganar. Venía de perpetrar un chasco histórico en la Eurocopa y encadenaba dos empates ante Bosnia y Ucrania cuando este martes se midió a Finlandia en Lyón en un clima de tensión creciente. No jugó Mbappé, retirado por problemas físicos, según reza la federación. En su lugar apareció Martial, el insípido delantero del United, que se limitó a no perder la pelota. Jugó fácil. Fue más que suficiente para acompañar a Benzema, punzante en el penúltimo toque, y a Griezmann, que ejerció la jefatura. Sus dos goles le igualaron a Michel Platini en el escalafón de máximos anotadores de la historia del equipo nacional, con 41 tantos. Fueron apenas la conclusión de un memorable despliegue de generosidad, bravura, oficio y clase que sacó a su equipo de la melancolía y lo afirmó en el liderato del Grupo D.
La sexta jornada europea de clasificación para el Mundial de Catar 2022 destacó por el resurgimiento de Francia (2-0). Sucedió en el estadio Grupama, nueva sede del Olympique de Lyón, que se abarrotó de público. No entró un alfiler en las gradas laterales. Las imágenes resultaban extravagantes en la estela de la pandemia pero el calor del público pudo ejercer una influencia decisiva en la reanimación de la selección. En una atmósfera propia de otra época, Pogba, Rabiot, Griezmann y Benzema —que regresó a la que fue su casa— alcanzaron una continuidad y un fervor que les fue metiendo progresivamente al partido sin que Finlandia consiguiera replicar. En el minuto 25, tras una dejada a un toque de Benzema, Griezmann controló en el área, se cambió la pelota de pie entre tres adversarios, y al salir del aprieto soltó el zurdazo para enviar el tiro al segundo palo. Con el exterior, sin dar tiempo a sus marcadores a reaccionar. El portero se quedó de piedra ante el efecto orbital del balón. Fue un gol soberbio.
El 1-0 fue el comienzo de un alud de jugadas de gran precisión y complicidad entre los delanteros de Francia. También fue un premio al tesón de Griezmann, que lo celebró abrazándose a Deschamps. Nadie comprende mejor que el entrenador los sacrificios que ha debido hacer Griezmann, primero, para hacerse con un puesto entre los titulares camino del Mundial de Rusia, y después para articular las relaciones y el juego de un equipo con tendencia a partirse entre delanteros indolentes y centrocampistas escasos y mal apoyados por su zaga. Si la Eurocopa pasada significó un descrédito para algunos jugadores, con Mbappé a la cabeza, para Griezmann supuso su consolidación como líder. En Lyón, con permiso de Pogba, patentó su nueva condición.
Cátedra de Silva y Fernandes
La jornada que rompió la racha de Francia confirmó la pujanza de Dinamarca, que borró a Israel (5-0) para comandar holgadamente el Grupo F. La paliza de Copenhague se produjo después de que en Bakú, en el encuentro de apertura de la jornada, Portugal se impusiera cómodamente a Azerbaiyán (0-3) con una exhibición de Bernardo Silva y Bruno Fernandes, omnipresentes en cada decisión importante según despachaban el trámite. Portugal supera con 13 puntos a Serbia en la cabeza del Grupo A.
No tan previsible como el resultado de Bakú fue el aplastamiento de Turquía en Ámsterdam (6-1) a manos de Países Bajos. Líder del Grupo G con los mismos puntos que Noruega, la vieja Holanda parece haber recuperado su identidad con el regreso de Van Gaal al banquillo. Reestablecido el 4-3-3 con De Jong, Wijnaldun y Klaasen en la línea de interiores, las jugadas se derramaron alegremente sobre el área turca. En el minuto 38 el equipo local ya sumaba tres tantos y Depay había culminado (2-0) una maravilla tras tirar una pared que Klaasen le devolvió con la espuela. Vibraba Van Gaal y se entusiasmaba la multitud del Johan Cruyff Arena cuando Söyüncü —desquiciado— cometió falta sobre Depay y vio la tarjeta roja. El incidente abrió las compuertas. Depay completó un hat trick y la Oranje celebró el fin de la tenebrosa era De Boer.
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