El tenis se vacuna a medias
Solo la mitad de los profesionales han recibido la inyección contra la covid-19 y existe división entre los jugadores. La normativa del circuito no les obliga a hacerlo, pero sí a los aficionados de Nueva York
El tenis es, con una ostensible diferencia, el deporte en el que sus profesionales tienen más reticencias a la vacunación contra la covid-19. En concreto, solo un 50% de los jugadores han recibido la inyección, mientras que en otras disciplinas el porcentaje se dispara, según una información publicada recientemente por The New York Times. La liga norteamericana femenina de baloncesto, WNBA, alcanza un 99% y la masculina, NBA, un 90%; su fútbol (MLS) registra un 95% y el hockey hielo (NHL) un 85%, mientras se reduce hasta el 70% en el circuito americano de golf, según precisa el citado periódico.
En la raqueta, sin embargo, se han instalado la división. Las voces partidarias de la vacunación son mayoritarias y son pocos los que se expresan abiertamente en contra, pero a efectos prácticos, según las cifras expuestas por The New York Times, hay una equidad llamativa pese a que el circuito se reanudase hace ya un año y a que en el caso de las tenistas, por ejemplo, dispusieran de la opción de recibir la dosis de Janssen a iniciativa del organismo que dirige el circuito femenino, la WTA.
Hace dos semanas, el griego Stefanos Tsitsipas, tercero en el ranking actual de la ATP, expresó con rotundidad que él rechaza la vacuna porque, esgrime, es joven, todavía no tiene la certeza de que sea efectiva y, de momento, no se le exige para poder competir. “Tengo menos de 25 años y, para mí, no ha sido investigada lo suficiente ni me ofrece garantías. Es algo nuevo y tiene efectos secundarios”, pronunció; “todos tenemos derecho a hacer lo que creemos correcto, nadie puede sacar una vacuna y obligarme a ponérmela. Creo que sería positivo que los jóvenes pasemos el virus porque construiremos inmunidad. No tengo problema en decirlo”.
Las palabras del griego (23 años) generaron un gran revuelo en su país, hasta el punto de que fue replicado por el gobierno griego. “No tiene el conocimiento ni los estudios ni ha hecho el trabajo de investigación necesario como para formarse una opinión al respecto”, le censuró el portavoz del ejecutivo, Giannis Economou.
En su día, abril del año pasado, recién desatada la pandemia, también chocaron las declaraciones del número uno, Novak Djokovic. “Personalmente me opongo a la vacunación y no quisiera que me obliguen a vacunarme para seguir viajando. No soy un experto, pero me gustaría tener la opción de elegir lo mejor para mi cuerpo”, dijo. Un año más tarde, también en abril, el serbio evitó pronunciarse sobre si se había vacunado o no, y apeló de nuevo a la “libertad de elección”.
El riesgo económico
En contraposición, figuras como Rafael Nadal o Roger Federer mostraron su predisposición desde el principio y algunos de los jugadores que acudieron a los Juegos Olímpicos de Tokio aceptaron de buen grado la inyección de Pfizer que les proponía el Comité Olímpico Internacional (COI). Sin embargo, el escepticismo sigue ahí, pese a que la posibilidad de contraer el virus y enfermar sería perjudicial para aquellos que se niegan porque el no poder competir supone directamente que no perciban los ingresos habituales de los torneos. Pese a ello, la vacunación no llega al 50% entre las jugadoras y lo supera ligeramente entre los hombres.
“Los tenistas solo podemos seguir las directrices. Nosotros no somos quienes debemos decidir, porque para eso están los organismos. De momento, la vacunación no es obligatoria para nosotros [en el US Open, la orden del estado de Nueva York les exime a ellos y sus equipos de la obligatoriedad] y en el caso de que nos lo impongan, tendremos que averiguar cómo podemos adaptarnos”, transmitió el ruso Daniil Medvedev, dos del mundo. “Los jugadores que se vacunen van a tener unas condiciones muy diferentes a las de los que no lo hagan. Va a haber un debate profundo en los próximos meses”, manifestó el escocés Andy Murray, que ya ha recibido el pinchazo y reclama solidaridad al resto: “Espero que más jugadores decidan hacerlo, debemos cuidar al resto”.
Ni burbuja ni cuarentena
En este US Open, los que han aceptado cuentan con el beneficio de que, en el caso de que hayan estado en contacto con un positivo, no serán directamente descalificados y si superan la PCR pertinente continuarán en la competición, según precisa la normativa trasladada. No obstante, al igual que en otros eventos del calendario, si un jugador da positivo es retirado de manera inmediata del cuadro. “Tenemos un protocolo riguroso”, advierte la directora, Stacey Allaster, quien a las puertas del torneo ordenó una maniobra que obliga a los aficionados mayores de 12 años a presentar una prueba de vacunación, de al menos una dosis.
A diferencia del curso pasado, cuando en Nueva York se ensayó la primera burbuja tenística y los profesionales tuvieron que hospedarse en dos hoteles –se les había impuesto la prohibición de salir al exterior, regla que continuó hasta el último Wimbledon, en julio–, esta edición han podido escoger alojamientos libremente y no tuvieron que cumplir una cuarentena a su llegada a a ciudad. El torneo se celebró cerrado a cal y canto, mientras que ahora se permite un cien por cien de aforo.
“Es extraño que ellos sí tengan que hacerlo y nosotros no”, indicó Victoria Azarenka, ganadora de dos Grand Slams y rival de la española Garbiñe Muguruza en la tercera ronda. “en mi opinión, es inevitable que se imponga en algún momento. No veo el sentido de retrasarlo, porque creo que todos queremos estar seguros y seguir haciendo nuestro trabajo”, prolongó la bielorrusa antes de zanjar con rotundidad: “respeto la opinión de todo el mundo, siempre y cuando no se hable de una teoría de la conspiración y te hayas informado bien”.
SORRIBES SE SUPERA, BADOSA PINCHA
Por primera vez en su carrera, Sara Sorribes accedió a la tercera ronda de un grande al imponerse a Su Wei Hsieh por 6-1 y 6-3. La castellonense, de 24 años, viene completando una gran temporada que le ha aupado hasta el puesto 41 del listado mundial, con un título ya en su expediente, el logrado en Guadalajara. Ahora se enfrentará a la joven Emma Raducanu, que en julio alcanzó los octavos de Wimbledon con solo 18 años y después de haber sido invitada por la organización.
Mientras, Paula Badosa sufrió un pinchazo contra la rusa Varvara Gracheva, que la derrotó por un doble 6-4. La catalana había alcanzado esta temporada los cuartos de final en Roland Garros y los octavos en Londres, pero aterrizó en Nueva York justo después de haber terminado su vínculo con su último técnico, Javier Martí. La caída hace que pierda pujanza en la carrera anual.
También desapareció del cuadro Albert Ramos, que chocó con la versión más consistente de Zverev. El alemán, el jugador más en forma de la gira veraniega en la ATP, le redujo en solo 74 minutos, por 6-1, 6-0 y 6-3. Su despedida precedió a la de Roberto Carballés (7-6(7), 6-3 y 6-0 frente a Denis Shapovalov). Djokovic, por su parte, despachó a Tallon Griekspoor sin miramientos: 6-2, 6-3 y 6-2.
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