El Sevilla, el último tren para Lamela
“A los buenos futbolistas no se les olvida jugar al fútbol”, afirma Monchi
”Lo de este día lo tendré que demostrar todos los partidos”. Así se expresaba Erik Lamela después de debutar con el Sevilla haciendo dos goles al Rayo Vallecano. A sus 29 años, el argentino se enfrenta a un momento crucial en su carrera. El Tottenham lo incluyó en la operación del traspaso de Bryan Gil (25 millones más el pase del centrocampista) y Monchi, director deportivo del Sevilla, no puso ninguna objeción. Quizás porque era condición indispensable del conjunto inglés para realizar el fichaje del canterano. También porque Monchi sabe que el Sevilla ha demostrado ser un escenario ideal para que futbolistas con problemas se recuperen.
“Ya ocurrió con gente como Luis Fabiano o con Banega más recientemente. El Sevilla es una plaza propicia para que este tipo de futbolista remonte el vuelo”, afirman en el propio club. Las mismas fuentes reseñan el cariño que la entidad da a jugadores que viven procesos traumáticos. Es el caso del Papu Gómez, llegado en el pasado mercado invernal después de pelearse con Gian Piero Gasperini, entrenador del Atalanta. Lamela metió dos goles ante el Rayo después de salir al descanso en sustitución de su compañero Idrissi. En 45 minutos había anotado los mismos tantos que en 31 partidos el pasado curso en el Tottenham (uno en la Premier y otro en la Copa de la Liga). “A los buenos futbolistas no se les olvida jugar al fútbol. Es como andar en bicicleta”, suele recordar Monchi.
“Erik (Lamela) es un jugador que conocemos, con mucha calidad. Necesita todavía coger el ritmo del Sevilla y en esto estamos todos”, afirma Julen Lopetegui, quien no dudó en darle la alternativa en la primera jornada de Liga. Lamela tiene una amplia trayectoria. En su momento fue una de las grandes promesas del fútbol argentino, hasta el punto de que el Barcelona se interesó por él para ficharle y enrolarlo en sus escalafones inferiores. Sus padres renunciaron a un contrato anual de 120.00 euros para un chico de once años. No llegó a darse en ese momento el salto al fútbol europeo. Este se produjo en 2011 después del histórico descenso a Segunda del River Plate, un grande de Argentina donde Lamela se formó y dio sus primeros pasos.
Recambio de Bale
Lamela fichó por la Roma, donde deslumbró en sus dos primeras temporadas. En la segunda, la 12-13, anotó 15 goles en 33 partidos de la Serie A. Formó una gran pareja con un mito como Totti (12 goles). Lamela dio entonces el segundo gran paso de su carrera. Curiosamente, de la mano de Bale, que fichó por el Madrid ese verano de 2013 mientras que Lamela llegó al Tottenham a cambio de 30 millones de euros y en sustitución del galés.
Su primer año en Inglaterra viene marcado por unos problemas en la espalda que apenas le dejaron rendir. Recuperado, se entona en las dos campañas siguientes, aunque sin llegar a marcar las diferencias como se presuponía por su calidad. Pero el calvario de Lamela no cesa. Una lesión en la cadera le provocó pasar por el quirófano en dos ocasiones. Desesperado por no encontrar remedio a sus males, incluso acudió al médico de Rafael Nadal, Ángel Ruiz-Cotorro, quien le recomendó una intervención en Estados Unidos y una recuperación en Barcelona.
Lamela ha encontrado en el Sevilla el apoyo de un grupo de argentinos que mantienen la tradición del equipo andaluz en su apuesta por jugadores de ese país. Acuña, Ocampos, Papu y Lamela defienden el pabellón argentino del Sevilla. El recién llegado avanza a pasos agigantados en su adaptación. Celebró su gran estreno como sevillista comiendo jamón y tomando mate. Una simbiosis cultural para un futbolista que, a sus 29 años, está dispuesto a coger el último tren de su carrera deportiva.
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